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Escritos de Amigas de Feministas Lúcidas

Las mujeres estamos de luto. Por Ilse Barahona Michel

Al amanecer del domingo, mi cuerpo ha registrado un frío estremecimiento, me he sentido por un momento sin aire al ver la miseria de los hombres en su forma más desencarnada: la guerra.

Los medios y la gente hablan de un bando y del otro, quién tiene más “derecho” o no a defenderse, en cambio en todas las imágenes hay algo en común, el dolor en los rostros de todas las mujeres, de un bando y del otro. Es cuando inmediatamente pienso en todas las madres, en todas las abuelas, en todas las hermanas, en todas las amigas y todas tienen algo en común, el que ninguna estaría dispuesta jamás a entregar a su criatura amada “para servir a la patria”. Los bandos llaman a nuestras criaturas a “defender la patria”, les llenan de discursos inflados y del odio al enemigo; la patria en cambio, no le ofrece un intercambio justo, le paga con miseria y con muerte.

Las mujeres tampoco elegimos ser neutrales ni mucho menos imparciales, estamos a favor de la vida; cada víctima de guerra, cada criatura que vive y experimenta barbarie es criatura y obra de una mujer, por eso a las mujeres nos duelen todas las muertes.

Tampoco tenemos bandos, porque sabemos que para los bandos nuestros cuerpos son botín de guerra, los bandos violan a nuestras hermanas como arma milenaria, quebrar nuestra psique, hacer añicos nuestras existencias, matarnos en vida; no puedo sacar de mi mente a esa mujer en Gaza que se tiraba al piso de dolor e impotencia, rasgando el espacio con alaridos de indignación que nadie escucha.

La necrofilia de los hombres en su máxima expresión, con venia de Occidente, ha venido a reinar con nosotras en estos días, está sucediendo frente a nuestros ojos y a nuestros espíritus una gran afrenta a la Madre, con el apoyo de altos gobernantes de Estados que se dan la mano, se expresan apoyo mutuo, acuerdan sus pactos macabros con armas.

En estos días de oscuridad, a la que parece suceder más oscuridad y llanto, expreso mi amor absoluto a mi madre, a mi hija, a mis maestras; porque amor con amor ilumina y es esa misma luz que mando a todas las mujeres que están resistiendo la devastación y la inmundicia.

Con amor,

Lima, 13 de octubre de 2023

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Corriente de Sentires. María José Blanco

«Somos lesbianas por opción» titula la entrevista,
y pienso en el momento en que decidí amarte-amarme más que a nadie.
Tomar tu mano pese a todo, bailar contiga y armar juntas lesbiandad.

Pienso en las ganas intensas de vivir la lesbiandad con las amigas,
y armar-amar comunidad hasta viejitas.
Viendo la belleza de nuestras arrugas,
valorando en cada cana la grandeza de la otra.
Vieja, bien vieja.

Vieja me siento a veces, grande y llena de la experiencia conjunta
de toda la ginealogía de mujeres que decidieron y deciden amarse.
En público o en privado.
Amarse bonito entre semejantas.

¿Es acaso decisión amarse?

Sí… no …a veces … tal vez…

Como el juego que tenía de niña entre los dedos,
ese del papel doblado cuatro veces cuatro,
y mis dedos dentro como ahora están dentro de un cuaderno
y otras veces bailan en tu universa y anidan en ti.

Me duele el brazo amora, me duele y sigo escribiendo…
¿Cuántos brazos optaron por amarte?
¿Cuántos cansancios optaron por escribir?
¿Cuántas lesbianas optaron por no amarse?
A pesar de todo,
A pesar del diario,
a pesar de Ayuquelén,
A pesar de Mónica Briones
o justamente por la experiencia de ella.

Quiero a veces que el reloj se detenga,
y descansar el brazo, y descansar del mundo,
para que ninguna opcione amarse y tan sólo se ame.

Que cada mujer se ame,
se ame intenso y en grande,
se ame a sí y a otras.
Sin reloj que suene en 15 minutos,
sin dolor en brazo.
Con la madre, con la hermana,
con las amigas, con la amora,
con la tiempa y la espacia de su lado.
De nuestro lado,
y nunca, nunca contra las espadas filosas que cortan
las horas y segundas de escribir y de amarse.

