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Escritos de Amigas de Feministas Lúcidas

Segundo comentario al leer “Incitada”. Por Camila Antonia.

Incitada es como un poema largo

y es profundo

como tu vida

que despierta en mí

las ganas de escribir y escribirte

Incitada es una práctica política

entre flores

entre raíces

Es Incitada una palabra hermosa

que traes a nuestras bocas

la escribes para que la leamos

y nos llene el cuerpo de significado

Te imagino escribiendo

Incitada por las mujeres en tu vida

y son un mar

de mujeres

que vienen con palabras

con risas

abrazos

con ideas

con arena

con amores y dolores

Todas estas mujeres

te inundan

te aprenden

te sostienen y te sueltan

como las olas

como tus palabras

resonando en nuestro cuerpo

Tú te dejas mecer

por este mar

de mujeres

y parece una danza

Dejas que el agua te refresque

respiras hondo

sin dejarte abrumar

feliz de haberlas descubierto

feliz de amarlas

y te nacen escamas

brillantes en la piel

tu pelo crece

hasta fundirse con la sal

y te vuelves la mar

que con el incesante susurro de su oleaje

nos cuenta nuestra historia

Conjuras este libro

y el tiempo

aunque parezca imposible

se detiene

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«Incitada»: una reseña de Doménica Francke-Arjel

Un precioso hilo que se suma al tejido de la libertad femenina, hoy por fin podemos tocar este hilo, retornado en la antigua y mágica forma de libro.

Este libro es la primera antología del pensamiento de mi amiga y maestra Andrea Franulic Depix, feminista de la diferencia sexual radical.

Quiero comenzar la presentación del libro diciendo que en sus páginas podemos recrear con palabras, parte del camino de Andrea en los complejos y a veces sinuosos senderos del feminismo, por una parte, pero, sobre todo, del pensamiento vivo de las mujeres.

Y así Andrea nos muestra que el ejercicio de la escritura acompaña a la vida, no se separa de ella, da testimonio de sus vueltas, sus ciclos y revueltas, y fluye. Forma tan femenina de experimentar esta vieja delicia de la escritura, que Andrea practica como la Maestra que es.

Como mujer implicada desde hace muchos años en la política de las mujeres, Andrea puede ser considerada, y así la considero yo, una testiga en primera persona, también de la política y del feminismo chileno y latinoamericano.

Así, por ejemplo, en sus páginas me trae a la Andrea más categórica de los primeros años… Yo conocí a Andrea por “Una historia fuera de la historia” y por su tesis de magíster, y le agradecí y agradezco por esa franqueza que sigo sintiendo necesaria en la época del imperio de lo políticamente correcto, también en el feminismo, o mejor dicho: sobre todo en el feminismo.

Rescato esta cita de la reseña que escribí el 2021 para la edición virtual: “Se trata de una aventura en la que ha desarrollado y desenrollado cada hilo de pensamiento que le permitió la apertura en algún momento, aunque para ella, algunas de esas madejas ya hayan llegado a su fin”.

Andrea toca temas o figuras, si se quiere, caros al pensamiento de las mujeres que se presentan y regresan constantemente en nuestras conversaciones orientadas a intentar entender-nos y entender el mundo que compartimos: el acontecimiento del final del patriarcado, la lengua materna, las relaciones y la relación como corazón de la existencia femenina, así el amor, la envidia y los conflictos, y al descubrimiento del feminismo radical de la diferencia, aporte teórico fundamental de la propia Andrea sobre el que seguimos tejiendo y que nos reúne hoy.

Con todo, hoy mis favoritos siguen siendo “La relación madre e hija y la existencia lesbiana”, por razones personales; e “Incólume, esperando”, texto que, además, introdujo en mi Alma esa palabra musical, evocadora, sagrada: incólume

Como profesora, y para quien quiera introducirse en el pensamiento de Andrea y entender algunos aspectos fundamentales de los temas que aborda, recomendaría todo el Capítulo “Hilos y contrapesos”; los artículos: “La E nos excluye, y menos mal”; “Existencia lesbiana y diferencia sexual” (particularmente importante para mí, me dejó literalmente boquiabierta cuando lo leyó a mi lado en Chillán, en nuestro segundo Encuentro del 2018); “¿Qué es la política de la identidad?”; y “De aquí no sale: reflexiones sobre el rumor”, en coautoría con Jessica Gamboa, texto que por mi propia experiencia, lamentablemente compartida con muchas otras, me tocó, me habló directamente y me ayudó a encontrar la claridad en un momento muy doloroso.

Escribí hace un tiempo que todos estos temas estaban convertidos en política por nuestra autora, y a pesar de los matices que se han planteado por pensadoras como María-Milagors Rivera Garretas respecto al uso del término “política”, sigo sosteniendo aquello, al menos mientras entendamos política como el quehacer femenino que permite que nos pongamos en contacto con la realidad, con las diferencias y la pluralidad del mundo, con la medida de la relación que surge de la existencia femenina libre.

Este un libro sobre y de política y un libro teórico, todo en femenino, es decir, verdadero y en lengua materna, habiendo ya abandonado los estériles terrenos de la desconfianza, la crítica y la falosofía de la sospecha.

Por eso, cuando Andrea entrega la concepción del feminismo radical de la diferencia a las mujeres, se trata de un gesto genuino de apertura de mundo, y así lo he experimentado, y lo experimento también junto a otras. Nos invita a reconocer nuestras raíces, con su historia y genealogías, incluida la existencia lesbiana, pero solo con y bajo la luz de la diferencia sexual. Nunca olvidaré cuando expuso en Chillán y dijo estas palabras: “no basta con ser lesbiana”, para enseguida pasar a detallar cómo un lesbian-ismo ciego a la diferencia sexual se vuelve estéril y hasta contraproducente para la libertad de las mujeres. A partir de este punto, su crítica al identitarismo y a la ideología, presentes en muchos de sus textos posteriores, me permitieron romper con ciertas ataduras autoimpuestas y comenzar a conectar con un sinnúmero de pensadoras, ideas y sentimientos, incluidos entre estos últimos, los míos.

Repetiré también aquí las palabras que escribí hace un tiempo respecto a la búsqueda de la verdad. En Andrea siempre nos encontramos con un pensamiento que toma como punto de partida la propia voz, el partir de sí, poniéndose en primera persona en la aventura de la experiencia compartida, así aborde conflictos políticos, el amor entre mujeres o la lingüística y sus problemas y posibilidades. Pensar así: con apertura, con deseo de entender y comunicar, teniendo a la relación como horizonte, tal como nos indica el título (y la breve nota que habla de esta elección tan acertada), pues las voces de las otras ya se encuentran dentro de sí, y han pasado a ser algo más que referentes, pensar así, escribir así, yo lo entiendo como buscar la verdad. Por cierto, yo soy una deseosa de verdad, así que también me expongo a mí misma.

Así, esta búsqueda hecha en femenino nos entrega una pepita de verdad original y femenina. Es la verdad que solo puede encontrar y nombrar una mujer auténtica.

Sigo guardando para mí como un tesoro, uno que amo lo suficiente como para querer compartirlo con otras cada vez que puedo, la característica amabilidad del estilo de escritura de Andrea, estilo de profesora o maestra, o más probablemente ambas. Como cuando habla, ¿ustedes han experimentado el placer de escucharla hablar, aún de lo temas más complejos, incluso dolorosos, de manera tal que sus palabras parecen un bálsamo y dan ganas de abrazarla? Yo sí.

Hay un par de cosas más que quiero decir de Andrea en el marco del feminismo.

En tono de confidencia o confesión, diré que he sido inmensamente libre obedeciendo a otras mujeres en algunas ocasiones de mi vida. Con Andrea me pasa esto. Saber escuchar, saber leer, aprender a escuchar bien, te lleva a obedecer… como una vieja y femenina resonancia de hacer lo correcto porque es lo único posible: ser libre.

Para mí hoy en día Andrea Franulic Depix es la pensadora feminista más auténtica que conozco, y en sus textos encuentro las ideas más originales y fecundas. Andrea se pone en juego, no se limita a repetir parodias del pensar, como tanto acostumbran a hacer hoy esas hordas de feministas contra hegemónicas que son la hegemonía y dedican su vida a hacer aspavientos de rebeldía.

Y en este sentido, en un panorama feminista aburrido, repetitivo, asfixiante, hipócrita y servil, en el que se encuentran títulos como: “la guerra contra las mujeres”, “feminismo bastardo”, “feminismo y revolución”, “la huelga general feminista va” … y en cuyas páginas se acumulan miseria y mentiras sobre nosotras, leer a Andrea es como salir a tomar aire, lanzarse a ser la propia aventura.

Inspiradora, es, quizás la última palabra con que podría describir su escritura.

Así, me quiero quedar con mi gratitud hacia Andrea, pienso que haberla conocido es parte de la gracia de mi vida, ha sido por Gracia que la encontré.

Finalmente, lo único que me queda por hacer es invitarlas a comprar el libro, porque, aunque no es la única, sí es una forma muy concreta de mostrar aprecio por su labor, reconocer la grandeza cuando la tenemos al frente, a leerla, porque se trata de un venturoso descubrimiento, o a releerla si ya lo han hecho, porque encontraran siempre un nuevo eco.

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“Incitada” (2da. Edición, impresa) de 2023. Un comentario de Marisol Torres Jiménez.

Hola, buenas tardes a todas ¡qué gusto y alegría siento al estar aquí con ustedes! Agradezco a Andrea, por pensar y confiar en mí como una de sus convidadas para comentar en el lanzamiento de su libro Incitada, en su segunda edición, que esta vez viene sostenido en la materia, gracias a la relación y asociación con las mujeres de Nudos Feministas, quienes han podido imprimir y encarnar una de las creaturas de Andrea.

Aprovecho también de agradecer a Marcela por ser emisaria y traer nuestra Incitada hasta el valle de Jovel, donde habitamos y hacemos relación.

Para iniciar, quisiera compartirles la letra de una de las canciones de mi amiga, Nidia, titulada “Las Voces”:

“Puedo enloquecer al mundo a mi placer

Pues me gusta hacer siempre todo al revés

Puedo recorrer el cielo y regresar

Para ir a apostar mi alma en la ciudad

Pero no, no puedo callar, pero no puedo callar

Pero no, no puedo callar, pero no puedo callar

Las voces que traigo dentro de mí

Puedo regalarte toda la razón, con tal de bailar al sonido de tu voz

Puedes incendiarme el cielo con un flash

Y en el mar ahogar toda la soledad

Pero no, no puedo callar, pero no puedo callar

Pero no, no puedo callar, pero no puedo callar

Las voces que traigo dentro… de mí. 1

Espero, estar a la altura y a la anchura de tu invitación, Andrea, que, como lo he mencionado en varias ocasiones, eres mi escritora favorita de uno de mis tiempos favoritos. Y me pregunto ¿qué es el tiempo para nosotras, las mujeres?, ¿cómo medir el tiempo para una mujer si no es más que a través del candor de sus relaciones?, ¿es posible relacionarse con quien escribe, a distancia y en la soledad de la lectura sentida? Me atrevería a decir que sí, al menos, es eso lo que pone a disposición, Andrea, para quien la lee y mantiene la apertura como yo lo he podido vivenciar en mis variados encuentros y re-encuentros con la antología de Incitada.

