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Escritos de Amigas de Feministas Lúcidas

Presentación del Encuentro-conversación, Ana Mañeru

Presentación del Encuentro-conversación con Jessica Gamboa Valdés sobre Detransición.
Sabina editorial y Feministas Lúcidas.

Sábado 17 abril 2021, a las 13 h. En Chile y a las 19 h en España.

Buenas tardes desde Madrid, España, mi nombre es Ana Mañeru Méndez y con Carmen Oliart Delgado de Torres soy parte de Sabina editorial, una empresa de palabras y libros que nos da felicidad a las dos y a las lectoras y lectores que nos apoyan.

Conocimos a Andrea Franulic Depix, a Jessica Gamboa Valdés y a las Feministas Lúcidas de Chile, primero porque Eva Sánchez Hernández, de la que nos fiamos, nos habló muy bien de ellas y acertó;  después a través de encuentros que hemos tenido desde hace un año a través de Zoom, de correos, de whataspps, de video-llamadas y de intercambios de libros que nos interesan.

¿Por qué estoy aquí hoy? Porque me empuja el deseo de hacer política juntas y el placer de conocernos más y de contarnos lo que pensamos y vivimos. Comparto con las Lúcidas el  feminismo radical de la diferencia, no como una etiqueta fija, sino como la manera que he elegido para irme transformando con otras cada día en el sentido que quiero que se transforme el mundo: más femenino y feminista, y más verdadero, bueno, bello y acogedor.

Todo esto implica reconocer y valorar el origen femenino y materno de todas las criaturas humanas, con sus cuerpos sexuados que deben ser acogidos y cuidados en lo que necesiten y no confundidos y destruidos por motivos económicos. Me orienta en este camino el confiar en la potencia del deseo femenino libre que se encarna en cada mujer, el agradecer cada mañana la vida y la palabra recibidas de mi madre y el reconocer nuestra genealogía femenina común. Las Lúcidas y las Sabinas nos hemos encontrado a gusto intercambiando palabras y afinidades durante este año. Cuando aparezcan discrepancias me gustaría que aprendiéramos también a ponerles palabra. Haciendo que cada conflicto sea político, creativo, no mudo ni de confrontación, es decir, destructivo.

Por el mundo entero rondan muchas pandemias, todas nos conciernen y todas pesan especialmente sobre las mujeres. Siento que a cada una nos toca hacernos cargo de lo poquito que esté en nuestra mano, como ya escribió Santa Teresa de Jesús. No se trata de que yo arregle el mundo, sino de que ponga amor en lo que me sienta capaz de aportar algo, por pequeño que parezca. Ningún gesto de amor al mundo es insignificante. Amar siempre es trascendente. Y de esto trata la vida, algo que por el momento hacemos más y mejor las mujeres, esperando que ellos también aprendan.

No es fácil sin embargo, porque se cuela la violencia de todos los llamados “pecados capitales” que cada mujer, cada hombre, cada ser humano, tenemos en peculiar proporción, pero donde se repite un patrón recurrente: demasiados hombres siguen siendo muy violentos contra las mujeres.

Me gusta hablar sobre cosas que me preocupan  en el presente, porque hablar es hacer política. Y ahora me preocupa lo que llamo una “corriente de influencia mundial”, por su poder económico globalizado, que dice defender y proteger la transexualidad para evitar el sufrimiento y la inadecuación de quienes se sienten en un cuerpo que les resulta ajeno.

Espero que juntas vayamos descubriendo el quién, el cómo y el porqué de lo que está detrás de esta “corriente de influencia”

Desde esta corriente se acusa genéricamente a la sociedad por imponer determinados modelos femeninos y masculinos que son construcciones culturales ligadas al sexo biológico de cada ser humano, pero nada se dice de los nuevos modelos, también culturales, que promueven el rechazo o negación del sexo biológico femenino o masculino con el que nace cada cuerpo humano y la construcción de múltiples “identidades de género”, que mezclan de manera muy confusa, sexo, género, expresiones del cuerpo y de la sexualidad, opciones de relación sexual, derechos que se superponen a los hechos para negarlos, etc. Identidades que pretenden desplazar o relativizar, tanto en el orden simbólico – sobre todo en la lengua – como en el social – sobre todo en las leyes – el hecho incuestionable de que todas las criaturas humanas nacemos de mujer y que las hijas nacemos con el mismo sexo que nuestras madres. Para conseguir que esto se vuelva  confuso se apela a la libertad individualista, no relacional y sin límites, por la que cada cual pueda ser lo que decida en cada momento, incluido el ser nada. Y se ofrecen soluciones de consumo capitalista, no cambios del orden simbólico y social que transfomen en lo profundo las relaciones.

He percibido que la hija de una amiga, una adolescente con mucho talento y criada con dos madres feministas muy valiosas, piensa que las feministas como yo y otras amigas de sus madres no somos sensibles al sufrimiento y al sentimiento de inadecuación que prolifera hoy entre las chicas y chicos de su edad. Lo noto por el enfado que muestra cuando nos oye hablar. Me gustaría decirle que sí somos sensibles a casi todo, pero que no estamos de acuerdo con estos coletazos del final del patriarcado. Ni con sus disfraces para no perder el dominio ni con sus distintos rostros, que ahora se muestran caritativos y solidarios… siempre a condición de hacer desaparecer a las mujeres. ¡Qué obsesión histórica! (afortunadamente lo histórico, mal que les pese a muchos, empieza y termina, no es eterno, y el patriarcado ha llegado a su final porque la libertad femenina y la política de las mujeres lo han conseguido. Lo que queda, todavía muy violento, son esos coletazos de los que hablaba antes).