La corriente de la conciencia no va conmiga,
prefiero la corriente de sentires.
Me gusta cuidar y dejar lo preciso,
leer una y diez veces,
besarte una y mil veces.

Ya no quiero seguir escribiendo
¡Mi letra amora!
esa que era bonita como un parque de atracciones,
ya no la quiero ni mirar,
no la entiendo amora,
se ha descompuesto,
como cuando una se descompone
al no hacer lo que tu deseo dice que hagas

y sigo aquí escribiendo sin deseo,
como las amoras que perdimos en la heterosexualidad obligatoria,
esa impuesta por el opresor masculino
que te hace optar por ser lesbiana
en vez de dejarte en tu universa femenina
y ver con los ojos de la alma entera

Que no hay existencia sin lesbianas,
que no hay vida sin la amora,
y menos entre las mujeres que vuelven a la lesbiandad sagrada,
donde la vida y ser lesbiana es un río continuo.

Si ser lesbiana es una opción, las otras no las quiero.

Y a ti te quiero con la alma-cuerpa entera.

Las otras quemémoslas amora,
en la hoguera de las brujas quemémoslas todas
y saquemos a las brujas,
ya que ellas decidieron amarse-amarse.

Que no sé vivir de otra forma

y si la hay

esa

no la quiero.

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Tejidas de carne, bordadas de rosas y perlas, Adriana Alonso Sámano

El hilo de la vida, hilando las relaciones con la raíz materna

Los tejidos de Doña Zoila Rosa Amada y su amada nieta Jessica, son tejidos vivos de encarnación materna, bordados con las entrañas, las manos, los dedos y los hilos de la abuela y su nieta; manos profundas y generosas de Doña Zoila Rosa Amada, fibra y mística de sus entrañas, encarnadas y bordadas en su nieta Jessica, en su cuerpo, en sus manos y en su Lengua Materna. Tejidas de carne, bordadas de rosas y perlas.

Sus tejidos originales son joyas bordadas en lengua materna, nacidas de su tejido de carne y alma infinitas de abuela y nieta. Tejidas de carne, bordadas de palabras en lengua materna. Carne tejida con los hilos originales y trascendentes de las raíces maternas.

Antes de las palabras y la carne, del hilo y la tela, están Ellas, está Doña Zoila Rosa y su nieta Jessica, hiladas y bordadas juntas sus entrañas y manos, manos que bordan juntas su infinita red de rosas y perlas.

Potencia y dones de las mujeres hilanderas, de encarnar, hilar y bordar el cuerpo y la palabra.

La madre borda y encarna, con los hilos de sus entrañas, el cuerpo, la palabra y el verdadero nombre de sus criaturas.

Jessica Alejandra Cecilia del Rosario Zoila Rosa Amada

Bordadas las entrañas de mujer en las entrañas de mujer.

Bordada en las entrañas de la madre y la abuela, cuerpo y nombre, en un collar encarnado e infinito de rosas y perlas.

Bordada con sus entrañas y manos generosas, sabias manos hilanderas, tejedoras del tejido de carne y lengua, la red infinita de la vida, tejido vivo de carne y estrellas.

Ellas están tejidas y bordadas en carne y lengua, en un tejido infinito de carne y palabras maternas.

La abuela y la nieta nacieron tejidas y bordadas juntas, con los hilos de sus entrañas, bordadas de rosa en rosa, unidas por un hilo infinito de rosas y perlas, hiladas y tejidas juntas de nacimiento, bordada su carne y sus palabras, bordada la abuela en la nieta y la nieta en la abuela. 

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Las mujeres no somos cuota, somos la medida del mundo.*Jessica Gamboa Valdés y Andrea Franulic Depix

Las teorías masculinas sobre el poder han impregnado de tal forma el feminismo hasta volverlo miope. Es la miopía ante la obra de la madre y la libertad femenina, libertad relacional, que no es la libertad entendida como un estatus que se puede obtener mediante luchas de poder. Esta noción abstracta de la libertad, propia del individuo moderno, permanece des-enraizada del origen, pues niega que seamos nacidas y nacidos de mujer, y descarnada del cuerpo sexuado.

La obra civilizadora que realizamos las mujeres a diario no tiene valor social y pasa desapercibida cuando la mirada se queda anclada en una cultura de la fratría masculina o del “entre nosotros”. En consecuencia, el feminismo, al identificarse con el régimen patriarcal de significación de la condición femenina, no logra ver la grandeza femenina que hay por doquier, confundiendo la autoridad (de auctoritas) de la madre, que significa hacer crecer (Augere), con autoritarismo (de potestas) del padre.