Ella está dispuesta y con apertura a la relación con su lectora o lector. Y quienes amamos leer sabemos lo que ello significa, es diálogo, es juego, es arte, es creación, es cuando las palabras vuelven al infinito sin perder su hilo, porque la autora escribe a partir de su experiencia, y eso es único y singular, pero también nos espejea y nos resuena porque tiene algo que decir de nosotras mismas, tiene algo que decir sobre mí, sobre mis traumas y mis talentos, sobre mis heridas y mis cicatrices, también sobre mis miserias (o no tan mías), pero, por sobre todo, las voces de Andrea se despliegan para hacer de la escritura una posibilidad de la relación, es decir, un lugar donde también habita la política de las mujeres.

“…Muchas de las voces que traigo dentro” Me incitan: reverberan en mí en formato de loop y de repetición, recitando verdades únicas, verdades que me acercan a mi autenticidad, esa que creí perdida en los otros, en sus discursos e ideologías, esa que se resguardó tratando de hacerse pequeña para sobrevivir a la miseria patriarcal, pero su grandeza, la grandeza que procuró y cuidó su madre, y que viene inscrita en su diferencia sexual femenina, su ser no pudo con ella. A la luz de muchos enfrentamientos, y también de revelaciones, la niña-vieja logró salir del desierto de la aridez emancipatoria.

Al igual que Andrea, y me atrevo a decir a muchas de las que estamos aquí presentes y nos sentimos convocadas e incitadas, la voz y el sonido también me han acompañado desde muy pequeña, me atrevo a decir a todas y todos, a propósito de cómo la lengua materna está presente en nuestra llegada al mundo, y ojalá hubiese persistido mi escucha y cuidado de ella, así como no podía vivir sin ella cuando mi madre, Marisol, en calidad de mi primera maestra me la enseñó con toda su Amor.

La voz y las palabras de Andrea también están dentro de mí, también me incitan. Me animan a seguir de pie, a seguir adelante o a regresar si es necesario, me recuerdan que soy una mujer, y también quienes somos las mujeres. Ella, gracias a sus reflexiones hechas palabras escritas, se ha vuelto una necesidad. Leer hoy por hoy a Andrea Franulic es una fortuna y una necesidad.

En Incitada, nos va mostrando muchas de sus preciadas y selectas flores, ella, Andrea, va narrando su amor por y con la palabra desde una afirmación sentida y genuina: “y supe que el patriarcado ha terminado”, acabando ella, “desde el otro lado”, ¿qué hay en el otro lado? Me atrevería a decir, aunque tanto la autora de Incitada como también lo intuyó Carla Lonzi, el universo está hecho más de preguntas que de respuestas y, por lo mismo, tenemos que intentar estar a la altura2. Precisamente, porque ella hace un llamado al orden de la grandeza, a recobrar nuestra atención y cuidado de los valores femeninos (dudo, si llamarles humanos, definitivamente), que son tan necesarios para vivir bien, quizás, como lo mencionó cuando hacía política feminista con Margarita Pisano, cuando nos hablaba de la buena vida, o simplemente, es una conminación a vivir una aventura, la aventura de una misma parafraseando otra vez a Carla Lonzi, una aventura que está a la altura de un universo sin respuestas pero con las coordenadas de la libertad, que siempre, nos lleva a la relación, con todo lo que ella implica.

Gracias al viaje antológico de Incitada, puedo empezar a vislumbrar qué es lo que hay al otro lado: que la lucidez es una práctica, y que la teoría está viva en la relación entre mujeres, en el pensamiento libre de cada una, brota en la singularidad y en la relación con el mundo en tanto mujer, en tanto mujeres. La misma Andrea lo va dejando patente a través de su viaje escritural mostrando cómo su pensamiento está vivo y la relación con el mundo, a partir de ella misma, siempre es una relación sexuada. La anfibia va dejando atrás sus separaciones y los hábitats pantanosos. En cambio, tal como una cangreja, tímida pero visionaria, que recuerda que sus orígenes están en la sal y en la humedad, se abre paso como la verdad de su propia existencia, mientras regresa a la mar, también regresa a sí misma.

Otra de las flores, que nos regala Incitada, es una invitación a pensar a partir de la propia experiencia, pero, sobre todo, nos permite recuperar y restituir nuestra lengua materna, la lengua primera, la lengua que sabe de la coincidencia entre las palabras y las cosas, ¿y que no es más importante recuperar la lengua que existe para decir y para decirnos realmente, que incluso el pensar por una misma? Quienes hemos pasado por el feminismo ideológico y emancipatorio sabemos de ello, nos obsesionamos con pensar, pensar y pensar, con tener cabeza, pero ¿a qué costo? Quizás, y aquí hablo por mí, a separarme de mi experiencia, expulsando mi sentir y rebelándome a mi origen materno y femenino. Mi lectura de Incitada, también ha ido de eso, de mirarme en el espejo mediado por otra mujer, por su autora, que también se dio de tumbos con el discurso y dejó de confiar en su lengua materna, la lengua que no sabe de artificios separacionistas.

Andrea abre puertas y ventanas de la casa que estaba sin aire y sin vida, adornándola con preciosas perlas y fotografías de infancia, que intentan recordar la Amor que sostuvo el origen de la vida, gracias al deseo de una mujer, nuestra madre concreta; y nos conecta con nuestro origen a través de las lúcidas imágenes que nos regala a lo largo de su antología. Sacude, con suavidad y, a veces, no tanto, anquilosadas reliquias y gestos de apego con el patriarcado, la nostalgia de la esclava se hace sentir, pero es más real y profundo el deseo por el orden, por el disfrute y el placer de la vida encarnada, y es más necesario el reencuentro cara a cara con el origen materno, así como sentarte a tomar el té con la genealogía femenina que nos precede.

Incitada es un Viaje personal e íntimo a través de la actuancia política hasta el reencuentro con la lengua materna y la libertad hallada en el núcleo de la genealogía femenina, que la autora desenmascara evidenciando la violencia hermenéutica universitaria que experimentó, develando que quien le mostró por primera vez la coincidencia entre la palabra y cosa fue su madre. Como una gran madeja que necesita ser ovillada, Andrea va hilando y contándonos sus idas y venidas con el feminismo ideológico, las veces que los ruidos han trastornado su vida y, sobre todo, nos ha permitido nombrar, a quienes hacemos política femenina desde tierras Mayas o en el sur del Tahuantinsuyo, la existencia del feminismo radical de la diferencia, que no olvida que la diferencia sexual es radical y no está sujeta a interpretaciones posmodernas, por decirlo de alguna manera.

Considerando lo anterior, Incitada es un vehículo para mirar con compasión la propia historia política, sobre los aciertos y las causas ideológicas defendidas con tanto ahínco, mientras se perdía el hilo con el origen materno. Ese mismo hilo, que a Andrea la he escuchado mencionar en un par de ocasiones, ese hilo que se corta en nombre de la emancipación, pero que después ahorca porque se transforma en soga sin dejarnos respirar. Es una historia velada por la pasión a la palabra y por la Amor a las mujeres, es una epifanía espiralada que permite regresar siempre al pasado con paciencia y dulzura, y que ve en sus errores, un impulso de crecimiento y sanación.

Incitada es una insistencia, es una insistencia de Andrea en la política de las mujeres, que es la política de la relación, la política que no teme a la dependencia y que necesita de ella para experimentar la bien llamada libertad femenina. A través de todos los hilos y flores que nos ofrece en esta antología, es una como ya he dicho antes, una insistencia por la libertad, que se dio tumbos en la emancipación feminista para regresar a casa, prodigiosamente, como lo hace la pequeña Andrea que sabía que su vocación estaba en la palabra y su pasión en la empatía.

Para finalizar, solo me queda agregar que, la escritora y pensadora Andrea Franulic Depix es faro3 que ilumina en las costas de una ciudad costera del Desierto de Atacama, es faro que guía cuando pena la orfandad que desconoce o desprecia el origen materno y femenino, que corta todos los haces de luz que nos permiten regresar a casa, quizás, en mi caso, simplemente a una contemplación pasiva de mi ser, de alguien que naufragó en aguas estancadas donde ni siquiera se podía mantener a flote.

Muchas gracias, Andrea, por hacer esto posible y por incitarnos con tus palabras y tus voces.

Salud y muchas gracias a todas las presentes.

1 Letra de la canción “Las voces” de la compositora tijuanense Nidia Barajas

2 Aquí parafraseo una de las frases de uno de los manifiestos de Rivolta Femminile (1970) “… Queremos estar a la altura de un universo sin respuestas”

3 La imagen del “Faro” como guía femenina, la aprendí de mi querida Mar y Cielo (Marcela Valera Cato)

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La envidia de las mujeres… otra vez. Andrea Franulic Depix

Las relaciones entre mujeres son el centro gravitacional de nuestra práctica política en el feminismo radical y en el de la diferencia, por eso, requieren de nuestro pensar y nombrar cada vez de manera más fina y profunda. Los daños que ha causado el contrato sexual, que fundó los patriarcados, son inconmensurables y no quisiera creer que son irreversibles. Mi certeza proviene de los años que practico la política primera, que no son pocos, y todas las innumerables veces que me he sentido sacudida por los conflictos que he vivido con otras. Me refiero a conflictos destructivos o a nudos no desatados, nudos ciegos. Sin embargo, estos años no han sido en vano, pues he intentado afinar mi práctica relacional, lo mejor que he podido.

En este sentido, considero un gran acierto que las pensadoras de la diferencia sexual hayan pensado y nombrado la envidia de las mujeres en el final del patriarcado[1]. Como se trata, precisamente, del final del patriarcado, la envidia de las mujeres no se interpreta desde los estereotipos femeninos, codificados por el orden social fálico, sino que a partir de la relación que cada mujer tiene con su madre concreta. Para nosotras, es fundamental mirarnos en el espejo de nuestras madres, parafraseando a Virginia Woolf, más aún si la envidia conlleva efectos destructivos en las relaciones entre mujeres, sobretodo cuando da el paso hacia la acción.

¿Cuál es esta acción? Puede tener muchas formas de expresarse. Diría que la mayoría apunta a rebajar a la otra por la incapacidad de reconocerle su disparidad o grandeza. Con otras palabras, rebajarla para que no brille, para que no se destaque, para que no sea “más que yo”. El “más” en este caso se confunde con competición, se descifra como un “menos” en mí. Se coloca en una medida falsa en tanto que dicotómica. Pues hemos aprendido que cada mujer custodia su propio “más”, que proviene de su propio linaje femenino, y que ni siquiera significa un “menos” en el otro sexo. Al mismo tiempo que se coloca en la medida dicotómica, confunde identidad con diferencia sexual, dado que al no reconocer la disparidad de la otra, pretende que seamos idénticas. En definitiva, se impone el pensamiento falocéntrico, que absorbe.

Por ejemplo, y para hablar en primera persona femenina y singular, cuando he sentido envidia por otra mujer, a veces he callado y no he celebrado su logro, nombrándolo con autenticidad, “nombrando lo que es”[2], sin apologías y sin cinismos. Mi silencio, en esta experiencia, ha sido un arma para rebajar a la otra. Darme cuenta de esto, ha sido un llamado a mi pensamiento, es decir, a pensar lo que siento, a estar conmigo misma, para no seguir reproduciendo estas actitudes. Es una voz de alerta que resuena en mí y que deseo escuchar. Nuestras relaciones entre mujeres se merecen nuestro pensar fino y radical, porque terminar con la violencia o, con palabras de Hannah Arendt, darle fin a la “banalidad del mal”, pasa por ponernos a pensar. Y, como dice María Zambrano, pensar es barrer la casa por dentro. Es mirarnos en el espejo, de raigambre femenina y materna, sin autoengaños ni autocomplacencias. Es un acto de amor hacia nosotras y hacia las otras.

