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Feminismo Autónomo Latinoamericano

Sandra Lidid

Lenna Sandra Lidid Céspedes (1946) nace en Santiago de Chile. Estudia en diferentes escuelas y liceos públicos de la capital, hasta que en los años 60 llega a Concepción a vivir en una pensión de estudiantes universitarias, donde logra terminar sus estudios en el Liceo Experimental. En esa ciudad encuentra un lugar de acogida afectiva e intelectual en la casa del Boy Hyde.

Realiza estudios de periodismo en la Universidad, los que tuvo que dejar por ser militante del MIR y acusada de participar en acciones revolucionarias.  Luego de una breve estadía en prisión, abandona su militancia y reinicia estudios en la capital hasta que en 1973 debe asilarse en la embajada de Italia a consecuencias del golpe de Estado. 

Viaja a Francia, París, donde se acoge al refugio, trabaja y estudia sociología. Allí participa activamente en agrupaciones de mujeres exiliadas y va incorporando en su cotidiano el pensamiento del feminismo europeo. Realiza viajes al Perú, donde participa en un taller de patriarcado que da origen al Centro de la Mujer Peruana Flora Tristán. En 1994, trabaja durante un año allí. Junto a feministas peruanas crean la editorial Mujer Rota. Es la época en que comienza a escribir artículos desde la perspectiva del feminismo radical. 

Regresa a Chile en 1988. Participa activamente en el movimiento feminista, cuya definición política comienza cuando cae la dictadura. Es una de las fundadoras del Movimiento Feminista Autónomo en Chile y de Cómplices, una organización latinoamericana. Desde allí participa en la discusión política entre la autonomía y lo que en la actualidad se define como feminismo neoliberal, o feminismo de género.

Tuvo una amistad política con Margarita Pisano y fue editora de sus primeros libros: Cambio de los deseos…¿o deseos de cambio? y Un cierto desparpajo.

Actualmente mantiene, junto a Andrea Franulic, Jessica Gamboa y  Kira Maldonado, una página web donde exponen la perspectiva política de la autonomía feminista. Y participa activamente en las redes animalistas del Cajón del Maipo.

Sus artículos y poemas se pueden encontrar en la página web de autonomía feminista:

artículos y entrevistas

poesía y cuentos

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Feminismo Radical

Shulamith Firestone

Nace el 7 de enero de 1945 en Canadá, de origen judío, cuyo verdadero nombre era Shulamith Bath Shmuel Ben Ari Feuerstein. De niña se trasladó con su familia a los Estados Unidos, en la ciudad de Nueva York.

Se licenció en la Universidad de Washington en St. Louis y luego estudió pintura en el Instituto de Arte de Chicago. Es en este contexto que inicia su activismo feminista radical que, junto a su escritura política, la transformaron en una de las más importantes referentes. A sus 25 años publica una de las obras fundamentales del feminismo radical del último tercio del siglo XX:  “La dialéctica sexual: defensa de la revolución feminista”.

Es una de las fundadoras de los primeros grupos feministas por la liberación de las mujeres: el Chicago Radical Women (1967) y co- fundadora del Radical Women New York (1968) con Anne Koedt y, luego, co-fundadora de Redstockings (1969) con Elles Willis.

También fue fundadora y editora de artículos políticos de la primera Revista del Movimiento de Liberación de la Mujer, llamada “Notes”, participando activamente en la escritura de artículos para las Notas de Primer y Segundo Año entre 1968 y 1969.

Sostuvo amistades políticas con Jo Freeman, Ellen Willis, Carol Giardina, Carol Hanisch, Anne Koedt y Kathie Sarachild, quienes la llamaban «Shulie».

Sufrió por las reacciones e incomprensiones de la publicación de su libro que, incluso, provenían del mismo movimiento feminista. Estas y otras diferencias de cómo entender la política feminista provocaron que, posteriormente, se la desvinculara del movimiento.

A fines de la década de los ochenta, tuvo fuertes problemas de salud mental, debido, en parte, a la hostilidad horizontal que padeció de las mujeres del Movimiento. Se recupera en los noventa. Y comienza a escribir algunos relatos de la historia de los primeros días del Movimiento de Liberación de la Mujer. Este libro fue publicado en 1998 “Airless Spaces” o “Espacios sin aire”. 

Tenía 67 años cuando fue encontrada muerta en su departamento pobre, después de un buen tiempo, el mes de agosto del año 2012 en la ciudad de Nueva York.

Conferencia Shulamith Firestone, año 2013.

Acerca de Shulie

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Escritos de Feministas Lúcidas

Enraizada, Jessica Gamboa Valdés

A Cecilia, mi madre. (2019)

En el agua del vientre una semilla flota

Revuelve la vertiente donde germina y crece.

Entre las raíces busco la lengua materna

Como la luz del primer día

Esa huella imborrable de nacer de mujer.

Sé que no estás en los cielos

Sentada al lado de ningún dios todopoderoso

Estás en la carne que soy, de origen femenino

La medida del mundo entre la tierra y el cielo.