Se nos ha intentado convencer de un SER/ESTAR de las mujeres como atrapadas/agarradas/atadas/sujetadas, a causa de “nuestro sexo”, por ello, la vía de escape sería la liberación propuesta por el ideario de la emancipación o del “empoderamiento” feminista, algo muy propio de la política sexual del poder que administra “libertades” y gestiona “derechos”.

La desautorización de la obra de la madre, por parte del feminismo con su discurso anti-materno, ha propiciado, en gran parte, que las mujeres no interpretemos, por ejemplo, de forma libre, la maternidad y la Amor, adhiriendo a la lógica misógina que mata simbólicamente la relación primordial de la madre con la hija, relación nuclear de Amor. ¿Hasta cuándo nos conformaremos con los dichos de Kate Millett, hoy por hoy vueltos eslogan, que terminan rasgando la carne porque el amor es nuestro opio? ¿Nos seguiremos fiando en la política sexual del poder que no concibe relación sin dominio?

Cuando las mujeres de la Librería de Milán escribieron El final del patriarcado. Ha ocurrido y no por casualidad, trajeron de vuelta la certeza de que estamos más allá de la jaula patriarcal. Ya no nos hace gracia seguir señalando que las mujeres “nacemos sujetas o estamos sujetadas”, pues sería pasar por alto que el patriarcado ha terminado para muchas que ya no le damos crédito, a pesar de las colocaciones sociales y las precariedades materiales. La libertad femenina está en cada mujer que lo ha descreído, y se vive mujer sin vergüenzas ni complejos.

No queremos adherir a las organizaciones (aunque sean solo de mujeres) o a los partidos políticos. Queremos practicar la libertad relacional. Supimos ver que el patriarcado no ha ocupado nunca nuestra vida entera. Para nosotras se volvió caduco, porque no les damos valor alguno a sus instituciones y leyes. Tampoco nos interesa tener poder o creer que tenemos poder.

El patriarcado llegó a su fin cuando caímos en la cuenta de que no queríamos ver más miseria en nuestras vidas y en la de nuestras semejantas. Elegimos abandonar la mirada de la miseria porque no nos sirve para decir nuestra experiencia desde un sentido libre y así transformar nuestra relación con el mundo. Ahora que vemos a nuestro alrededor, podemos mirar a nuestras madres, a nuestras amigas, a nuestras amadas, a nuestras semejantas y gozar de la grandeza de ser mujeres.

También hemos descreído del contrato sexual y de la heterosexualidad obligatoria que lo reproduce. Recuperamos nuestra sensualidad clitórica cada día. Sabemos que para ser libres necesitamos afirmarnos en nosotras mismas y fiarnos en otras, reconociendo nuestro origen femenino y la lengua materna que dice la verdad. Nos sabemos nacidas de mujer. Nos nombramos en femenino y nos da placer. Hemos salido a la calle para un 8 de marzo con un lienzo que dice: “Las mujeres no somos cuotas, somos la medida del mundo”. Y lo seguimos afirmando.

*Inspiradas en el pensamiento libre de la Comunidad de Filósofas Diótima, de las mujeres de la Librería de Milán y de María-Milagros Rivera Garretas.

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No al borrado de las mujeres: constitución sexuada, no neutra. Jessica Gamboa Valdés y Andrea Franulic Depix

Esta es una propuesta para el debate constituyente en Chile. Sabemos que el proceso está mediado por las políticas identitarias que, a toda costa, quieren borrar la diferencia sexual para reemplazarla por las identidades de género, especialmente, para las mujeres, al querer desplazarnos por categorías como «cuerpo gestante» o «persona menstruante». Nuestro gesto es simbólico y realmente político, pues la verdad de la lengua materna siempre lo es.