Para seguir con los ejemplos, cuando he sufrido la envidia de otra mujer, esta se ha manifestado produciéndome amargura en un momento de sentir yo una genuina felicidad, genuina en tanto que me hace sentir vulnerable al mismo tiempo. La amargura que he sentido se ha debido a que, en esta experiencia, he recibido palabras de la otra como espinas venenosas que se clavan en mi entendimiento, y a la tristeza de que estas espinas provienen de quien considero mi amiga, lo que es más desconcertante y doloroso. En efecto, las pensadoras de la diferencia sexual han dejado claro que la envidia de las mujeres la encontramos en las relaciones con las más cercanas y queridas. Por eso, el efecto resulta tan destructivo, pues surge de una mujer que nos importa mucho. Las espinas venenosas, además, han sido cuidadosamente barnizadas con el falso brillo del ego, ese que distorsiona nuestra imagen en el propio espejo, y no nos deja ver nuestra grandeza.

En cambio, la autenticidad es contraria del ego. Pienso que es importante saber distinguir la una del otro. Tal vez, los signos de cinismo que puedo percibir en mí o en otras nos advierten que estamos entrando en el territorio del ego. Asimismo, la expresión de la llamada “falsa modestia”, usada de manera recurrente en nuestras conversaciones, puede constituir un aviso de que estamos equivocándonos de camino, pues la “falsa modestia” se ubica en el lugar opuesto de la arrogancia y la prepotencia. Es diferente la auténtica humildad. Un “falso dilema”, como nos susurra Mary Daly, es siempre patriarcal. Por donde se lo mire, el ego es fálico, se dice en masculino y, como tal, no solo intenta aplastar a la otra mujer, sino también, a su creatura, su obra.

La autenticidad se dice en femenino, como la libertad y la confianza. Esta triada actúa unida en las relaciones entre mujeres en las que la energía creadora y transformadora de mundo permanece intacta, intocada por las fuerzas androcéntricas. Si sentimos un resquebrajarse en cualquiera de las tres, se resquebrajan todas, y esto quiere decir que ha entrado o pretende entrar la presencia fantasmagórica del falo[3], es decir, ha entrado o pretende entrar el sentimiento de culpa, el miedo a ser sancionada, el discurso ideológico, el control, el cinismo, el engaño, el enmudecimiento, el “caminar sobre cáscaras de huevos”, el ego, entre otras manifestaciones de desorden simbólico que podemos reconocer y nombrar. Creo que muchas veces esto se puede revertir con cariño, conversación, apertura y escucha verdadera. En otras ocasiones, quizás solo quede la opción de esquivar.

La triada va sostenida por la independencia simbólica femenina. La envidia de las mujeres actúa precisamente en dicha independencia. Como he aprendido con las pensadoras de la diferencia sexual, nuestra independencia simbólica consiste en sentirnos libres de las ataduras patriarcales en todos los ámbitos de nuestra vida. Para esto, es importante recuperar y restituir nuestras genealogías maternas y femeninas, que nos permiten sentirnos sostenidas en nuestras verdades y nuestra excelencia, sin que se inmiscuya ni pretenda injerirnos la tradición de pensamiento masculino, que las ha absorbido, inundando  lenguajes, instituciones, ideologías y modos de relacionarnos con la alteridad, que también es la Naturaleza, con la distorsión de sus proyecciones.

De esta manera, los efectos destructivos que nuestras acciones pueden acarrear contra otra mujer son el resultado del contrato sexual que fundó los patriarcados. Pues el contrato sexual usurpó la autoridad de “augere” de la madre y su obra, que es dar la vida y la Lengua Materna, el cuerpo sexuado y la palabra, así como usurpó las genealogías femeninas de las sociedades matrilineales. Dicho de otro modo, son resultado de la violencia simbólica y sexual ejercida por los patriarcas y sus sociedades patriarcales, su (des)orden social y simbólico, contra nosotras las mujeres. Sin embargo, si sentimos la certeza de que el patriarcado ha llegado a su fin en la vida de cada una, entonces, creo que es muy necesario que no sigamos permitiendo que su tiranía se interponga en nuestras relaciones. De lo contrario, si seguimos creyendo en este tipo de sociedad necrófila[4], será difícil afinar nuestra práctica relacional y política. Pienso que, en este caso, le estaremos haciendo un gran favor y nos estaremos transformando en una de sus secuaces, como las llama Mary Daly: secuaces que pueden, incluso, propiciar discursos feministas, más allá del apellido que el feminismo lleve.

¿Qué sería pensar fino según mi consideración? Doy por descontado los discursos ideológicos, pues ha corrido ya bastante tinta para develarlos y para que nos sacudamos de ellos. Esencialmente fálicos, conforman una capa espesa que no nos deja ver la precedencia femenina. Con nuestras escobas de Brujas, podemos barrer esta capa y encontrarnos con la hondura y anchura de la Madre, su obra y trascendencia. Pienso que el hilar fino comienza aquí. La envidia que podemos sentir por otra mujer se enlaza con la relación con nuestra madre concreta, tanto con los nudos de esta relación como con la trascendencia de su obra, esa que nos permite darle sentido y ordenar el mundo, libres de patriarcado. Si la envidia consiste en rebajar a la otra, en desconocer su disparidad, por miedo e inseguridad de yo sentirme “menos”, ¿no se conecta, acaso, con la restitución de autoridad a mi propia madre, al reconocimiento de su disparidad irreductible por haberme traído al mundo y haber hecho posible mi permanencia en este? ¿Cómo puedo hacer de esto una práctica encarnada y no solo un discurso? ¿Cuánto de matricidio y misoginia traen mis palabras cuando, desde la envidia, me refiero a otras mujeres? Si es así, ¿estoy realmente realizando un ejercicio de restitución genealógica que me dé la independencia simbólica femenina que necesito?

Hago estas preguntas que me implican a mí misma. La restitución de autoridad de la madre concreta, o bien, la recuperación de la Lengua Materna para nuestra vida, creaciones, relaciones y palabras, es un paso sustancial en este delicado tejido. Como dice Luisa Muraro, se trata de “saber amar a la madre”, y esta es una puntada que se hace con hilo de oro. Ahora bien, este saber amarla involucra, además, el sabernos una mujer diferente de la mujer que es nuestra madre, quiero decir, involucra nuestra independencia simbólica también de ella, en especial, de su negativo, de su sombra, de su propio mal, que son producto de la violencia del patriarcado. Es su más y no su mal el que necesitamos para crecer, para transformarnos en otra mujer, para transformarnos en Madres[5], ya sea de criaturas o de creaciones.

Creo que es fundamental saber cuando estamos atascadas bajo su sombra, incluso sintiéndonos cómodas allí como si fuese un refugio, estando la madre en presencia o en ausencia. Sintiéndome resentida con mi madre, reconozco que no he salido de su sombra. A veces incluso queriendo obsesivamente protegerla o cuidarla del patriarca, podría significar que permanezco enganchada allí. O cuando sigo demandándole amor o atención, puede ser un signo que todavía no doy el salto de su negativo. De todas maneras, si tomo conciencia y hablo de estos sentires, es un avance. El problema es cuando se juega el papel de la eterna malcriada o de la eterna hija resentida, en ninguno de estos casos o de otros que queramos nombrar en esta línea, se podrá crear relaciones con otras que sean verdaderas o consistentes o, al menos, será dificultoso; es probable que nos convirtamos en demandantes de reconocimiento, insaciables y solapadas.    

Si la envidia de las mujeres desconoce el sentido libre que cada mujer le da a su ser mujer, esto va de la mano con un intento de fusión con la otra, una fusión-confusión entre idénticas. Por eso sentir envidia por otra, o padecerla de otra, nos invita a mirar hacia atrás y hacia lo profundo, hacia la precedencia, hacia el origen, hacia las raíces, y darnos cuenta de que es muy necesario restituir la grandeza materna y femenina, sin idealizaciones ni metaforizaciones, para ser mujeres diferentes de nuestras madres con independencia simbólica de su negativo (eso sí, nos parecemos a nuestras madres en muchas cosas que nos gustan, como algunas gesticulaciones, por mencionar algo). Si contingencia y trascendencia no se separan (Diana Sartori), es justamente en la contingencia de la relación con mi madre, en su ausencia o en su presencia, que podré ir “barriendo la casa por dentro”, encontrándome conmigo misma, para recuperar en mí la excelencia de su obra. Asimismo, es la relación con otras mujeres la que me invita a pensar y a nombrar mi experiencia en estas relaciones. De memoria no es. Es en la práctica, en la vida, en el atreverme a estar en relación, reconociendo la radical diferencia de la otra, aunque me equivoque o, a veces, duela, pero no huyo ni me amurallo si no responde a mis expectativas o exigencias; me arriesgo con todo lo que traen nuestras relaciones, me fío, aunque procuro cada vez dar menos pasos en falso. Pienso que de eso se trata vivir.

Así como deseamos que la violencia masculina llegue a ser impensable[6], de la mano va el deseo de que los conflictos destructivos entre mujeres también lleguen a serlo, incluso el hablar del negativo de nosotras o de nuestras madres deje de ser un tema que nos preocupe. Sin embargo, como dice Ana Mañeru Méndez, “no tenemos que desesperar, sino saber, entender y actuar desde ahí”. De igual modo, esto no tiene que ver con ética o moral, es un trabajo de la política de lo simbólico, que no fragmenta cuerpo y palabra, cuerpo y alma, naturaleza y cultura. Es un trabajo de lo simbólico que nace de nuestro deseo libre de recuperar la Lengua Materna en todo su esplendor como medida de nuestras relaciones. Es el simbólico de la madre que da sentido, que ordena el mundo y que también sabe poner límites, como me decía el otro día la poeta Nieves Muriel, quien está ayudando a crecer a su criatura, que trajo al mundo hace pocos años. De esta manera, podremos ir profundizando el valor civilizatorio del “cuidado radical”, como nombra la enfermera Patricia Sánchez Aguilar el cuidado de las relaciones: con las otras y los otros, las criaturas todas, la Naturaleza. Que las madres no sientan nunca más negada su autoridad ante el autoritarismo del patriarca, del incestuoso o del maltratador, y que las hijas, que también somos Madres, no vivamos esa sombra como una maldición que repetimos sin darnos cuenta.


[1]Me inspiro en el monográfico sobre la envidia, publicado por la Revista Duoda, 58, 2020. En este escribieron las autoras Laura Mercader, Wanda Tommasi, Chiara Zamboni y Candela Valle Blanco.

[2]Tomo esta expresión de la filósofa Luisa Muraro.

[3]Tomo esta expresión de un texto de la historiadora María-Milagros Rivera Garretas sobre los manifiestos de Rivolta Femminile.

[4]Como la nombra la filósofa Mary Daly.

[5]La pensadora Luce Irigaray afirma que todas las mujeres somos Madres.

[6]Lo dice María-Milagros Rivera Garretas en algunos de sus textos políticos.

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La Querella de las Mujeres en el Siglo XXI

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Escritos de Amigas de Feministas Lúcidas

A propósito de los Encuentros Intergalácticos en torno a Ex/Órbita de Mary Daly.

*La autora de este texto ha preferido preservar el anonimato.

Queridas Comadres:

Os escribo estas líneas porque he sentido el impulso de contaros una historia (mi Historia), en la que habéis tomado parte de forma relevante durante este último año.