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Escritos de Feministas Lúcidas

Virginia Woolf desde una mirada lúcida, Anita Quintana

Comentario

Escribí este texto para el primer evento público realizado por Feministas Lúcidas, el que se llamó “Genealogía del Feminismo Radical de la Diferencia”, en octubre del 2017. Fue mi primera vez hablando en público sobre feminismo y la primera vez que pude compartir mis sentires en voz alta, a través de una de las autoras que amo. El texto a continuación ha sufrido varias modificaciones desde su composición; ha pasado bastante tiempo, y a lo largo de estos años yo he cambiado, crecido y aprendido más aún de lo que habría imaginado en ese entonces. Sigo creyendo fuertemente que seguiré aprendiendo, de las mujeres que me rodean y de las relaciones que mantengo con ellas.

Virginia Woolf desde una mirada lúcida

Hola a todas. Estoy aquí. Estoy aquí junto a ustedes y cada fibra de mi ser tiembla. Estoy nerviosa porque nunca he sido buena hablando en público. Lo más probable es que tartamudee, me quede en blanco y mis pensamientos se nublen. Tal vez me sienta paralizada.

¿Por qué me pasa esto? Quizás si fuera un hombre, desde pequeña me habrían enseñado a hablar más fuerte que el de al lado. Quizás, no tendría un miedo tan grande al rechazo, quizás tendría referentes en todas las bibliotecas. Quizás, en el colegio me habrían hablado las grandes exponentes de la literatura, y quizás, tendría palabras para expresar cómo me siento, sin sentirme extranjera de la lengua que habito. 

Pero soy mujer. Soy mujer, y siento miedo porque temo no ser escuchada, temo que opinión sea desestimada, temo ser invalidada. Siento miedo porque en esta esta sociedad, la búsqueda de la libertad y las manifestaciones de libertad femenina tienen costos que los patriarcas no están dispuestos a tranzar. Siento miedo porque ningún espacio cohabitado por hombres, público o privado nos garantiza una vida digna y segura. Quizás, de haber encontrado a las mujeres que me precedieron en las bibliotecas, el miedo que me abunda disminuiría, o quizás no tendría miedos, ninguno de ellos. Quizás, hurgando en mi genealogía, habría encontrado a Virginia Woolf, y habría entendido que, tal como ella nos diría “Como mujeres, no tenemos patria”.

Virginia Stephen, más conocida como Virginia Woolf fue novelista, ensayista, periodista, editora y feminista; y una de las figuras más destacadas del modernismo literario del siglo XX, vanguardia que ha sido caracterizada por la crítica literaria masculina. Desde su niñez en la biblioteca de su padre, hasta el día en que decidió terminar con su vida, Woolf nos cautivó con su pensamiento lúcido y su delicada sensibilidad. A lo largo de sus ensayos, Virginia hacía entrever sutilmente y en base a un sinfín de analogías su entendimiento y sensatez feminista. Hoy, después de vastas reflexiones junto a mis semejantas de Feministas Lúcidas, expondré a esta maravillosa escritora desde una perspectiva feminista radical de la diferencia, ofreciendo un nuevo enfoque para entender cómo Woolf guardó y transformó la tradición que amaba en una fuente de resistencia al patriarcado. Para esto, haré un análisis en base a dos de sus más grandes ensayos Un Cuarto Propio del año 1929, y Tres Guineas del año 1938.

Radical significa perteneciente o relativo a la raíz. Por lo tanto, las pensadoras del feminismo radical se han encargado de crear la teoría precisa para analizar las raíces de los problemas que acomplejan a las mujeres, estableciendo una crítica profunda al sistema social y a las instituciones que lo componen. El feminismo de la diferencia, por otro lado, sitúa su preocupación en la búsqueda de libertad femenina en el fin del patriarcado, problematiza la vida de las mujeres con relación al entorno que vivimos, siempre motivando el entre mujeres, y afirmándose de esto encontrar respuestas al dolor y la rabia de haber nacido en un desorden simbólico. De esta forma, nos invitan a conectarnos con las otras mujeres y tejer entre nosotras un nuevo orden en el que, como diría la poeta Audre Lorde, podamos sentir y luego ser libres. En esta ocasión, situamos a Virginia Woolf dentro de esta convergencia, la insertamos en el feminismo radical de la diferencia por ser una autora que refleja e irradia libertad femenina; así, Virginia se transforma en un hilo conductor entre las ideas de las mujeres del siglo XX y nosotras, las mujeres del siglo XXI. 

Virginia Woolf enfatizó aspectos sumamente relevantes para el análisis feminista, desde el imaginario de nuestra libertad, el acceso a la educación, y la extensión del reconocimiento a los logros femeninos, planteando nuevos sistemas que se diferenciarán y desafiarán el orden ya establecido por los hombres. Su sentido de la ironía la llevó a ahondar en los pretextos de la sociedad de la posguerra, para así mostrar cómo las viejas suposiciones sostuvieron corrupciones ocultas y cómo esas corrupciones eran perjudiciales para todos, y especialmente corrosivas para las mujeres.