Iniciativa Popular de Norma N°55.734

https://plataforma.chileconvencion.cl/m/iniciativa_popular/detalle?id=55734

Problema a Solucionar:
El mecanismo fundacional de las sociedades patriarcales ha sido el de borrar la diferencia sexual femenina y erigir un sujeto que se pretende neutro, genérico, abstracto y universal. Sin embargo, la vida siempre se da en Dos y la existencia humana nunca es neutra, esto quiere decir, que siempre nacemos sexuadas y sexuados, y nacemos de una mujer.
Como consecuencia de lo anterior, la diferencia sexual femenina -la genealogía femenina y materna, la experiencia femenina, la historia de las mujeres, los vínculos entre mujeres, el amor entre mujeres, la maternidad, el placer femenino- no tienen valor social ni inscripción visible en la lengua, en las artes, en las ciencias, en la tradición del pensamiento filosófico-político, en los programas de estudio, en las leyes, en las clases de Historia, en los medios de comunicación masivos, en definitiva, en las representaciones culturales en general. Sin ir tan lejos, la constitución política vigente está escrita en el falso genérico al que le subyace -desde siempre- el sesgo masculino.
Esta desvalorización de las mujeres o de la diferencia sexual femenina no se separa de la violencia contra las mujeres, es decir, de los femicidios, de la desigualdad social entre los sexos, del sistema prostituyente y la trata con fines de explotación sexual de mujeres, niñas y niños, de los vientres de alquiler, de las violaciones grupales, del uso de las mujeres como mercancía de guerra, del incesto, del uso del cuerpo femenino en la industria pornográfica y en la publicidad, de las actuales políticas de identidad que quieren borrar la palabra «mujer» y la existencia material del sexo, entre otras prácticas culturales nocivas. Tampoco se separa de la impunidad en que, en general, quedan todas estas violencias, naturalizadas durante milenios. ¿Seguiremos reproduciendo y perpetrando todo esto?

Situación ideal:
Consideramos que el punto de partida básico es NOMBRAR a las mujeres en la Nueva Constitución. Esto es, que la Nueva Constitución no esté escrita en un pseudo-neutro, en un pseudo-universal ni tampoco que las mujeres seamos desplazadas por las identidades de género. Deseamos una Nueva Constitución sexuada. Pensamos que esto es, verdaderamente, no reproducir el sexismo. De esta manera, la diferencia sexual femenina se debe inscribir explícitamente en el lenguaje de la Nueva Constitución, libre de los estereotipos de género, codificados por el Orden Patriarcal. Con otras palabras, queremos que la Nueva Constitución exprese un Sentido Libre de Ser Mujeres, que las mujeres estemos presentes allí no a pesar de nuestro sexo, sino gracias a que somos mujeres, pues no somos la mitad del mundo ni tampoco una cuota en el congreso, somos la medida del mundo. Un hombre no patriarcal es el que se reconoce nacido de mujer. Y un Estado no patriarcal es aquel que reconoce la obra civilizadora histórica que las mujeres realizamos, es decir, el hecho de que milenariamente hemos llevado a cabo las prácticas de creación y recreación de la vida, con amor e inteligencia suprema.

Qué debe contemplar la nueva constitución:
La obtención o ampliación de un derecho sigue siendo un mecanismo insuficiente para garantizar una vida libre de violencia a las mujeres, mientras no se cuestione que estos derechos están construidos en clave androcéntrica o masculina.
Consideramos que si la Nueva Constitución reconoce la diferencia sexual femenina en disparidad con la masculina, es decir, que no sea una simple homologación o inclusión superficial de las mujeres, puede traer consigo cambios sustantivos para entregar seguridad, justicia, buen vivir y armonía con todo lo vivo. Mientras no exista una sexuación de los derechos fundamentales no es posible concebirlos como propios o como factibles de ser aplicados sin violencia hacia nosotras.