Llevaba mucho tiempo perdida. Durante toda mi vida un terco sentido de la desorientación hacía que me perdiera una y otra vez. Mi vivencia existencial me dolía, porque no era la senda recta e iluminada que debía ser. Siempre me he sentido dolorosamente sola recorriendo ese camino, que se retorcía y giraba sobre sí mismo, alejándome de las zonas concurridas. Quizás porque me separaron de mi madre durante dieciocho largas horas nada más nacer. Quizás porque esa ruptura neonatal fue expandiéndose, enquistándose, hasta ocupar todo el espacio que me era propio.

Hace catorce años viví una experiencia de violencia patriarcal que estoy comenzando a recordar, pero que aún no soy capaz de nombrar. En realidad, fue el clímax de una situación repetida en el tiempo, con diferentes actores, que fue tensándose más y más hasta romperse (hasta romperme). Y, sin darme cuenta, me sumergí por completo en la Ruptura. Salí del Tiempo. Me separé de todo. De mí misma. Los años superficiales corrían frente a mí. Yo seguía moviéndome en ese plano, pero en lo Profundo dejé de caminar. Me quedé encogida en un rincón lúgubre del que ni siquiera era consciente.

Contra todo pronóstico, el año 2022 ha sido el año del Reencuentro y del Des-Velamiento. Del Reencuentro conmigo misma. Del Reencuentro con la Mujer Impía a la que conocí de forma Mágica unos años antes, ese Momento que fue la semilla del retorno de mis Primaveras. Ella me cogió de la mano y me inició en este camino de lo Profundo en el Tiempo de Marea. Ella me presentó a Mary Daly, y Mary me ha Des-cubierto que esa supuesta desorientación innata era en realidad el Sentido de la Orientación: las rutas asfaltadas no eran para mí, mi Senda se abre a través de lo Salvaje en forma de Espiral. La niebla comienza a despejarse.

Conversando con Mary Daly he confirmado que desde siempre fui filósofa. Desde niña he sido «una buscadora autónoma de la sabiduría que explora y Nombra la Realidad libremente», en sus propias palabras. Con Mary he aprendido que, a pesar de los reiterados intentos de borrado y asimilación del patriarcado, prevaleció la presencia rotunda de una incomodidad, a veces incluso en forma de dolor físico, provocada por el empeño en forzar la postura para encajar en el método academente. Debo volver a escuchar mi voz para seguir haciendo Filosofía, para seguir manteniendo Conversaciones genuinas y fértiles.

Mi voz. Qué perdida ha estado mi pobre voz, sumida en un silencio autoimpuesto, en el engaño de que su timbre debía sonar como el de las voces patriarcales que imitaba rutinariamente, o no sonar en absoluto. Por suerte, siempre me fascinaron las palabras. Algo dentro de mí sabía que había en ellas un Poder mucho más Profundo que el que era capaz de captar la filosofía patriarcal (¿falosofía?). Algo relacionado con el Rito Ancestral, con la Magia, algo vinculado con la Palabra Poética.

Ahora he recuperado la Memoria y la Voz. Gracias a mi madre nunca se apagaron los rescoldos de una Intuición que Ahora permite el Reencuentro, me permite volver a Hilar con las hebras sueltas que no llegué a cortar del todo. Gracias al Hilado vuelve a fluir el riego sanguíneo por partes necrosadas de mí misma que ni siquiera recordaba. Se me ha Des-Velado el vínculo con mi madre, y con la madre de mi madre, de una manera jubilosa. He sentido la Redención de la historia de violencia que quisieron imponernos a las tres a través de las generaciones. He sentido mi vinculación con lo Elemental en ese Vínculo Materno.

De la mano de Mary he llegado a las Feministas Lúcidas (¡qué Nombre tan acertado!), a la Vivencia irrepetible de los Encuentros Intergalácticos que habéis propiciado. En este año que comienza estoy dando mis primeros pasos fuera de aquel rincón lúgubre de amnesia y afasia, hacia el Ahora en Expansión. Muchas gracias por el hueco que me habéis hecho en vuestro Telar Deslumbrante, que me permite Tejer junto a Comadres Brujas, Salvajes e Impías. Gracias por este Re-Des-cubrimiento de mí misma como Moradora de los Límites. A partir de ahora, elijo mantenerme firme.

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Cuarta Galaxia Espiral, Jessica Gamboa Valdés

EL AHORA DESLUMBRANTE: Re-Membranzas Trascendentes

Querida Mary Daly:

La primera vez que supe de ti fue de boca de mi Comadre Carmen Martín Rojas. Fue en un verano del año 2018 durante un club de lecturas de feministas lúcidas, alguna vez te contaré más detalles (me voy dando cuenta de que tengo mi propia bitácora en la memoria), por mientras, te puedo decir, y sé que tú me entiendes, que Coincidimos porque así tenía que ser. Tal vez las mujeres de estas tierras la atrajimos/te atrajimos. Carmen, traía consigo una traducción propia de “Gyn/Ecology” que generosamente compartió con nosotras, regalándonos ese pequeño Gran rayo luz que me/nos iluminó anunciando Momentos de Exorcismo y Éxtasis.

Dos años después se manifestó una nueva y hermosa Coincidencia con las Comadres de una editorial independiente que publican a mujeres Sabias e Impías, Ana Mañeru y Carmen Oliart de Sabina Editorial y, justamente, entramos en Sincronía Ancestral a través de sus hermosos libros. Ellas hicieron  posible que tengamos en nuestras manos “Ex/Órbita. Un Viaje Deslumbrante”, traducido y publicado por primera vez en lengua española. Necesito contarte algo del cahuín para que sepas cómo fue que hoy estemos reunidas alrededor del fuego. Resulta que Andrea Franulic, como señora Araña de excelencia, hiló entre Santiago de Chile y Madrid, enviando a Ana Mañeru, mi Amiga/Abuela (después te contaré porqué) la traducción de Gyn/Ecology y, como te podrás imaginar, quedó maravillada (seguro te lo ha dicho), ¿ves como el “correo de las Brujas” funciona? Y, ¡de maravilla!

Tampoco fue algo simple, ya sabes cómo son estas cosas de los derechos de autoría, además de que la traducción sea fiel a tus palabras y a tu sentido de la orientación, pero en eso las Comadres tienen Talento de sobra, y se las ingeniaron como buenas Buscadoras de Tesoros que son. Así fue como el recién pasado año 2022, ha salido a la Luz Ex/Órbita, traducido por la mismísima Carmen Martín, muy bien acompañada por las Comadres de Sabina. Sé que Saltarías de alegría y, probablemente, hubieses querido ir a presentar unas charlas por allá y otras por acá, pero nosotras no nos hemos quedado atrás. Ana ha hecho lo suyo en librerías y ferias, Viajera como ninguna. También ha sido idea suya reunirnos a leer cada una de las Galaxias, nos dijo: “Hagamos Cuatro Encuentros Intergalácticos”, la respuesta inmediata fue ¡sí! Y nos subimos a tu nave para Navegar de Galaxia en Galaxia en Espiral, de Momento a Momento, Des-cubriendo y Des-velando las superficies de plástico del presente, y a los demonios sádicos y rastreros, violadores y biocidas, dando Saltos Cualitativos necesarios para ir rompiendo el Tabú Terrible, Hilando cada vez más seguras de que todo Pasado Arcaico Salvaje vive en cada una de nosotras, porque ya Otras, las Ancestras han dejado huellas, símbolos, pócimas y escobas para volar. Porque somos las Portadoras de una Memoria Profunda que debemos activar para Vivir un Presente/Presencia que es nuestro Ahora en Expansión.

Ahora te pido permiso para contarles a las mujeres que estamos reunidas cómo Viajé contigo en esta Cuarta Galaxia y cómo he conectado con cada señal escrita/dicha.

Cuando comenzaste a escribir las primeras páginas de Ex/Órbita, en junio de 1987, yo tenía 7 años. Al siguiente año, el 18 de abril, día de mi cumpleaños, tomabas un avión rumbo a Londres a dar una charla organizada por la Línea Lesbiana y el Archivo de Lesbianas, a propósito de que se había publicado el Brujedario en Gran Bretaña, libro que habías comenzado a escribir el mismo año en que nací. ¡Qué Coincidencias querida Mary! Podría seguir mencionando muchas más.

Mientras te leía se expresaban de forma simultánea mi Ser-conmovida, mi Ser-rabiosa y mi Ser-riendo. Te imaginé intentando imitar el tono de voz de Virginia Woolf o imaginé a las Parientes Catherine y Gata Salvaje manifestando su Ser-Siendo en distintas ocasiones.También se manifestaron explícitamente algunas Parientes con las que cohabitamos la casa. Mientras más conectaba con la llamada de lo Salvaje, comenzaron a manifestarse con su Presencia: la pareja de tórtolas, una joven zorzal, la pequeña picaflor -ba- la abeja y la pequeña araña que habita debajo de la tina en el segundo piso. En los días de luna llena que, literalmente se posaba sobre nuestras cabezas mientras dormíamos, te pensaba mecanografiando desde el Otro lado de la luna los Recuerdos de tu Cuaderno de Bitácora de una Filósofa Feminista Radical, bajando a la tierra para dar clases o hacer tus conferencias, Saltando, Brincando como una verdadera Lunática, volando en Tiempos Feéricos. Yo pensaba ¡Qué maravilla crear un cueva pirata en la luna! para Crear y Re-memorar, como tú decías, desde “una perspectiva Lunar/Lunática”.

La Cuarta Galaxia Espiral son Momentos de Re-membranza Trascendental: las conferencias, los encuentros con las mujeres, los viajes con las amigas, la llamada de lo Salvaje, la Búsqueda de las antepasadas, los momentos de tristeza por la muerte de tus amigas y comadres brujas, el anillo espiral de cuatro, entre otras vivencias.

Desde esta Galaxia Ves y Nombras el presente superficial de los amos/padres, ese primer plano que nos quiere en un estado de cautiverio, orbitando en su sistema de tiempos muertos, lineales, reproduciendo las mentiras academentes de la falocracia aburrócrata, desconectadas de nosotras mismas y de la naturaleza, de nuestro Ser Salvajes y que, lúcidamente, llamaste la Era del Des-membramiento, cada vez más sofisticada y camuflada en los mensajes subliminales de las ´ologías´, de las que muchas mujeres secuaces de la falocracia son hoy parte, lo cual implica que nuestra tarea se torne más desafiante. Quizás seguimos siendo una Minoría Cognitiva, pero Coraje ¡sí que tenemos! Como el que tuvieron las mujeres en Dublín (1987), al marchar para recuperar la noche o el que tuvieron tus alumnas y Comadres protestando y denunciando a los Cobardes aburrócratas de la Universidad de Boston que ningunearon tu trabajo y te negaron de forma sistemática un aumento de sueldo. Me alegro tanto de cómo decidiste salir de la apraxia -Rompiendo con el Tabú Terrible- fotocopiando la carta de respuesta del rector y enviándola a tus colegas en distintas partes del mundo y leyéndola a tus estudiantes ¡Qué Coraje! Fuerza Brujeril que emerge cuando Una está conectada con la Rabia que nos hace dar Saltos imprevisibles, porque al mismo tiempo que le damos vuelta al alma, nos damos cuenta de que estamos Vivas.