Si bien hay tópicos altamente claves en sus textos y podríamos analizar en extenso a cada uno de los personajes de sus libros, no quiero que esto se convierta en una crítica académica. La academia, así como tantas otras instituciones nos han dejado relegadas a un papel secundario, que en mi opinión nunca nos ha pertenecido. Es por esto que no voy a analizar a Virginia Woolf en relación al paisaje urbano de sus obras, o describir en profundidad sus técnicas discursivas como el monólogo interior o la corriente de la conciencia. Voy a analizar a Virginia Woolf como una mujer. Una mujer que sufría, una mujer que sentía, una mujer que amaba y una mujer que escribía. Voy a analizar a Virginia Woolf a partir de mí misma y de cómo se instauró en mi corazón desde la primera vez que tuve la suerte de leerla.

Las feministas del pensamiento de la diferencia plantean la necesidad de crear un nuevo orden simbólico, ya que en el actual no encontramos las palabras para definirnos a nosotras mismas. Con el pasar del tiempo me he dado cuenta de que muchas veces esas palabras no existen, sin embargo, cuando encuentras buenas amigas, nace una lengua común; la que nos han renegado pero que a pesar de todo sigue ahí, en todas nosotras. Esto sentí la primera vez que leí a Virginia Woolf. Por primera vez en mucho tiempo sentí que alguien podría contarme, no en muchas palabras, lo que yo sentía. Yo en ella leí sus complejidades, frustraciones y amores. Y, también, me refleje en sus dudas: “¿Por qué los hombres bebían vino y las mujeres agua? ¿Por qué era un sexo tan próspero y el otro tan pobre? ¿Qué efecto tiene la pobreza sobre la novela? ¿Qué condiciones son necesarias a la creación de obras de arte?” Fueron algunas de sus preguntas en Un Cuarto Propio

Poco a poco me adentre en estas dudas, las dudas de una mujer del siglo XX en las que yo, una mujer del siglo XXI sentía y siento como mías. A pesar del siglo de distancia que nos separa, nuestras realidades no parecían diferir. La educación para las mujeres es un ejemplo. En Tres Guineas, Woolf le responde a un distinguido abogado su opinión sobre cómo prevenir la guerra. Su respuesta es hilarante y se remonta a las guineas, una moneda de oro -de altísimo valor- destinada como medio de pago a los profesionales del Reino Unido. 

En el siglo XX, sólo las hijas de los hombres educados tenían acceso a la educación. Y por educación, nos referimos únicamente al hecho de estudiar latín. Las oportunidades eran escasas puesto que los hijos de los hombres educados eran la prioridad y los fondos familiares eran destinados a enviar a los varones a la universidad.  Esta es una de las razones por las que Woolf decide destinar una guinea a la construcción de una universidad para mujeres, un lugar que pueda comprender las necesidades y especialidades, un lugar que tenga como objetivo “no segregar ni especializar, sino combinar”, quitando valor a los símbolos masculinos por los que se había caracterizado la época. Entre un realismo oscuro y las ganas de un cambio, Tres Guineas no establece pasos a seguir, o una lista de libros por leer, sin embargo, Woolf sí le pide a las mujeres que “practiquen la profesión de leer y escribir por el interés cultural y la libertad intelectual”. De acuerdo con la ensayista Anne Fernald, Woolf, define esta última frase como “el derecho de decir o escribir lo que piensas en tus propias palabras, y en tu propia forma”. Hecho que las feministas de la diferencia plantearían como un llamado a hablar a partir de sí mismas. Más adelante, Woolf establece las características que diferenciaría esta universidad de una universidad para hombres, siendo el motivo principal que “esta debería explorar las formas en las que la mente y el cuerpo pueden estar hechas para cooperar; descubrir que nuevas combinaciones hacen totalidades en la vida humana” haciendo hincapié en no vender sus intelectualidades, como por siglos habían hecho los hombres. 

Sin embargo, han pasado más de 60 años de esta cita y aún no podemos afirmar esta realidad. En la actualidad, nuestra prioridad es mantenernos con vida, ya que nuestra existencia ha sido olvidada por los gobiernos y pareciera que cada día que pasa más de nosotras mueren. Esta sociedad enferma no nos libra, ni en nuestros espacios educativos, de la exposición bestial al acoso, a la humillación y a la violencia. Virginia Woolf entendía esta realidad y comprendía la diferencia sexual que significa estar en un cuerpo sexuado mujer, así, en Tres Guineas afirmó: “Si los hombres de su profesión se unieran en una solicitud y dijeran “Si no se concede, dejaremos de trabajar”, las leyes de Inglaterra cesarían en ser administradas. Si las mujeres de su profesión dijeran lo mismo, no haría la diferencia en las leyes de Inglaterra, de ninguna forma”. Porque nacer mujer no es ni remotamente parecido a nacer hombre, y porque nuestras experiencias en las universidades se fundamentan en espacios hostiles, en donde nuestra existencia duele. Una de las grandes exponentes del feminismo estadounidense, la escritora y poeta Adrienne Rich dijo en 1979 “No hay, y digo esto con tristeza, ningún colegio universitario femenino que proporcione a las mujeres jóvenes la educación que necesitan para sobrevivir como personas completas en un mundo que niega la totalidad a las mujeres”.