En toda esta operación de querer permanecer del patriarcado hay mucha violencia y por tanto sufrimiento y cómo evitarlo es el punto que me  impulsa a hablar, no para polemizar que siempre me parece inútil, sino para preguntarme, preguntar y entender para transformarme y transformar.

La solución que se ofrece desde esto que llamo “corriente” desprecia la obra materna de la vida, encarnada en los cuerpos sexuados y con palabra, y está aliada con la mercantilización de la salud. Propone acciones para deshacerse de partes del cuerpo y de procesos vitales que produzcan malestar, en resumen propone transitar a otro cuerpo modificando a cualquier precio el propio como respuesta a las demandas que lo desasosiegan. Nada dicen de las nuevas demandas que se generan en los cuerpos así intervenidos, muchas de ellas peligrosas y adictivas, como lo son muchas cirugías pretendidamente estéticas que crean dependencias tristes y dolorosas.

La promesa de libertad y felicidad, que vuela por las redes, y que se asegura previo pago de costosos y arriesgados tratamientos, llega a gente cada vez más joven y desorientada por el difícil mundo de la falsificación en el que han nacido. La promesa es que se sentirán mejor, porque eligiendo el camino de la medicalización y la cirugía encontrarán su libertad. Pero donde hay engaño y una presión social como la que estamos viviendo pienso que no hay elección.

La raíz de esa presión consiste en convencerte de que el malestar de que tu cuerpo no encuentre acomodo en tu vida podrás cambiarlo sin límites hasta conseguirlo, como si esto fuera posible y deseable. Y de que eres tú quien  tiene la llave para buscar soluciones individuales que, paradójicamente, te harán sentirte original renunciando a tu origen. Pero el malestar proviene del desorden postpatriarcal, neoliberal y neocapitalista en que vivimos, que lo ha generado antes desde fuera de ti (y lo mantendrá igual después del tratamiento). Un desorden que no tiene solución en el mercado sino en crear y mantener las condiciones para una convivencia en la que podamos habitarnos con verdadera libertad. Habitarnos en paz y con felicidad en los cuerpos recibidos y cuidados como requiera cada caso, como los cuidan las madres o quienes estén en su lugar para hacernos viables en la infancia.

La elección de rechazar o minusvalorar el cuerpo que tienes y/o mutilarlo, para adaptarte a un nuevo canon que cubra una pluralidad infinita de identidades construidas, a mi modo de ver no es una elección libre sino inducida y en ella te juegas la vida consumiendo tratamientos dañinos y con frecuencia irreversibles. Sé que decir esto no queda moderno, no triunfa en las redes, pero lo veo y lo digo con la libertad de quien no gana fama ni poder ni dinero con ello, ese dinero que aspira a ser la medida de todo en el mundo actual, aunque afortunadamente no lo consiga siempre. Lo digo con la libertad de quien quiere entender y convivir en paz, no dominar.

En medio de la confusión y el comercio salvaje, sí que veo, y me duele, el sufrimiento, desconcierto y confusión causados por intereses económicos incalculables, pero causados sobre todo por las viejas luchas de poder para controlar el cuerpo femenino y sus frutos, para controlar el planeta y el más allá y para controlar todo lo imprescindible para una vida buena. Por esto hablo porque no quiero dar por buena la que se ofrece como tal y me parece nefasta.

Faltan palabras y debates para entender y sobran combates organizados por quienes gustan de hacer siempre dos bandos, en este caso en pro y en contra de la llamada libertad de autodeterminarse y de transitar. Hay prisa en clasificar a una parte de la sociedad como transfóbica y excluyente,  adornada de todos los males sin mezcla de bien alguno, y transfílica e incluyente, adornada de todos los bienes sin mezcla de mal alguno. Así nacen y se hacen las guerras. Las guerras interesan siempre al poder que se ejerce con violencia en muy distintos niveles, como sabemos bien las feministas que no cedemos ante esa primera violencia que muchos hombres ejercen sobre las mujeres en el mundo entero, raíz de todas las demás violencias.

Yo no cedo porque me sostienen el amor a la libertad femenina, la política de las mujeres y la relación, especialmente con las amigas del Grupo de Lectoras “Emilyanas”,  de la Comunidad Femenina Libre “Pocas pero bastantes” y de Sabina editorial. Ahora también, como un regalo inesperado, con “Las Feministas Lúcidas”.

Por todo esto, después de conocer a Jessica Gamboa Valdés y a Andrea Franulic Depix y de seguir publicando con Carmen Oliart Delgado de Torres en Sabina editorial libros necesarios para leer el mundo, lo que se me ocurre hacer es seguir hablando, esta forma preciosa de hacer política. Por eso me ha interesado propiciar este encuentro-conversación, sin otro fin que hablar y seguir hablando todo lo que haga falta, para desvelar, nombrar, compartir, entender. Para amar el mundo una y otra vez sin desesperar.

Presentación de Jeka.

Jessica Gamboa Valdés. Hija de Cecilia y nieta de Zoila, la mayor de dos hermanas y un hermano. Se dedica a la docencia universitaria en la carrera de trabajo social. Actualmente es alumna del máster de estudios de la diferencia sexual de DUODA. 

Se formó en el Feminismo Radical de la Diferencia con Andrea Franulic, y juntas el año 2014 emprendieron la aventura de difundir y estudiar la genealogía del pensamiento libre de las mujeres a través de un club de lecturas, espacio que, junto a otras, llamaron Feministas Lúcidas, al que  reconoce ser su escuela de la política, la política de la relación, la política de las mujeres.

También colabora desde el año 2016 con la página web de Autonomía Feminista, un espacio fundado por Sandra Lidid y Kira Maldonado, feministas autónomas chilenas de los años 90, donde también comparte actuancia con Andrea. 

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