No quisiera dejar de mencionar “El Regreso de las Brujas”de 1989, cuando junto a tus Comadres en el teatro Sanders de la Universidad de Harvard, realizaste la Celebración del Éxtasis al enjuiciar públicamente a los pornógrafos, a los asesinos en serie, a los violadores de la tierra, a los que marchitan el ingenio, a Freud y sus cómplices destructores de la mente, a los academentes que drenan la mente y a los asesinos del alma de las mujeres ¡Qué Gran/Diosa idea, Mary! Y también el Primer Congreso Interdisciplinar Intergaláctico de Sabias Ancestrales, Comadres y Sus Parientes – en la Otra Cara de la Luna- con Fabulosas asistentes/oradoras: Granuaile, Pirata Irlandesa (S. XVI) Invocando los Poderes Elementales, Hipatia de Alejandría, Atravesando y Superando épocas de Des-membramiento nos llama a Re-membrar ¡Ahora!, Susan B. Antonhy que, apenas llegando a la Roca de la Oradora, grita ¡Fracasar es imposible!, Harriet Tubman, que propone hacer un ferrocarril subterráneo a la Otra cara de la Luna, haciendo de guía a las hermanas aun encadenadas, ayudando a mostrarles el camino, a subirse a las naves, proponiendo como co-guía a la hermana nativa americana Sacajawea (mujer pájaro- barquera) con su sentido de la orientación para guiar a las mujeres a cruzar a través de la niebla y el Mar subliminal. Y, por último, la Presencia de la mujer Araña, que solo salvará a aquellas mujeres que se mantienen en contacto con ella por medio de las hebras invisibles sobre las cabezas.

Por eso, Pienso/Siento que es tan importante, como señalas en el Momento de la Gran Recapitulación, asumir la tarea de Activar y poner en Movimiento, en el Ahora/Presente, las Intuiciones del conocimiento subliminal que todas las mujeres poseemos, para comenzar a Movernos en Espiral hacia un Presente Profundo ¿Cómo? de la mano de nuestras Ancestras, Re-invocándolas para iluminar nuestro Presente y, por cierto, el Futuro. Fiándonos de / confiando en las Mujeres -Portadoras de Memoria- que nos puedan guiar por las Mareas, porque que han navegado antes, atravesando turbulentas aguas, Re-conociendo las corrientes provocadas por las turbinas fálicas, de las Corrientes Elementales que llevan a Buen Puerto. Oyendo y dejándonos Tocar, Rompiendo el tabú patriarcal de la división y competencia entre mujeres, especialmente aquella que se expresa entre viejas y jóvenes, haciéndonos creer que se vuelve a empezar, como de costumbre, desde cero.

En el Ahora Deslumbrante – por fuera del reloj – saltando el calendario, estamos Hoy Re-unidas. Es  tiempo de Recapitulación…somos Conscientes del presente superficial, pero aún más de lo Poderosas que Somos juntas, porque Vemos y Re-conocemos a las Mujeres Verdes, a las Diosas, a las Brujas y Lunáticas en Nosotras Mismas.

Gracias Mary por Seguir Adelante, porque tantas de nosotras estamos Ser-siendo -Pecando a lo Grande- Ya tengo mi propia nave y seguiré reuniendo cada vez más Coraje: No Olvidando, No Enmudeciendo, Ni Paralizándome, sino ¡Manteniéndome Firme!.

Encuentros Intergalácticos  Sabina Editorial & Feministas Lúcidas

14.01.2023

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Escritos de Feministas Lúcidas

La Filosofía Feminista Elemental, Carmen Martín

Canción “La Hora de la Brujería” de Willie Tyson que interpretó en el encuentro “Estamos Hartas de Vuestra Educación”.

La influencia de Mary Daly en mi vida es vasta y profunda. Me parece que, a pesar de mi amor por las palabras, éstas me son esquivas y tengo poco tino al elegirlas cuando se trata de hablar de ella.

Como muchas de vosotras sabéis, leí por primera vez a Mary Daly hace ocho años y desde entonces ha sido mi Amiga del Alma. Como ella misma dice, una amiga del alma es “una bendición que acompaña”[1]. Para mí, es una Comadre que llega en Tiempos de Mareas y no son pocas las veces que siento su Presencia[2]. La siento sobre todo cuando ante un dilema sin salida aparente me señala una Tercera Opción Trascendental. Sé que no soy la única que siente su Presencia, porque así me lo han hecho saber, especialmente cuando a Una le visitan aves que anuncian La Cuarta Galaxia.

Durante el “Foro sobre la Mujer en la Educación Superior” que se celebró en la UB el 27 de febrero de 1975.

Yo, que soy Cotilla[3], siempre he querido saber cómo se desarrolló la Filosofía Feminista Elemental, y ¡qué alegría leer La Tercera Galaxia! Es la autora misma quien me cuenta como la Des-cubrió. Hay un pasaje de Pura Lujuria que me encanta:

La Rabia (…) es una Fuerza transformadora y concentrada. Como una yegua que atraviesa los campos en una noche de luna llena, con sus crines al viento, la Rabia galopa y sus cascos golpean con Pasión desatada.

Qué placer cuando en esta Galaxia leí que este pasaje está inspirado por la yegua que vivía en el campo de al lado, que cuando se escapaba en las noches, relinchaba con el Éxtasis de la Libertad. La Filosofía Feminista Elemental no se puede entender sin la Inspiración que traen los animales, los ángeles, las fuerzas elementales. Es precisamente en esta Galaxia cuando se Materializa esta Inspiración[4]. Lo vemos con el Monte Santa Helena invitándola a explotar juntas, los caballos y el Sentido Común Animal, las abejas y las gatas, y por supuesto las arañas, que nos enseñan a tejer nuestras propias redes e inundan la obra de Daly con gracia y destreza. El capítulo 13 de Pura Lujuria lo escribieron ni más ni menos que las Parientes Felinas de Mary y Denise, Gata Salvaje y Ojos Salvajes.

Descubrir la Filosofia Feminista Elemental es justamente eso, materializar la concordancia cósmica. Es Darse Cuenta de que todo lo que Es (todo lo que verdaderamente Es) está en comunión con todo lo demás. Lo Elemental es “una forma de ser-siendo/pensamiento filosófico que surge junto con la conciencia metapatriarcal”. Es la conciencia que está en armonía con lo Salvaje en la naturaleza y lo Salvaje en Una Misma.

La fuerza de esta filosofía tiene su fuente “en la ruptura de las mujeres con los modos de pensar/ sentir domesticados de la falocracia… Es la fuerza de la razón enraizada en el instinto, en la intuición, en la pasión”. Esta Llamada de lo Salvaje es esencial para liberarnos de la neutralidad ontológica, que como dice Adriana Alonso Sámano, es la muerte en vida[5]. Esta Llamada es una invitación constante a abandonar el Estado de Cautivero falocrático. Pero como Labrys de doble filo es también la invitación a escuchar “los Sonidos Elementales de la Otredad que despiertan nuestra Pertenencia, que nos convocan a emprender los Viajes de Exorcismo y Éxtasis”.

Cómo no sentirse llamada por la brisa del mar o por la luna llena. La Filosofia Elemental nos libra de la neutralidad ontológica, sin separar alma y cuerpo, sin separar el cuerpo de la palabra[6]. Esta Filosofía es la Llamada a seguir “los deseos más profundos de nuestros corazones y conectarnos con las auras de los animales y las plantas”. Es la invitación a movernos en comunión planetaria con las estrellas más lejanas.

Pero hay otra tarea esencial de la Filosofía Feminista Elemental y es aprender a confiar en el juicio propio. Aprender a confiar en los poderes profundos de una misma que nos permiten discernir lo superficial de lo Profundo, lo real de los sustitutos, y por supuesto, a Actuar en consecuencia.

Sobrevivir al reino de los rastreros exige Coraje, exige “ser intelectual de la manera más directa y atrevida (…) exige confiar y Actuar conforme a nuestras intuiciones más profundas”.

Si he aprendido de La Tercera Galaxia es a elegir mantenerme firme. Mary fue atacada por la academencia, invadiendo sus clases, amenazándola con expulsarla. Fue embestida por la carta de Audre Lorde y sus tergiversaciones, y por los males falocráticos de la década de los 70 y 80. Sin embargo, eligió mantenerse firme, invocó el Coraje de Pecar a lo grande.

Hace poco leí que una mujer en una conferencia halagó su Coraje y Daly le contestó: “no admires mi valentía, cultiva la tuya propia”. Hoy, en el fin del patriarcado, en la Era de la Biofilia, cuando Re-membro con alegría lujuriosa las hazañas y enseñanzas de nuestra Ancestra, os incito a Pecar a lo grande, a arrojar la cautela por la borda y a que lancemos la vida lo más lejos posible.

Protesta estudiantil en la Universidad de Boston en apoyo a Mary Daly.

[1] Daly, Mary. (2022). Ex/Órbita. Un Viaje Deslumbrante. Sabina Editorial.

[2] Poder de Presencia significa “flujo de energía sanadora experimentado por las mujeres que están Presentes entre sí en un Nuevo tiempo/espacio; Poder de las mujeres identificadas como mujeres, que irradia hacia el exterior, atrayendo a Otras” (Daly, 2022, p.279).

Por supuesto, estar Presente supone “realizar nuestro potencial de Presenciar, es decir: Materializar como Presente el pasado y el futuro; Conjurar la Presencia de las Primeras Ancestras, Parientes Antepasadas y Otros seres de lo Profundo” (Daly, 2022, p. 489).

[3] Cotillear significa: “ejercer el Poder Femenino Elemental de Nombrar, especialmente en Presencia de otras Cotillas (…) adivinar y comunicar los secretos de los Elementos, la sabiduría de las estrellas” (Daly, 2022, p. 466).

[4] Esta Galaxia es precisamente la aventura de Ser-Bruja. El despliegue de Ser-Bruja es de hecho

“saltar/brincar/volar inspirada por la Lujuria de la Metamorfosis”.

[5] Adriana Alonso Sámano, Nacer y seguir naciendo de Ella. La Esfera infinita en la Tierra, en el n°62 de la Revista Duoda, 2022.

[6] La Comprensión profunda de tener un cuerpo almado me la Des-cubrieron mis Comadres de Feministas Lúcidas.