Mientras más leía me daba cuenta de lo difícil que era formar una identidad propia, ya que todo lo que me enseñaron de mí y de las otras mujeres fue, primeramente, dicho por un hombre. Me atrevería a decir que nuestras personalidades son moldeadas por el sistema patriarcal, que cada vez que crecemos van agregando cualidades a nuestras personas, y también, defectos; que seguimos una lógica que no es a la que verdaderamente pertenecemos, que son mentiras para que nos odiemos, a nosotras y entre nosotras. Y todo parte en el simple hecho de no tener referentes femeninos en las bibliotecas, en los planes curriculares y en los hogares. Claramente, este hecho alarmante no es una coincidencia, puesto que la sociedad patriarcal se encargó de una manera brutal en borrarnos del mapa y, en construir a su imagen el ideario de ser mujer. Woolf nos pregunta en Un Cuarto Propio “¿Tienes alguna noción de cuántos libros se escriben al año sobre las mujeres? ¿Tienes alguna noción de cuántos están escritos por hombres? ¿Te das cuenta de que eres quizás el animal más discutido del universo?” En Tres Guineas, vuelve a explicitar cómo a lo largo de la historia las mujeres, en especial las hijas de hombres educados eran invisibilizadas por la sociedad, omitiendo la identidad literaria creada por las mujeres de la época: “Todas esas memorias tienen una característica en común, todas sus páginas están salpicadas con los nombres de los grandes líderes políticos -Pitt, Fox Burke, Sheridan, Peel, Canning, Palmerston, Disraeli, Gladstone-, pero el lector no encontrará en lo alto de la escalinata recibiendo a los invitados, ni en las más recogidas estancias de la casa, a una sola hija de un hombre con educación. Quizá no tuviera el suficiente encanto, ingenio, rango o vestuario. Sea cual fuere la razón, lo cierto es que usted volverá página tras página, leerá volumen tras volumen y, pese a que encontrará los nombres de los hermanos y maridos, no hallará los nombres de Jane Austen, Charlotte Bronte o George Eliot.” 

El análisis social hecho por Woolf, con extrema claridad, demuestra que tanto la falta identitaria como el bajo acceso a la educación para las mujeres, son productos de la violencia ejercida por la sociedad machista, y recalca cómo las mujeres se desmarcan de esta violencia. En Tres Guineas, vuelve a responderle al abogado, la cito: “Sencillamente, contesta usted, que nosotras, las hijas de los hombres con educación, nos encontramos entre la espada y la pared. A nuestra espalda, tenemos el sistema patriarcal; el hogar, con su inanidad, su inmoralidad, su hipocresía, su servilismo. Ante nosotras, tenemos el mundo de la vida pública, el sistema profesional, con su carácter absorbente, sus celos, su competitividad, su codicia. El primero nos encierra como esclavas en un harén; el segundo nos obliga a dar vueltas y vueltas, como la oruga, con la cabeza junto a la cola, alrededor del moral, del sagrado árbol de la propiedad. Es una alternativa en la que tenemos que escoger entre dos males.”

Para terminar, quiero finalizar no con mis palabras, sino con las palabras de la mujer que me ha dado la inspiración y la fuerza necesaria para exponer el día de hoy. En Un Cuarto propio, Virginia Woolf comenta la existencia de la hermana de Shakespeare, y cómo su vida fue omitida debido a su joven muerte. Sobre esto escribió lo siguiente:

“Ahora bien, yo creo que esta poetisa que jamás escribió una palabra y se halla enterrada en esta encrucijada vive todavía. Vive en vosotras y en mí, y en muchas otras mujeres que no están aquí esta noche porque están lavando los platos y poniendo a los niños en la cama. Pero vive; porque los grandes poetas no mueren; son presencias continuas; sólo necesitan la oportunidad de andar entre nosotros hechos carne. Esta oportunidad, creo yo, pronto tendréis el poder de ofrecérsela a esta poetisa. Porque yo creo que si vivimos aproximadamente otro siglo y si cada una de nosotras tiene quinientas libras al año y una habitación propia; si nos hemos acostumbrado a la libertad y tenemos el valor de escribir exactamente lo que pensamos; si nos evadimos un poco de la sala de estar común y vemos a los seres humanos no siempre desde el punto de vista de su relación entre ellos, sino de su relación con la realidad; si además vemos el cielo, y los árboles, o lo que sea, en sí mismos; si tratamos de ver más allá del coco de Milton, porque ningún humano debería limitar su visión; si nos enfrentamos con el hecho, porque es un hecho, de que no tenemos ningún brazo al que aferrarnos, sino que estamos solas, y de que estamos relacionadas con el mundo de la realidad y no sólo con el mundo de los hombres y las mujeres, entonces, llegará la oportunidad y la poetisa muerta que fue la hermana de Shakespeare recobrará el cuerpo del que tan a menudo se ha despojado. Extrayendo su vida de las vidas de las desconocidas que fueron sus antepasadas, como su hermano hizo antes que ella, nacerá. En cuanto a que venga si nosotras no nos preparamos, no nos esforzamos, si no estamos decididas a que, cuando haya vuelto a nacer, pueda vivir y escribir su poesía, esto no lo podemos esperar, porque es imposible. Pero yo sostengo que vendrá si trabajamos por ella, y que hacer este trabajo, aun en la pobreza y la oscuridad, merece la pena.” Por recuperar a la poetisa, a la creadora, a la mujer sin condiciones, y por descubrir el sentido libre de ser mujer. Gracias.