¿Con qué argumentos tú o tu organización respaldan esta propuesta?
Las mujeres somos las autoras del cuerpo, siempre sexuado, y de la palabra. Decir las cosas en lengua materna implica nombrar la verdad, llamar la realidad por su nombre, tal como nos enseña la madre, o quien esté en SU lugar, en nuestra primerísima infancia cuando aprendemos, precisamente, la lengua llamada materna. Por ejemplo, decir Violencia contra las Mujeres y no violencia de género; decir Sistema Prostituyente y no trabajo sexual; decir Vientres de Alquiler y no maternidad subrogada; decir Creación y Recreación de la Vida y no trabajo doméstico; decir Procreación y no reproducción; decir Mujeres y no identidad de género; decir Diferencia Sexual y no sexo, porque la diferencia sexual no es solo biología, es naturaleza y cultura juntas, es cuerpo y palabra sin división, es cuerpo y alma sin división, es cuerpo y mente sin división. Todo va unido en la vida, las dicotomías son propias del pensamiento falso patriarcal, que también separa lo privado de lo público, las emociones de la razón, la teoría de la práctica, entre otras antinomias falaces.
El valor social de las mujeres no se mide con los hombres, en nada. Ni viceversa. Somos diferentes, autónomas y autónomos, dispares, no en relación de complementariedad jerárquica. Cada cual con su singularidad y su experiencia encarnada para significarla libremente.
El sentido libre de la diferencia femenina debe estar en el cine, en los medios de comunicación, en la historia que se relate en la calle, en el aula, en la casa. Las esculturas, cuadros, libros, etc., deben impregnarse de femenino libre, de genealogía de mujeres, de madres, hijas, amigas, hermanas, amadas, pensadoras, políticas, activistas, artistas, escritoras.
Inscribir y visibilizar la genealogía materna y las genealogías femeninas no significa llenar la sociedad de representaciones que refuercen los estereotipos femeninos, pues esto el patriarcado lo ha hecho durante siglos. Las representaciones culturales y la lengua deben expresar un femenino libre o sentido libre de ser mujer, es decir, libre de los estereotipos de género codificados por el régimen patriarcal; libre de toda política sexual que fomente una sexualidad reproductivista, anuladora del placer femenino propio.
Deseamos seguir representando las relaciones entre mujeres, en especial, la relación entre la madre y la hija, cancelada por la ley del padre. Restituir el valor social de las mujeres pasa, principalmente, por reconocer a la madre como origen, retornando su autoridad -de augere- que significa ‘hacer crecer, incrementar’. Junto a todo esto, es fundamental reparar en la lengua que usamos, las palabras que decimos para nombrar y definir, las connotaciones que elegimos para referirnos a otra mujer, porque rechazamos el régimen de significados patriarcales en todas las dimensiones de nuestra existencia, y le abrimos los brazos al simbólico de la madre, es decir, elegimos hablar en lengua materna y no usar las palabras androcéntricas que nos aplastan y tergiversan nuestra experiencia, haciéndonos desaparecer simbólica y físicamente.

Propuesta de articulado:
La Nueva Constitución debe garantizar:

  • El uso de la lengua materna y no el uso del lenguaje patriarcal ni la mirada de la miseria sobre las mujeres y sus cuerpos.
  • La inscripción de la diferencia sexual femenina de forma explícita. Por ejemplo, el uso del morfema gramatical A y el uso del femenino como sujeto autónomo de discurso.
  • El reconocimiento de la genealogía materna con su precedencia y su inscripción en todos los ámbitos de la cultura.
  • La visibilización de las genealogías femeninas en las representaciones sociales y culturales, sin estereotipos de género ni como medida compensatoria.
  • Que el cuerpo de las mujeres, niñas y niños sea intocable, intransgredible e inviolable.
  • La no comercialización de la capacidad procreadora de las mujeres.
  • La no comercialización, tráfico o cualquier otra práctica con fines de cosificación y explotación sexual de las mujeres, de las niñas y de los niños.
  • El vivir libre y autónomamente nuestra sexualidad femenina, sin la imposición de un modelo sexual masculino, heterosexista y reproductivista.
  • La maternidad deseada libre y autónomamente por cada mujer.
  • La despenalización del aborto.

Breve reseña sobre quién o quiénes proponen y la historia de la elaboración de la iniciativa:
Hoy, en pleno siglo XXI, muchas mujeres hemos reconocido que el paso por la universidad no fue algo tan placentero, pese a que nos profesionalizamos y obtuvimos independencia económica. Para nosotras la emancipación ha sido aprender a vivir en una sociedad de «la igualdad de los sexos», aceptando el incluirnos en la evolución del Hombre y su pensamiento como medida de lo Humano, expresándonos, a tientas, en clave androcéntrica. Esta experiencia significó desapegarnos del simbólico de la madre y que nuestra diferencia sexual femenina pasase desapercibida, fingiendo que no teníamos cuerpo. Ahora podemos sexuar esa experiencia, nombrándola.
Las mujeres que hemos traído a nuestras vidas el final del patriarcado ya no aceptamos ni queremos más racionalismo griego y europeo ni conceptos fálicos en ningún ámbito de nuestra existencia. Queremos recuperar el sentido común, la sensatez y la apertura, mediadas por la lengua materna que enraíza la experiencia propia femenina.