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Un Viaje hacia la Radicalidad. Mi experiencia de lectura de la Segunda Galaxia Espiral. Andrea Franulic Depix

El rugido de Tigresa intergaláctica de Mary Daly me llega como oleadas de Gran Viento a mis oídos, trayéndome revelaciones de lo Profundo femenino, medida del Mundo. Interpela mi presente, equidistante al suyo, en el sentido Espiral del Tiempo. Atravesamos juntas, rugiendo, la Segunda Galaxia de su Viaje Deslumbrante (1); ella, a principios de los años setenta; yo, a finales de 2022. Cuando una mujer -Comadre y no secuaz- ruge, dice la verdad salvajemente. Rugir en femenino es decir la verdad salvajemente.
En la Segunda Galaxia, esta verdad emerge desde lo Profundo femenino gracias a Momentos de Ruptura y Re-Invocación para Re-Convocar los Recuerdos Originarios. El Viaje que toda mujer que se identifica con las mujeres realiza, implica Momentos de Ruptura con las falsedades patriarcales, sedimentadas en sus doctrinas, ideologías, discursos e instituciones. Consiste en Des-cubrir que quedarnos “metidas dentro” es una contradicción que terminará por asimilarnos, suprimirnos y eliminarnos. En la Primera Galaxia, Mary Daly piensa que es posible reformar la Iglesia a favor de las mujeres, y escribe “La iglesia y el segundo sexo”. Ahora, en la Segunda, se da cuenta de que esta idea es tremendamente moderada e igualitarista, una propuesta fagocitadora para nosotras, como todo lo reformista, como todas aquellas ideas feministas que intentan “mejorar” el sistema desde dentro.
¿Qué puedes mejorar de una estructura que en sí misma constituye la negación de la palabra de las Mujeres Salvajes? Solo es posible ir más allá, donde nos encontramos las Comadres hermanas, hermanadas en un rugido polifónico y polirrítmico; solo es posible situarnos en los Límites, para estar al acecho de las trampas mortales y demoníacas de los patriarcas misóginos y, al mismo tiempo, Re-Invocar nuestro Pasado Profundo. La iglesia solo puede contener mentiras, porque el padre, el hijo y el espíritu santo constituyen la usurpación e inversión de la Trinidad femenina, la eliminación de la relación nuclear de la madre y la hija.
Mary Daly, en la Segunda Galaxia, rechaza el destino de transformarse en una mujer-cuota de la iglesia y de la academencia, se lanza de lleno a la Piratería para Contrabandear los Tesoros que nos pertenecen a las mujeres, y esquiva los falsos dilemas que le colocan en su camino los patriarcas para dejarla atrapada como feminista de pacotilla. Para esto último, inventa la Tercera Opción Trascendental, aquella que supera el dilema “mirándolo de frente, atravesando los velos del engaño, Nombrando el juego”. De esta manera, sube al púlpito en la iglesia de Harvard a dar un sermón sobre el Éxodo que es un anti-sermón, y va sostenida por sus amigas Comadres, las Tigresas; escribe una introducción para la nueva edición de La iglesia y el segundo sexo que titula “Introducción feminista post-cristiana”; dicta, en los Límites de la academencia, cursos de feminismo radical en diferentes asignaturas, cada vez más repletas de alumnas. Todas estas acciones nacen de invitaciones de los patriarcas con la finalidad de asimilarla como mujer-cuota, sin embargo, rehuírlas implica caer en un auto-borrado/eliminación/silenciamiento. Entonces, decidió estar en cada una de estas instancias, encontrando una Tercera Opción Trascendental, que ahora yo solo enuncio, pero ella describe con viveza, color y detalle en los pasajes de esta Galaxia.

Son los años en que el Movimiento de Mujeres se revela con toda su potencia y Ginergía, la Hermandad de las mujeres que se identifican con las mujeres se siente en todas partes, se huele en el aire, se refleja en las auras de todas, se saborea en las palabras, ilumina las miradas con su brillo característico y eriza los poros de la piel, superando con creces el letargo mortal del Momento anterior, producido por la afasia, amnesia y apraxia impuestas por la falocracia, trayendo consigo la Promesa Incumplida y Rota para las mujeres que entraron a la universidad en los años cincuenta. Ya sabemos que, de este incumplimiento, Mary Daly intuitivamente se zafó, guiándose por las Mareas de su Mar Subliminal.
El amor entre mujeres, la ‘existencia lesbiana’, se asoma en esta Galaxia encarnada en la relación con su amiga, con quien compartirá amorosamente durante dos años, pero es en la Tercera donde se hilará de manera firme, creativa y deliciosamente sensual: el Tabú Terrible, el Tabú Total. La amistad de Adrienne Rich, a quien conoce en estos años, que abarcan de 1971 a 1974, aparece todavía como un pendiente que, me imagino, tendrá su desarrollo después. La conmueve mucho una de sus poesías. También Rich está en su propio Viaje, creo que, en su caso, hacia la ‘lengua común de las mujeres’ y hacia el ‘continuum lésbico’.

Si la Primera Galaxia Espiral está marcada por la publicación de La iglesia y el segundo sexo, la Segunda lo está por Más allá de Dios Padre. En este salen a la luz varios mecanismos u operaciones que los eliminadores malignos estratégicamente perpetran para apagar nuestra llama interior y hundir en el olvido lo profundo de nuestra verdad radical, nuestra potencia femenina, energía creadora infinita. En sus libros al acecho, la autora devela estos mecanismos con riguroso esmero académico, conocedora como es de la teoría patriarcal teológica y filosófica, dejando al descubierto las absurdas abstracciones del raciocinio masculino y sus engaños contra nosotras, y esquivando la metodolatría de la academencia. También metaforiza en femenino los nombres que necesitamos para hacer emerger la realidad y tocarla. Creo que esta lectura de Ex/Órbita nos permite, como lectoras intuitivas y salvajes, familiarizarnos con estos nombres metaforizados y recuperados desde el significado original de las palabras, su étimo, descomponiendo los prefijos necesarios con guiones elocuentes y sintiendo la sustancia táctil de sus raíces, que nos hace Re-Membrar el origen del sentido primario, elemental y natural de la Lengua Materna: transfiguración que se hace visible en su Brujedario.
Es tal la fragmentación que de nuestras vidas han hecho los eliminadores, que necesitamos todas las conexiones necesarias para salir de la confusión, contradicción, ignorancia y desorden simbólico. A Daly le interesa hacer estas conexiones y las voces de las mujeres autoidentificadas como mujeres le llegan del pasado y el futuro para decirle que siga escribiendo. Hay un pasaje especialmente emotivo que me gustaría leerles, está al final de la página 250 y dice así:

Todas esas mujeres estaban en esa habitación conmigo en ese momento, y todavía están conmigo Ahora. Decían, están diciendo: “Presta atención a esto. Es muy importante que lo entiendas. Ayúdanos a entender. Analiza esto. Dilo. Rabia. Llora. Ríe. Crea un lenguaje para expresar lo que esto significa. Muestra las conexiones. Haznos ver las conexiones. Todas hemos estado aquí. En las mesas de reuniones. En las mesas de comedor. A Nosotras, que somos tan capaces, nos llaman ‘incapaces’. Pon tus propias cartas sobre la mesa. No estás sola. Nunca estarás sola. Estamos contigo. Somos tú. Siempre estaremos contigo. Incluso cuando no entendamos, o cuando tú no entiendas, estamos contigo. Escribe. Por favor, sigue escribiendo”. Y así lo hice, desde luego. Por supuesto que lo hice.

Sin desmerecer nada de su obra Más allá de Dios Padre, Daly reconoce que se le ha quedado sin enlazar una importante conexión, en la que repara una vez que el libro ha sido publicado. ¿Por qué hablar de Dios si es la Diosa? Dios y Padre son una misma conjunción que usurpa e Invierte a la Diosa y a la Madre, que son antes y contiguas, porque las sociedades pre-patriarcales nunca han sucumbido, se han perdido en el Olvido del primer plano superficial de los padres, pero, en lo Profundo, siempre han estado aquí y en cada una de nosotras.
¿Cómo no lo he notado?, se pregunta Mary Daly a principios de los años setenta, además de reparar en otras operaciones inclusivas del lenguaje y, por lo mismo, tramposas y falsas. Yo me pregunto también, cómo algunas feministas, en estos Momentos Espirales que vivimos, siguen diciendo Dios. Y es en este mismo movimiento reflexivo que la autora cuestiona la palabra humano, porque esta es igual a hombre. El Viaje acá me ha remecido en mi presente, es cuando le he estrechado la mano fuertemente en este punto equidistante de la Espiral del Tiempo de mi lectura, pues el término ‘lenguaje inclusivo’, que se escucha en los espacios academentes de hoy, en los que me muevo a diario, me ha parecido siempre una trampa mortal de los eliminadores demoníacos… ahora lo digo con estas palabras.
No solo se trata de morfemas de género gramatical, sino de palabras que, en sí mismas, son inclusivas, o pretendida y falsamente neutras, como algunas que Mary menciona: dios, androginia, homosexualidad y, como he dicho, humano. Podríamos sumar más a la lista, por ejemplo, género o expresiones como “violencia de género”, etc. Respecto de la palabra humano, he pensado en mi amiga Adriana Alonso Sámano, quien ha desechado esta palabra y ha planteado que somos Criaturas Maternas (2). Me llena de sentido. Ella que pasó por el humanismo, yo que enseño en humanidades, sabemos cuán androcráticos y androcéntricos son estos espacios. Entonces, la Diosa y no dios, Criaturas Maternas y no humanas.
Vamos tejiendo los hilos originarios al recuperar la Lengua Materna que dice la verdad, porque no separa las palabras de la realidad; la madre, o quien por ella, enseña dicha correspondencia desde que habitamos su tibia y resguardada matriz. Además, Criaturas Maternas nos aúna, en una misma danza intergaláctica, con las otras especies y con la naturaleza toda. La depredación de todo lo vivo que ha hecho el patriarcado necrofílico será una preocupación política y radical de Mary Daly que, en la Segunda Galaxia, se atisba, en especial por su ida a Richland, una “ciudad patológicamente pro-nuclear” donde la gente vive en un “espacio-tiempo muerto”, no obstante, esta preocupación tendrá su fuerte desarrollo en Momentos Espirales posteriores.
Criaturas Maternas nos hermana a todas las especies, sobre todo a las mamíferas, que maman de las mamas, y que se comunican a través de la empatía, como nosotras con la madre, o con quien esté en su lugar, en nuestros primerísimos meses de vida. La empatía fue el método de conocimiento que usaron las Brujas, método guiado por la diosa Hera y no por el dios Hermes, usurpador de los caminos, y que Edith Stein en 1916 le dedica su tesis doctoral, definiendo la empatía como una cualidad relacional de toda criatura viviente (3). Como en la naturaleza existe la riqueza de la disparidad, podemos decir que convivimos en el planeta las Criaturas Maternas Elementales, usando palabras de Adriana y Mary, y nosotras (os), sin dejar de ser Elementales, las Criaturas Maternas Simbólicas, uniendo palabras de Adriana y Luisa, Luisa Muraro. Pues la diferencia sexual, en nuestra especie, es cuerpo y lengua juntas, biología y semiología indisolubles, confluencia de naturaleza y cultura, cuya depositaria y continuadora es la diferencia femenina. Criaturas Maternas en femenino: hembras y Fembras. Nosotras, Ser-Siendo Fembras. Etimológicamente, ‘femenina/o, feminidad’ derivan de ‘hembra’, asimismo, la h fue antes f en la historia del español (4).
Para ir cerrando, leo el pasaje sobre lenguaje inclusivo y el pseudogenérico que tanto me removió, está en la página 235 y dice así:

De hecho, estas tres palabras, androginia, Dios y homosexualidad, son todas falsamente inclusivas y todas infravaloran la Realidad/Realeza Femenina. Todas ellas funcionan para asimilar, disminuir y sacrificar el Yo de las mujeres en aras de algo que se imagina más universal, o más grande o mejor. Todas subestiman y omiten la Fuerza, Originalidad, el Poder Creativo, el Orgullo Femenino. Todas ellas sirven para engullir el ser-siendo de las mujeres en un sistema falocrático de lenguaje, pensamiento y comportamiento.