Referencias

Fernald, Anne. Virginia Woolf. Feminism and the reader. 2006.

Woolf, Virginia. Un Cuarto Propio. 1929.

Woolf, Virginia. Tres Guineas. 1938.

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Escritos de Feministas Lúcidas

El simbólico de la violencia, Anita Quintana

El simbólico de la violencia

Preparando este escrito, me hice muchas preguntas. Una de ellas fue, ¿qué es la violencia? Las invito a que se hagan la misma pregunta. Mis respuestas fueron principalmente dos: la primera, las acciones violentas, físicas o emocionales a otro ser vivo y, mi segunda respuesta, quizás un poco desconcertante para algunas, los hombres. 

En 1935, Virginia Woolf, gran escritora inglesa, escribe el ensayo Tres Guineas, en donde responde a la siguiente pregunta “¿cómo cree usted que se podría detener la guerra?”. Antes de comenzar siquiera a responder, Virginia aclara a su interlocutor, un señor ilustrado, respondiendo “disparar, ha sido un juguete y deporte de los hombres en la caza y en la guerra (…) para ustedes, en la lucha, hay cierta gloria, cierta necesidad, cierta satisfacción que nosotras jamás hemos sentido ni gozado, para ustedes la guerra es una profesión, una fuente de realización y diversión; y también es causa de viriles cualidades sin las cuales los hombres quedarían menoscabados, lo que nos hace imposible comprender los impulsos que inducen a la guerra”. 

La guerra, la expresión extrema de la violencia es “desde siempre la actividad específica del varón y su modelo de comportamiento viril”1. El patriarcado, entonces, se alimenta de todas las instituciones que los hombres han creado a su imagen y semejanza, por lo tanto, la guerra, y otras instituciones como la familia, la heterosexualidad obligatoria, el amor romántico, la maternidad no deseada, entre otras, son parte del desorden simbólico en el que las mujeres nos vemos inmersas. Este desastre trae consigo las formas de manifestación más violentas creadas por los hombres, arrastrandonos consigo a círculos de violencia en la mayoría de los espacios que habitamos, nuestros espacios personales, profesionales, de estudio, de distensión, entre otros. 

La violencia de los hombres contra las mujeres es una situación que se arrastra desde el inicio del patriarcado. La familia, como seno principal de la sociedad, ha sido una de las tantas instituciones que ha perpetuado esta violencia, sin embargo, en muy escasas ocasiones se habla de ella. De acuerdo a Kate Millet, “la fuerza patriarcal también depende de una forma de violencia de carácter particularmente sexual y realizada más completamente en el acto de la violación”. Esto se observa con claridad en la imagen del incesto: la usurpación del cuerpo de la mujer por parte de las figuras masculinas de la familia. “El incesto rompe el cuerpo de la niña y resquebraja el orden simbólico de la madre, que es la lengua que hablamos y la voz que tenemos para decir. El incesto silencia el delito originario del patriarcado quebrando la voz de la niña y rompiendo la sintaxis de su lengua materna” dice la historiadora María Milagros Rivera Garretas.

De esta forma, la violencia contra las mujeres cala en lo profundo de nuestras vidas, de todas las formas y con todas las herramientas que los hombres pueden encontrar a su paso. No obstante, ¿cómo entendemos, las mujeres, esta violencia? ¿qué hacemos ante ella? Maria Milagros Rivera Garretas escribe: “La violencia contra las mujeres se propone destruir y destruye la apertura a la relación, la apertura a lo infinito, la apertura a lo otro de sí, que el cuerpo femenino señala: señala, sin determinar nada, pues una mujer es libre de ignorar ese signo. Por eso, porque sólo el cuerpo femenino se abre a lo otro, la violencia contra las mujeres la ejercen típicamente hombres: hombres que no soportan las relaciones y los vínculos que ella tiende y atiende a su alrededor, incluyéndole también a él en la constelación: una constelación amorosa y abierta que parece sacar de quicio a esos hombres”.

Si los hombres son los realizadores de esta violencia incesante, ¿qué armas tomaremos para resistir? ¿es la resistencia una opción? ¿queremos resistir o queremos expresar nuestros deseos libres en tranquilidad? La violencia es una reacción a la libertad de las mujeres, a nuestra creatividad y a la expresión completa de nuestros cuerpos; es la manera en la que reaccionan a nuestra capacidad única de ser dos, a las revelaciones de nuestra lengua y al encuentro del orden simbólico de la madre; es su respuesta al poder dentro de nosotras de realizar nuestras vidas sin ellos sin problemas, y junto a otras mujeres. Selva Almada, escritora argentina, escribió hace un par de años “ser mujer y estar viva es cuestión de suerte”. Ahora bien, ¿qué haremos ante esta fortuna de vivir? ¿cómo vivimos en un desorden que promueve nuestra destrucción? ¿somos capaces de vivir en el orden simbólico de la madre? ¿podemos abandonar por completo nuestras relaciones con los hombres?  ¿cómo estrechamos nuestra relaciones duales, privadas y públicas con lo que aparenta ser nuestro enemigo? Las invito a reflexionar y replantear la forma en la que nos relacionamos, muchas de estas preguntas no tienen respuesta aún en mi cabeza, y puede que las respuestas que tengo aún sean vagas, no obstante, creo que cada minuto que construyo relaciones con otras mujeres, mis miedos y silencios se desvanecen poco a poco, y el mundo me parece menos agobiante. 