Jessica Alejandra Gamboa Valdés, hija de Cecilia y nieta de Zoila. Feminista Radical de la Diferencia. Profesora de Trabajo Social.

Andrea Soledad Franulic Depix, hija de María Soledad y Andrés Vicente, nieta de Esperanza y de Elba. Feminista Radical de la Diferencia. Profesora de Lingüística.

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No Somos Vulnerables, Hemos Sido Vulneradas. Sandra Lidid

En los años 60, Kate Millet plantea que la cuestión de la jerarquía pone al los nacidos hombres en un plano de superioridad sobre las nacidas mujeres y que esto va más allá de las clases sociales, las diferencias raciales y políticas. Es entonces cuando el movimiento feminista asoma la cabeza desde el feminismo de la igualdad  y pone en cuestión la base histórica política y económica del patriarcado. Esta nueva mirada cuestionará la relación de la civilización con el planeta.

Desde esos tiempos  la política de los acuerdos  entre machos se inmiscuye en el movimiento feminista para volverlo a poner en la política de la igualdad patriarcal. En los años 80, muchas feministas resistimos, pero la intervención de la Cooperación al Desarrollo, sus programas y dineros, concretaron la división del movimiento feminista. Un enjambre de ofertas logró que dejáramos de ser compañeras o hermanas y aparecieron las “expertas” en mujerío.

En Chile, desde el feminismo autónomo denunciamos la intervención de las políticas patriarcales que se apropiaron de la Casa de la Mujer La Morada y de Radio Tierra y Casa Sofía, todas instituciones que fundó Margarita Pisano para que el feminismo creciera como un hecho político autónomo, libertario y digno.   A poco andar, la cooperación al desarrollo recupero esas instituciones para que volvieran al caudal de la ideología de la igualdad patriarcal. En esa misma época, cada partido de la igualdad en el neoliberalismo creó su propia institución de mujeres y desde allí implementaron los programas que la cooperación al desarrollo tenía para las mujeres. Muchas mujeres de esas instituciones se han beneficiado durante 30 años del simulacro de democracia neoliberal.

La autonomía fue invisibilizada, descalificada,  menospreciada y sobre todo, aislada. Frases como “nuevo trato”, o palabras como propositivo, inclusión, conciliación, reconciliación aparecen en el lenguaje cotidiano. El pueblo y básicamente las mujeres son representadas como objeto de beneficencia. Este lenguaje que nos señala como vulnerables, en situación de riesgo, de calle y otros, oculta la responsabilidad de los victimarios.

Fueron más de 30 años difíciles. No encontrábamos a nuestras compañeras… hasta que el estallido social  y la explosión de un feminismo desconcertante por sus masividad, variadas formas y contenidos, irrumpe en las calles. Ese feminismo es heredero de la resistencia al neoliberalismo y al patriarcado. Pero no solo el feminismo autónomo está al origen de la revuelta, son múltiples las personas y organizaciones artístico-culturales y políticas que han resistido desde los más recónditos y acorralados lugares del territorio.

Hoy el patriarcado, amenazado en sus raíces, tiembla y dispara para espantar a la bandada. No tiene con quien conversar, con quien dialogar, con quien sentarse como gente “decente” a planificar la gobernabilidad.

Los monstruos de la gobernabilidad desatan sus feroces demonios contra el estallido social.  Sin embargo este los desafía una y otra vez. Los monstruos saben que a la primera de cambio su sistema puede reventar. Los monstruos de la gobernabilidad están despavoridos, perciben el despeñadero que tienen a sus pies.  Los monstruos buscan en el basurero de la historia y se agarran de lo que encuentran a mano para no caer al despeñadero. Balbucean que son  feministas y a falta de convicción sacan a relucir mujeres dispuestas a dar un pasito más en la ignominia. Estas mujeres llaman a la gobernabilidad, la reconciliación, la concordia, la paz, la igualdad, y desde un supuesto feminismo   y  por un puñado de pesos, negocian directamente con la extrema derecha, con la misma que ayer, hoy y mañana violaron, violan y violarán los derechos fundamentales para la sobrevivencia del planeta.

Sandra Lidid

abril 2021