Te estrecho la mano, Mary, en este Viaje Espiral, guiadas por el Gran Viento y el rugido de tu Voz de Tigresa, mientras en un aula universitaria cualquiera, entrando ya el año 2023, en este territorio llamado Chile, una profesora cualquiera deja caer pesados, abrumadores y aturdidores ladrillos de su boca, falseando su Ser-Hablando con el uso del lenguaje inclusivo en su versión pseudogenérica, anulándose a sí misma. Adoptando el sentido del humor masculino, falsifica su Ser-Riendo, escindida en abstracciones absurdas, en el desorden simbólico que es la locura femenina, actuando de mala fe y convirtiendo el aula en un espacio academente, a vista y paciencia de alumnas y alumnos, que creen que hablar así no está del todo tan mal, total, los géneros gramaticales son un mero accidente de un lenguaje arbitrario y desmotivado, como les enseñó la patriarcal ciencia lingüística.
Tras este uso eliminador de la diferencia femenina se despliega una serie de conocimientos mentirosos, que fragmentan cuerpo y palabra, cuerpo y mente, cuerpo y alma, naturaleza y cultura, privado y público, pasivo y activo, animal y humano, y femenino y masculino, estos últimos proyectados como atributos con vida propia que vuelan por el éter (5), duplicación que subyace al término androginia y al uso del lenguaje inclusivo pseudogenérico. Se despliega un sinfín de conocimientos falsificadores de la experiencia femenina, de nuestras genealogías, de la autoridad materna y su obra, mediante las dicotomías propias del pensamiento patriarcal, de la ley del padre, de la racionalidad griega, inclusiva, edulcorado todo de profesionalismo y progresismo: educación sin relación, sin alma, sin sangre en las venas, sin autenticidad. Son las clases academentes y metodocráticas, clases en el Primer Plano Superficial de los Padres, naturalizadas: no se ven, no se cuestionan, se aceptan sin chistar y pueden ocasionar la muerte en vida de las jóvenes y los jóvenes.
No hay versión del lenguaje inclusivo que nos sirva, Mary, el concepto mismo está inundado de violencia hermenéutica. Ni siquiera nombrar el morfema A, con o sin el morfema O, si es un nombrar que se queda en la superficie lingüística o que intenta la engañosa igualdad; ni nombrar el morfema E para incluirnos a todEs, pues nos vuelve a eliminar a las Fembras; ni nombrar O, A y E, que confunde diferencia sexual de lo profundo, con identidad de género de lo superficial; identidad que usurpa, invierte e imita; borra, elimina y silencia. Yo te estrecho la mano, equidistantes en nuestros presentes, cuando enseño en mi aula, libre de academencia, un aula creativa y creadora, sexuada en femenino, cuando traigo los hilos de oro del Pasado Profundo, matrilineales, de la Lengua Materna, y mis alumnas y alumnos se regocijan con todos los Tesoros que les llevo, que he Contrabandeado, como profesora Pirata, Salvaje y rugiente.

Santiago de Chile, primavera de 2022.

(1) Mary Daly, Ex/Órbita. Un Viaje Deslumbrante. Traducción al castellano de Carmen Martín Rojas. Publicado por Sabina Editorial (Ana Mañeru Méndez y Carmen Oliart), Madrid, 2022.
Este texto lo he escrito en el marco de las conversaciones organizadas por Sabina Editorial y Feministas Lúcidas en torno a las cuatro galaxias en que se divide este libro de Mary Daly.

(2) Ver su texto Nacer y seguir naciendo de Ella. La Esfera infinita en la Tierra, en el n°62 de la Revista Duoda, 2022.

(3) Las referencias a las Brujas, a Hera y Hermes y a Edith Stein provienen de diferentes textos que he leído de María-Milagros Rivera Garretas. De Hermes usurpador, la autora también deriva el concepto de ‘violencia hermenéutica universitaria’.

(4) Adriana me trajo y me hizo recordar este cambio fonológico en nuestra lengua, luego que me hiciera un comentario, lleno de augere, sobre mi participación en una conversación a la que me invitó Marisol Torres en el contexto de un ciclo de conversaciones que tituló Las Palabras que Adivinan. Yo hablé allí de la etimología de la palabra ‘feminidad’.

(5) Para esta idea de lo femenino y lo masculino como atributos, ver María-Milagros Rivera Garretas, El amor es el signo. Educar como educan las madres, Sabina Editorial, Madrid, 2012.

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Escritos de Feministas Lúcidas

El cuidado como una práctica amorosa que sostiene el mundo , Pía Cajas Maureira

El presente escrito, es un intento de indagar sobre la importancia del cuidado cariñoso de las niñas y los niños y la relevancia que este tiene para una sociedad. Propone como un punto importante, la despatriarcalización de este, desde el punto de vista del realce del cuidado, como un acto amoroso que sostiene el mundo, que acompaña el cambio civilizatorio, tan necesario en estos tiempos.

Hoy en día, vivimos en una sociedad de muchas transformaciones, una sociedad que exige poner el amor al centro y relevar la importancia del cuidado, que históricamente ha sido femenino, es la clave para transformar la visión antigua y patriarcal de este, donde era visto como secundario, sin valor y menos importante que otras labores.

Entendiendo el cuidado como vital, nos abrimos a la posibilidad de restablecer su valor, más allá de lo monetario, un valor simbólico que posicione esta labor civilizatoria como una tarea que ha sostenido el mundo.

Niños y niñas desde su nacimiento son seres con la capacidad de relacionarse socialmente, esta se desarrollará si sus cuidadores están disponibles para esto. El bebé necesita de cuidados para sobrevivir y desarrollarse, pero no puede hacerlo por sí mismo. Diversos estudios han demostrado que un niño o niña, no solo requiere de alimento y abrigo, sino que además requiere de experiencias afectivas. Los vínculos afectivos son tan importantes como la nutrición y el cuidado de la salud, un entorno cariñoso promueve aprendizajes, y bienestar integral para niños y niñas, quienes necesitan amor y necesitan jugar, con compañeros y compañeras simbólicas que acompañen su juego. Jugar viene del latín “Iocari” que significa hacer algo con alegría, y hacer algo con alegría supone sonreír.

 “La madre, al sonreír, le enseña al niño que mirar el mundo vale la pena. La continua y reiterada aparición del rostro sonriente en el campo visual del niño, va construyendo el deseo de mirar rostros. Si la sonrisa se instala como marca del rostro, la seriedad es leída como una “no-sonrisa” que potencia aún más el rostro sonriente, como un augurio de alegría.

La sonrisa, entonces, es vivida como una serena confluencia de miradas, como un acuerdo gestual que oficia de espejo de dos caras.
La sonrisa invita a mirar, hace de la boca un arco iris que irradia su luz al resto de la cara. La risa, en cambio, nos acerca a la pasión, a la convulsiva y estallante luminosidad. La sonrisa ilumina por irradiación, la risa por explosión. Su ejemplo es la carcajada, que irrumpe para luego desaparecer bruscamente.
Para gozar de la risa es necesario ser introducido con anterioridad en la sonrisa. Es ella la que nos acerca, pausadamente, a la pasión de la risa. Si el niño recibiera sólo risas, si careciera del camino que abre la sonrisa, se asustaría, perdería referencias, sería espectador pasivo de una escena extraña e incomprensible. Sonreír abre las puertas”. (Daniel Calmels, 2018).[1]

En relación a lo anterior, entendemos que niños y niñas requieren un cuidado cariñoso y sensible a sus requerimientos, no solo alimentos, higiene y abrigo, sino que también juego, sonrisas, amor y contención.

Históricamente esta persona ha sido mayoritariamente una mujer, la madre, abuela, alguna tía e incluso personas ajenas a la familia, también mujeres, sin embargo, corrientes feministas o algunas propuestas de las nuevas masculinidades, proponen la necesidad de “desfemenizar” el cuidado, debido a la escasa participación de hombres estas labores y al enfoque de las políticas públicas hacia la díada madre-hijo o hija, sin embargo, observo como necesario replantearnos este concepto y apuntar más hacia una “despatriarcalización” del cuidado, dado que, en lo concreto, si sacamos a las mujeres de las labores de cuidado, ¿quién cuidaría entonces?, ¿lo harán los hombres, así sin más? ¿por qué los hombres hasta ahora no se han hecho parte del cuidado?, pienso que la reflexión es mucho más profunda.

Despatriarcalizar el cuidado, hace referencia a la importancia de otorgar el valor que el cuidado significa, un valor que difícilmente puede ser remunerado con justicia, puesto que quienes cuidan dejan su vida en ello. Cuando hablo de dar valor, me refiero más a un valor simbólico, un valor simbólico que la sociedad entera debería reconocer en este acto tan valioso y generosos de sostener el mundo, pues cuidar es eso, es sostener, es educar, es proteger y guiar, significa una práctica que tiene que ver con la transmisión de conocimientos, de afectos, de tradiciones y costumbres, y que influyen en la psiquis de ese niño o esa niña que es cuidado o cuidada, y por supuesto en las relaciones que establecerán en el futuro, tanto con otras y otros, como con su entorno y consigo misma o consigo mismo.

“El descubrimiento de la libertad femenina es en una mujer, (y a veces en un hombre) una experiencia de despertar: despertar del sueño de la modernidad y, también, del sueño de su agonía, la postmodernidad. La modernidad y la postmodernidad se han esforzado mucho por inculcarnos a las mujeres una idea patriarcal de libertad: la libertad individual o individualista, libertad que en el mundo se mide en términos de progreso ininterrumpido y de expansión sin límites, con o sin sentido. La terquedad del esfuerzo ha adormecido lo femenino libre, alienando de sí a muchas mujeres al olvidar o perder el sentido relacional de la libertad, no individualista” [2] 

Observamos en esta cita que existe una falsa idea de libertad, individualista y depredadora, que sitúa a la mujer y también al hombre, en lo que la autora denomina una agonía. Contrario a esto, se presenta un sentido relacional de la libertad, no individualista, haciendo referencia al término “estar en relación”, y estar en relación supone un intercambio con otras y otros, una danza de dar y recibir, las mujeres hemos entendido esto y por eso somos quienes ofrecemos al otro o la otra, nuestro amor, cariño y contención, un acto de servicio que está fuera de la lógica patriarcal, o del intercambio neoliberal, donde pago por un servicio y exijo recibirlo, pues ni todo el oro el mundo podría pagar por un cuidado incondicional, afectuoso y desinteresado como el de una madre hacia su criatura.

María-Milagros Rivera Garretas habla del estar en relación, como una relación sin fin, que por un lado, no tiene fin en sí misma, es decir, no es una relación instrumental, y por otro lado es eterna, el estar en relación es una experiencia que no tiene fin. “Deseo relacionarme con otras para sentirme bien, gozando de la relación, la relación sin fin, por el gusto de estar en relación”.[3]

EL TRABAJO DE LAS MUJERES 

Diversos estudios en los últimos cincuenta años, han investigado sobre las mujeres y el trabajo, pero muy pocos estudios han indagado sobre las condiciones en que mujeres y hombres trabajan, las que por cierto, no son las mismas.

“Durante mucho tiempo, las condiciones de trabajo de una mujer y de un hombre han estado condicionadas por el patriarcado; siendo el patriarcado una expresión histórica de la política sexual. Hoy, al final del patriarcado (o terminado ya el patriarcado[4]), entrevemos que la relación histórica entre una mujer y el trabajo es decisiva para entender la crisis del trabajo que vivimos y, entendiéndola, inventar soluciones que no se queden por detrás del presente”.[5]

El patriarcado nunca ha ocupado la realidad entera de una mujer, ni de un hombre tampoco, sin embargo, las instituciones han forjado sus bases bajo el orden patriarcal, siendo el trabajo una de las instituciones que ha sido hecho a la medida del cuerpo masculino, no a la medida del cuerpo femenino.

 “Sin embargo, el patriarcado como condicionante de las condiciones de trabajo no se explicitaba nunca. Quedaba en silencio, como algo dado, como una premisa muda. Algo que, precisamente por estar silenciado, reaparecía una y otra vez como un fantasma recurrente en los innumerables encuentros feministas y, también, de hombres no patriarcales sobre la mujer y el trabajo.”[6]

Las mujeres hemos trabajado siempre. Pero solo al trabajo hecho a la medida del cuerpo del hombre le hemos llamado trabajo. No a todas las demás tareas productivas que las mujeres hacemos, que son muchas y muy importantes, como el cuidado de la casa, de los niños y niñas, de las abuelas y abuelos, de enfermas o enfermos, o de personas con capacidades diferentes.