1.Manifiesto Rivolta Femminile, 1970

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Escritos de Feministas Lúcidas

Justicia para Ámbar (sin misoginia), Jessica Gamboa Valdés

Esta semana hemos oído con espanto sobre el crimen cometido en contra de Ámbar, una joven de 16 años, asesinada por Hugo Bustamante, el conviviente de su madre, muerto viviente del patriarcado y feminicida, que, el año 2005, había ya dado muerte a una ex-pareja con su pequeño hijo. No obstante, por decisión del Sistema de Justicia de los Hombres fue dejado en libertad condicional antes de cumplir la condena.

Este habría sido el motivo que provocó un distanciamiento y, finalmente, la ruptura entre Ámbar y su madre, así lo han expresado amigas y cercanas.

La relación madre-hija ha sido intervenida históricamente por los patriarcas, para trastocar los lazos entre mujeres, en esta cultura falocrática y misógina. Por esta razón, Denisse, la madre de Ámbar, recibe el repudio social que le encara su desnaturalizada maternidad y le reprochan haber “elegido al hombre en vez de su hija”, “a un pico antes que a su hija”.

El régimen de la HETEROSEXUALIDAD OBLIGATORIA, es, precisamente, vivir con y para un hombre, renunciar al placer y sexualidad propias, para ser colonizada psíquica y físicamente, por el modelo sexual masculino, internalizando su dependencia como natural. A las mujeres – todas- se nos exige lealtad con los hombres y su CONTRATO SEXUAL, pacto entre hombres que se sostiene, justamente, en la ruptura con el origen, es decir, con la madre concreta que nos da la vida y la palabra.

Si la madre de Ámbar fue leal a los mandatos sociales del régimen falocéntrico y su política sexual, al descuidar la relación primaria con su hija, cómo no va a ser importante restablecer la relación madre-hija y afianzar los lazos entre mujeres.

Por eso, necesitamos independencia simbólica de los hombres y sus modos de vida, partiendo por cuestionar y abandonar el Contrato Sexual, que incluye, la industria pornográfica y prostituyente, que, pese a los estragos que causa en la vida de las mujeres, siguen intactos, como si no fuesen parte del problema.

Me preocupa que, el caso ocurrido con Ámbar, sea abordado como una situación excepcional que termina por reducir la violencia masculina a una psicopatía de un sujeto que la justicia liberó erróneamente. Acá lo relevante es sacar a la luz una civilización completa que desprecia a las mujeres. Por eso, nuestras vidas, no tienen la valoración social que merecen.

Cómo nos explicamos que sea posible que, en cualquier rincón del mundo, el cuerpo de una mujer (niña, joven o adulta) sea vendido por -cuatro chauchas-para usar su vagina, su ano o su boca, solo para satisfacer el placer de un hombre. En consecuencia, la violencia ejercida hacia nosotras, las mujeres, es producto y efecto de lo mismo.

¿Y la justicia?

Se clama justicia para Ámbar y para todas las mujeres. Sin embargo, el sistema de justicia patriarcal, cada día más insípido, apenas logra mantenerse a flote con sus leyes en franca decadencia, aunque, las leyes androcéntricas jamás serán suficientes y satisfactorias cuando se trata de la vida o el cuerpo de una mujer. Porque estamos más allá de la ley del padre.

La justicia para las mujeres es también del orden simbólico. Las feministas lo vienen haciendo hace mucho tiempo, imprimiendo en las calles los nombres de las mujeres que han hecho resistencia a los patriarcas.

También es de justicia simbólica no dejar que el discurso mediático fomente la misoginia y la ignorancia sobre la violencia hacia las mujeres. En ese sentido, el linchamiento social prometido a la madre, dice Andrea Franulic, transgrede el genuino deseo de Ámbar, que, pese a las desavenencias que tuvo con ella, pensaba en su bienestar y en el de su hermano, lo mismo, ocurre con haber destruido las pertenencias que estaban al interior de la vivienda.

La violencia es de ellos, de los muertos vivientes del patriarcado, no de las mujeres.

Por último, reafirmar una idea que, en este fin de patriarcado, resuena cada día más. La violencia de tantos hombres en contra de las mujeres debe llegar a ser IMPENSABLE, como lo es hoy el canibalismo, dice María-Milagros Rivera Garretas, así lo están expresando las mujeres y las comunidades en Chile y en el mundo entero.

Hagamos la justicia, sin misoginia.

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Pensamiento de la Diferencia

Luce Irigaray

Luce Irigaray (Bélgica, 3 de mayo de 1930) es una de las mayores exponentes del movimiento filosófico feminista francés contemporáneo. Se ha especializado en filosofía, psicoanálisis y lingüística. Actualmente es directora de investigación en el Centre National de la Recherche Scientifique de París.

Su obra más famosa es El espejo de la otra mujer, publicado en 1974, con el título original de Spéculum de l`autre femme, obra que la llevó a una intensa disputa con el analista Jacques Lacan. Ésta se enfoca en la exclusión de la mujer en el lenguaje mismo y a partir de allí en los más diversos aspectos de la vida y la ciencia, incluida la teoría psicoanalítica.

Luce Irigaray ha declarado no amar hablar de la propia vida privada. A su parecer, la entrada en el mundo intelectual de la mujer ha sido una batalla fatigosamente vencida y, por lo tanto, cada referencia a hechos privados es un posible modo de desacreditar la voz femenina en este ambiente ya poco acogedor.

Como otras pensadoras francesas de los años ‘70, el lazo con el movimiento de las mujeres ha sido un punto de viraje en su recorrido. Su pensamiento se ha desarrollado en una viva relación de intercambio con la política de las mujeres.

Muestra, desde siempre, mucho interés por las problemáticas relativas al lenguaje. Relee las categorías fundamentales del psicoanálisis y de la filosofía a partir de los temas del inconsciente femenino, el cuerpo femenino, el lazo de la mujer con la madre.

Reflexiona sobre la cuestión de la diferencia, el misterio del otro, la necesidad de un pensamiento femenino maduro y sabio. Trabaja en el tema de la democracia y de los derechos sexuales. En los últimos años, se ha comprometido en favorecer la apertura a las tradiciones orientales.

Otras obras traducidas al español: Ese sexo que no es uno (1982); Yo, tú, nosotras (1992); Ética de la diferencia sexual (2010); En el principio era ella (2016).

http://www.heroinas.net/2014/10/luce-irigaray.html

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Pensamiento de la Diferencia

Lia Cigarini

Lia Cigarini nació en 1937, es abogada y jurista, vive en Milán. En los años 70 formó parte de un grupo de mujeres que proponía «la desmitificación del autoritarismo patriarcal» y escribió (1969) el texto II maschile come valore. Junto con otras, fundó, en 1975, la Librería delle donne de Milán. Ha participado en la redacción de los textos Más mujeres que hombres, No creas tener derechos (Madrid, Horas y horas) 1991 y El final del patriarcado. (Barcelona, Llibreria Proleg, 1996). Ha publicado La política del deseo (Barcelona, Icaria, 1995). Colabora en «Via Dogana», revista de la Librería. Lia Cigarini es, ante todo, una mujer apasionada por la política. Tanto, que casi todo lo que toca lo convierte, antes o después, escuetamente, en palabra política. Lo hace sin despegarse de las cosas ni de la experiencia, de lo vivido, y quizá sea esto lo que hace que su palabra sea convincente y tenga la fuerza persuasiva que da el despojarla de todo lo superfluo. María-Milagros Rivera dice sobre Lia “En los ya muchos años que llevamos de relación en el contexto de Duoda y de la Librería de mujeres de Milán, he visto muchas veces cómo sus palabras hacen un vacío que no es de incomprensión sino de sorpresa y de fecundidad, porque te ponen inmediatamente a pensar”. Ella fundó con otras, en 1975, la Librería de mujeres de Milán, que es una tienda y es también un lugar de la política.

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Pensamiento de la Diferencia

Luisa Muraro

Luisa Muraro tiene 70 años (Montecchio Maggiore, Véneto, 14-06-1940), es la sexta de once hermanos y hermanas. Es licenciada en Lingüística, Universidad de Lovaina; y Filosofía de la Ciencia, Universidad Católica de Milán, 1965. Profesora, desde 1969, de Pedagogía y Psicología, Rovereto, Trento, con interrupciones por estudios en Lovaina y París; y de Filosofía, Universidad de Verona, desde 1975 hasta su jubilación. Se casa en 1965, tiene un hijo en 1966, se divorcia en 1971.

Conocida en especial como escritora, ya a sus doce años gana un premio de la Acción Católica. Dice que, cuando niña, antes de escribir, dibujaba mucho en invierno, lo que le permite producir su primer libro, Historia Ilustrada del Marianum, el Colegio Mayor donde estudiaba, publicado cuando tenía solo 22 años. Dice que necesita escribir pero más que necesidad es pasión. Por ello, el enunciado somero de su currículum vitae supondría un libro de cientos de páginas.

En efecto, su bibliografía completa, con sus escritos sobre lingüística, filosofía, ciencia, historia, política, feminismo, mística, suma miles de documentos, libros, reseñas, conferencias, traducciones (por ejemplo, obras de Luce IRIGARAY), entrevistas y, sobre todo, artículos en decenas de diarios y revistas políticas de izquierda, académicas, sindicales, religiosas, mujeriles, en Italia y el extranjero, por ejemplo: L’Erba Voglio, L’Unita, Il Manifesto.

Dice que su primer escrito, 1960, fue un texto político, pero su primer gran éxito lo obtuvo con: Guillerma y Maifreda. Historia de una herejía feminista (Guglielma e Maifreda, Milano, La Tartaruga, 1985) que fue traducido de inmediato al alemán y otros idiomas (al castellano, traducido por Blanca Garí, Barcelona, Omega, 1997, 297 p.).