 “Por eso, porque solo al trabajo hecho a la medida del cuerpo de hombre le llamamos trabajo, no protestamos, o no apenas, cuando de una madre o de un ama de casa se dice que “no trabaja”. Ni protestamos de un modo convincente cuando ganamos menos por hacer el mismo trabajo que un hombre. No porque nos guste cobrar menos ni porque nos deje de parecer la injusticia social flagrante que es, sino porque reservamos la energía para algo más importante: algo que es la interpretación libre del sentido del trabajo, del sentido que lo que se suele llamar trabajo tiene o puede tener para las mujeres y, también, para los hombres. Las mujeres sabemos que si tapáramos con dinero o con derechos todas las contradicciones que plantean los condicionantes patriarcales del trabajo, entonces nos taparíamos nuestra propia boca y nuestros propios ojos, quedándonos sin autoridad para interpretar libremente el sentido que el trabajo tiene o no tiene para las mujeres y para la humanidad.”[7]

Las mujeres entendemos el trabajo como un espacio de vida también, donde no solo entregamos un servicio y este nos es remunerado, consideramos muy importante que otros factores también se expresen en el trabajo que deseamos, idealmente que sea de tiempo parcial, para tener tiempo para hacer las cosas en casa y cuidar a quienes amamos, o compartir con quienes deseamos hacerlo, también para escribir, crear, pintar, danzar, entre tantos deseos que pueda querer realizar cada mujer. También evaluamos la calidad del trabajo, no tan solo por la remuneración que recibiremos, sino también por las relaciones que establecemos en el espacio laboral. “Decía hace unos años un estudio publicado en la revista norteamericana “Newsweek” que, en la empresa, los hombres harían cualquier cosa por dinero; las mujeres, en cambio, no.”[8]  Requerimos de trabajos a la medida de nuestros cuerpos, en los que nos sea posible compatibilizar otras labores, tanto o más importantes.

DESPATRIARCALIZAR EL CUIDADO 

En este sentido, las mujeres no queremos ponerle un valor monetario a todo, pues si bien nos interesa el dinero, también y mucho más nos interesa el amor, el cuidado, dar vida a nuestros deseos, crear, estar en relación y darle un sentido a esa relación. Ya no se trata de conciliar el trabajo, que conlleva el desarrollo profesional y la maternidad, que expresa el deseo de ser madre, las mujeres hoy damos un doble sí, a ambos deseos, sin dejar ninguno de lado, pero a ambos, los aceptamos como deseos no como obligaciones impuestas.  Lo dicen con las siguientes palabras, el 2010 las mujeres del Gruppo Lavoro de la Librería de mujeres de Milán:

“Queremos poder decir sí al trabajo y sí a la maternidad sin sentirnos obligadas a elegir. Cuando decimos sí al trabajo, decimos sí a un aspecto del vivir que es el dinero necesario para la comida, la ropa, la casa. Pero es también realización, crecimiento, invención, proyecto social. De esto no queremos ser excluidas si elegimos ser madres. La paternidad se inscribe de modo distinto en el cuerpo y en la mente de los hombres, y de esto sabemos poco. Los padres no hablan, no narran y sin embargo, también para ellos están cambiando muchas cosas. La paternidad ya no está garantizada por el destino femenino: hoy los hombres, si quieren ser padres, tienen que hacer cuentas con lo que escojan las mujeres. Hoy más que nunca, la reproducción no es una cuestión femenina: es problema de todos, hombres y mujeres, madres y padres. En el doble sí que nosotras queremos, están incluidos el deseo y la ambición de volver a unir la producción y la reproducción: algo que la historia y la cultura de predominio masculino han separado.”[9]

El doble sí al que hacen referencia las autoras, es entonces un sí a ambos deseos, al desarrollo profesional y al amor al cuidado, poniendo en ambas tareas el cuerpo, y realizando ambas tareas con amor.

La invitación a despatriarcalizar el cuidado, es quitarle el valor monetario y restaurar el valor simbólico que esta práctica significa, puesto que ha sido el patriarcado el que ha intentado minimizar el valor del cuidado y de las mujeres, infructuosamente a mi juicio. Hoy, en el fin del patriarcado[10], cuando este ya no tiene crédito en nosotras y nosotros, muchas mujeres (y algunos hombres) entendemos y observamos la labor del cuidado como parte del cambio civilizatorio, donde el amor está al centro, y la importancia de criar con amor está a la vista. Acercarse a relaciones cariñosas, respetuosas y empáticas, se observan como la única posibilidad de cambio.

EN SINTESIS

Entonces, cómo aportamos a restaurar el valor simbólico del cuidado hacia los niños y las niñas, individuas e individuos con deseos, intereses y capacidades, que aportan al mundo su capacidad de escucha, sus ideas, amor, curiosidad, apertura, ternura y otros preciados valores que sostienen la civilización.

Niños y niñas necesitan alimento, higiene y abrigo, pero sobre todo ternura y reconocimiento, sonreír, compartir, vincularse, tiempo de calidad y escucha. Necesitamos visibilizar la niñez, reconocer su valor y la labor que realizan las madres al cuidar de sus hijos e hijas.

Crear espacios de protección y exploración, donde niños y niñas se sientan seguros, y seamos capaces de reconocer sus propias capacidades, las que como Lecannelier (2021) asevera, solo podremos identificar si aprendemos a respetar, entendiendo el respeto como un actuar cotidiano que puede ir desarrollándose de a poco, que supone primero que nada, volver a mirar, observar las reacciones de los niños y las niñas, tratar de comprender qué es ser un niño, una niña, abrir la comprensión a conocer a este individuo que se para frente a mí, como otro, en una sociedad que valore esta práctica como una práctica que sostiene al mundo.

La ley no es todo, como bien dice Simone Weil “La Libertad no consiste simplemente en tener derechos, porque los derechos pueden convertirse en barreras simbólicas del deseo” (Librería de Mujeres de Milán (1991).). Requerimos de prácticas como la de reconcoer autoridad a los niños y las niñas, autoridad (que es distinta al poder) viene de “augere”, significa hacer crecer y la autoridad circula de una persona a otra, es móvil, no estática, es una práctica que transforma, modifica las relaciones de forma radical y ayuda a cambiar el mundo.

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

Aldegheri, L., Bianchi, L., Briante, D., Buttarelli, A., Carati, R., Cigarini, L., De Perini, S,. Di Salvo, A., Fischer, C., Graziani, F., Jourdan, C., Muraro, L., Marangelli, M., Rampello, L., Riboli, D., Sattler, T., Savoldi, O., Stella, R., Zanardi, M., … y Zanella, L. (1996) El final del patriarcado. Ha ocurrido y no por casualidad – Sottosopra rosso, Libreria delle done di Milano, https://www.libreriadelledonne.it/pubblicazioni/el-final-del-patriarcado-ha-ocurrido-y-no-por-casualidad-sottosopra-rosso-enero-1996/

Abreu Olvera, M.  Entrevista a María-Milagros Rivera Garretas (2021) https://www.revistapluvia.com/post/entrevista-a-mar%C3%ADa-milagros-rivera-garretas

Barbieri, P., Benvenuti, M. y Cigarini, L. (2010) Sottosopra: Imagínate que el trabajo, Núm. 38 [Archivo PDF]. DUODA: estudios de la diferencia sexual, https://raco.cat/index.php/DUODA/article/view/248363.

Calmels, D. (2018) Sonreír – Reír. Facebook. https://www.facebook.com/243919225651741/posts/1892159804161000/

Cigarini, L. (2003) El sentido del trabajo. DUODA: estudios de la diferencia sexual, http://www.ub.edu/duoda/web/es/revista/26

Librería mujeres de Milán. (1973-1996). La cultura patas arriba. Selección de la revista Sottosopra Madrid, Editorial Horas y horas.

Librería mujeres de Milán. (2011). Palabras que usan las mujeres para nombrar lo que viven y sienten hoy en el mundo del trabajo, Colección del libro Cuadernos inacabados, Editorial Horas y horas.

Rivera, M. (2012) Signos de libertad femenina. (2012) (En diálogo con la historia y la política masculina.). http://www.ub.edu/duoda/bvid/text.php?doc=Duoda:text:2012.02.0001

Rivera, M. (2012) El sentido del trabajo, más que las condiciones. DUODA: estudios de la diferencia sexual, http://www.ub.edu/duoda/web/es/textos/1/75/

Rivera, M. (2021). Entrevista a María Milagros Rivera Garretas. Revista Pluvia. https://www.revistapluvia.com/post/entrevista-a-mar%C3%ADa-milagros-rivera-garretas

Cigarini, L.(1996). La política del deseo. Editorial Icaria.

Franulic, A. (2021). Incitada,                          https://andreafranulic.cl/libros/incitada-feminismo-radical-de-la-diferencia-antologia-andrea-franulic-depix/

Montoya, M. (2008). Enseñar, una experiencia amorosa. Sabina Editorial

Rivera, M. (2012). El amor es el signo: educar como educan las madres. Sabina Editorial.


[1] «Sonreír – Reír», por Daniel Calmels. Facebook. 2018

[2] MARÍA-MILAGROS RIVERA GARRETAS. Signos de libertad femenina. (2012) (En diálogo con la historia y la política masculinas).

[3] Abreu Olvera, M.  Entrevista a María-Milagros Rivera Garretas (2021) https://www.revistapluvia.com/post/entrevista-a-mar%C3%ADa-milagros-rivera-garretas

[4] Sobre el final del patriarcado, véanse: Luisa Muraro, Salti di gioia, “Via Dogana. Rivista di politica” 23 (1995) 3 y Librería de mujeres de Milán, El final del patriarcado. Ha ocurrido, y no por casualidad, en Eaed., La cultura patas arriba. Selección de la revista ‘Sottosopra’ (1973-1996), trad. de María-Milagros Rivera Garretas, Madrid, horas y Horas, 2006, 185-225.

[5] El sentido del trabajo, más que las condiciones María-Milagros Rivera Garretas.(2017) http://www.ub.edu/duoda/web/es/textos/1/75/

[6] El sentido del trabajo, más que las condiciones María-Milagros Rivera Garretas.(2017) http://www.ub.edu/duoda/web/es/textos/1/75/

[7] El sentido del trabajo, más que las condiciones María-Milagros Rivera Garretas.(2017) http://www.ub.edu/duoda/web/es/textos/1/75

[8] Lia Cigarini, El sentido del trabajo, “DUODA. Revista de Estudios Feministas”, 25 (2003) 91-99; Librería de mujeres de Milán, Palabras que usan las mujeres para nombrar lo que viven y sienten hoy en el mundo del trabajo, trad. de Laura Mora Cabello de Alba y Ma Dolores Santos Fernández, Madrid, horas y Horas, 2008.

[9] Librería de mujeres de Milán, Imagínate que el trabajo, “Sottosopra” 2009, encartado en “DUODA. Estudios de la Diferencia Sexual” 38 (2010).

[10]Aldegheri, L., Bianchi, L., Briante, D., Buttarelli, A., Carati, R., Cigarini, L., De Perini, S,. Di Salvo, A., Fischer, C., Graziani, F., Jourdan, C., Muraro, L., Marangelli, M., Rampello, L., Riboli, D., Sattler, T., Savoldi, O., Stella, R., Zanardi, M., … y Zanella, L. (1996) El final del patriarcado. Ha ocurrido y no por casualidad – Sottosopra rosso, Libreria delle done di Milano.