Otros de sus ensayos son: El orden simbólico de la madre (1991). Lengua materna, ciencia divina; escritos sobre la filosofía mística de Margarita Porete (1995). El Dios de las mujeres (2003). Al mercado de la felicidad (2009). La indecible suerte de nacer mujer (2013), etc.

Con otras compañeras feministas, funda decenas de grupos y asociaciones, el 15-10-1975, la más activa y conocida: La Librería de las Mujeres de Milán –  que edita la revista VIA DOGANA.

Funda en Verona, 1984, la comunidad filosófica Diótima, que organiza seminarios anuales y publica siete libros, el primero sobre el pensamiento de la diferencia sexual. Durante las cuatro últimas décadas, Luisa ha sido la mayor representante de este pensamiento. Es profesora jubilada, pero mantiene una actividad constante como investigadora y conferencista, ya que su aporte es solicitado en foros, entrevistas, revistas, TV, etcétera, cada vez que se suscitan debates, tanto en Italia como en otros países. Sottosopra se edita desde 1983.

Desde 2001, Luisa da clases en el Máster online en Estudios de la Diferencia Sexual del Centro DUODA de la Universidad de Barcelona, España.

Como he dicho, el enunciado somero de su CV supondría un libro, basta poner su nombre y apellido en Internet para constatar el volumen inusitado de su producción.

Pero no se trata de cantidad, sino de calidad. En esta época, cuando los medios dejan de lado los grandes problemas que enfrenta la humanidad, para dar un espacio desmesurado a divertir a un público banal y frívolo, ávido de escándalos que se escarban en la vida privada de los famosos; cuando se leen los escritos de Luisa, le entra a una la alegría de constatar que sí hay quien emite profundas reflexiones sobre los problemas reales, en especial de los de las mujeres.

En sus textos, por ejemplo, en un libro-entrevista de Clara Jourdan (Ediciones del Orto, 2006, 96 p.), donde habla de su vida desde la niñez, demuestra su simplicidad, modestia, buen humor y transparencia y, en todos, se trasluce la capacidad, visión, verticalidad, sabiduría, con que enfrenta cada uno de los temas; y el respeto con que trata a sus interlocutores, la empatía frente a todos, siempre cita a las mujeres, varones, que le dieron la oportunidad de aprender, de avanzar en tareas en equipo.

Si tú no conoces el italiano, es hora de hacer el esfuerzo de aprenderlo, porque es mejor leer un perfecto italiano, con la ayuda de un diccionario, que soportar una descuidada traducción al castellano o una edición que pierde las hojas. Por eso, te recomendamos las traducciones de la pensadora María-Milagros Rivera Garretas.

Publicado en: Mujer Pública, La Paz, Bolivia, Feb. 2011, N° 4, pp. 96-97

Revisa este video http://www.youtube.com/watch?v=zhyoaWCJDN8

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Feminismo Autónomo Latinoamericano

Julieta Kirkwood

Nació en Santiago de Chile el 5 de abril de 1936 y murió el 8 de abril de 1985, a sus 49 años a causa de un cáncer. Fue una socióloga, cientista política, catedrática y partícipe del movimiento feminista chileno de la década de 1980.

Hija de Johnny Kirkwood y Julieta Bañados, perteneció a la primera generación de mujeres que tuvo amplio acceso a la educación secundaria. Cursó sus estudios superiores en la Universidad de Chile, donde participó de diferentes movimientos sociales y estudiantiles, y, finalmente, alcanzó el grado académico de Licenciada en Sociología y Ciencias Políticas, en 1969.

La lucha por el sufragio femenino provocó la creación de diferentes organizaciones feministas en Chile, sin embargo, durante la mitad del siglo XX, todas estas comenzaron a decaer. Una vez obtenido el voto, los grupos organizados de mujeres se homologaron a los partidos políticos, dejando de lado sus propios intereses. Este hecho en particular motivó a Julieta Kirkwood a refundar el Movimiento Feminista, hito que marca el advenimiento de un segundo feminismo histórico en Chile. De esta forma, Kirkwood comienza a teorizar la experiencia de las mujeres, no tan solo en la política convencional, sino, la vida misma de las mujeres en una época bañada de incertidumbres en nuestro país. “La recuperación del mundo, todavía en gran parte ajeno a la mujer, vendrá por la recuperación de lo vivido cotidianamente”. 

En 1972, Julieta se une a la FLACSO (Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales) como estudiante; así, comienza un incesable trabajo intelectual junto a otros académicos. En la década de los ochenta, Julieta Kirkwood forma parte del Círculo de Estudios de la Mujer -que posteriormente se convirtió en La Morada y en el Centro de Estudios de la Mujer (CEM) – y participó activamente en movimientos sociales feministas como el MEMCh 83 y el Departamento Femenino de la Coordinadora Nacional Sindical. En el año 1983, se gesta el Movimiento Feminista de oposición a la dictadura, el que motivó junto a Margarita Pisano, con quien mantuvo una amistad política. Dicho movimiento es más bien conocido bajo el polémico lema “Democracia en el país, en la casa y en la cama”.Su propuesta teórica feminista se sistematizó en diferentes publicaciones, entre sus libros más relevantes destacamos Ser política en Chile: las feministas y los partidos (1982), Tejiendo rebeldías (1987) y Feminarios (1987).