“Incitada. Feminismo radical de la diferencia. Antología”, 2021, de Andrea Franulic Depix: Un precioso hilo que se suma al tejido de la libertad femenina
Este libro, una antología del pensamiento de la feminista radical de la diferencia chilena Andrea Franulic Depix, viene a satisfacer el deseo y la necesidad sentidas por mucho tiempo por quienes leyendo a Andrea hemos encontrado luces, repercusión y palabras para decir mucha de nuestra verdad que necesitaba ser dicha.
En ese sentido, se trata de acontecimiento alegre, que celebro y agradezco.
En la lectura, podemos apreciar el derrotero de su propia experiencia como feminista y como mujer implicada en la política de las mujeres, así como el de sus ideas, las que se van transformando y, desde mi punto de vista, enriqueciendo sin renegar de las concepciones pasadas. Se trata de una aventura en la que ha desarrollado y desenrollado cada hilo de pensamiento que le permitió la apertura en algún momento, aunque para ella, algunas de esas madejas ya hayan llegado a su fin.
El orden que Andrea eligió, parece una invitación a recorrer este camino por el pensamiento femenino hecha desde el presente, así lo he sentido, no porque plantee un desarrollo inversamente cronológico de forma estricta, sino porque iniciamos la lectura con el encuentro de la propia autora con el final del patriarcado, y, a partir de la revelación de este alegre acontecimiento, seguimos con la mirada hacia la lengua materna y al descubrimiento del feminismo radical de la diferencia, aporte teórico fundamental de la propia Andrea. Luego, presenta reflexiones en torno a las relaciones entre mujeres, pasando tanto por el amor, la amistad y el reconocimiento, como por los conflictos entre mujeres, que ella misma vivió y la afectaron profundamente. Toda experiencia relatada es transformada en política por la autora, es decir, pasada por el cedazo de la reflexión y de la búsqueda de las palabras para nombrar las cosas como son, esto es, hacer teoría en femenino.
Creo que esto último señala también un importante aspecto del pensamiento de Andrea, que se imbrica con aquello que se nos ha dicho que hace el pensamiento sistemático, aunque a estas alturas dudemos de la mayor parte de éste, al menos del consagrado en masculino, que es la búsqueda de la verdad.
En este caso, se trata de un pensamiento que siempre toma como punto de partida la propia voz, el partir de sí, poniéndose en primera persona en la aventura de la experiencia compartida, así aborde conflictos políticos, el amor entre mujeres o la lingüística y sus problemas y posibilidades. Resulta evidente que nos encontramos ante una mujer que piensa con apertura, con deseo de entender y comunicar, teniendo a la relación como horizonte, tal como nos indica el título (y la breve nota que habla de esta elección tan acertada), pues las voces de las otras ya se encuentran dentro de sí, y han pasado a ser algo más que referentes.
Así, esta búsqueda hecha en femenino nos entrega una pepita de verdad original y femenina. Es la verdad que solo puede encontrar y nombrar una mujer auténtica.
De la escritura de Andrea también debo decir que siempre me ha parecido amable (que se deja amar), aún cuando señala las verdades más estremecedoras, y en ese sentido, leerla me parece encontrar su veta de maestra, de profesora que cuida la relación mientras enseña y se abre también a la posibilidad de aprender del intercambio con la otra.
Así, la lectura de estos artículos permite recorrer el camino del pensamiento de Andrea, entre los años 2008 y 2020, mientras en su propia escritura encarna la propuesta política que va descubriendo, y a la que terminará enriqueciendo con su propio descubrimiento y creación, el ya señalado feminismo radical de la diferencia (concepto que subtitula la obra entregándonos sus coordenadas), una propuesta que poco a poco va encontrando acogida y que explora las coincidencias entre el una buena parte del feminismo radical norteamericano y el de la diferencia (sobre todo, italiano), fundamentalmente relativas a que la libertad de las mujeres se encuentra enraizada en la diferencia sexual, y que en realidad, no hay radicalidad alguna en el orden de los patriarcas.
Aunque hay varios momentos de este recorrido que no deberían dejar indiferente a la mujer que hoy piense al feminismo y a la política de las mujeres como parte de su propio camino, quiero detenerme y profundizar solo en un aspecto de este libro, elección mía que es, a la vez, subjetiva y verdadera.
Se trata de lo que me ha pasado a mí con Andrea desde que comencé a leerla y des-cubrir la red de sus ideas. Llegué a ella por mi intenso interés de hace años por el pensamiento y figura de Margarita Pisano. La primera lectura que me hizo sentirme cercana fue su reflexión sobre el rumor (escrita junto a Jessica Gamboa), porque se trataba de un tema doloroso que yo misma había padecido. El dolor me abrió, puedo decir, y desde ese momento mi caminar espiralado en torno a sus escritos no se detuvo más. Este texto me pareció un bálsamo, francamente, y unió mi deseo a mi necesidad. Dado que estos tristes episodios siguen ocurriendo en el feminismo, pienso que su lectura sigue desatando nudos, y si a esto sumamos sus palabras sobre la envidia entre mujeres, pienso que es posible encontrar luces que sobrepasan con creces los devaneos típicos del feminismo militante sobre los conflictos entre mujeres.
Por eso, cuando Andrea entrega la concepción del feminismo radical de la diferencia a las mujeres, se trata de un gesto de apertura de mundo para nosotras. Nos invita a reconocer nuestras raíces, con su historia y genealogías, incluida la existencia lesbiana, pero solo con y bajo la luz de la diferencia sexual. Nunca olvidaré cuando expuso en Chillán y dijo estas palabras “no basta con ser lesbiana” (yo era una lesbiana militante en esa época, no pude disimular mi expresión de asombro), para pasar a detallar cómo un lesbian-ismo ciego a la diferencia sexual se vuelve ineficaz, insuficiente y hasta contraproducente para la libertad de las mujeres. A partir de este punto, su crítica al identitarismo y a la ideología, presentes en muchos de sus textos posteriores, me permitieron romper con ciertas ataduras autoimpuestas y comenzar a conectar con un sinnúmero de pensadoras, ideas y sentimientos, incluidos entre estos últimos, los míos.
Así, una de las cosas que más me entusiasma de los textos de Andrea cada vez que la leo es la capacidad que tiene para encontrar ella misma y entregar (me) las palabras para decir aquello que más necesita ser dicho, ya se trate de un sentir doloroso o de la alegría de una epifanía relativa a la libertad femenina.
En resumen, mi experiencia de lectura de los escritos de Andrea va de la mano con mi propia experiencia política y de relación con ella. Quise jugar a escribir esta reseña tanto desde el amor que siento por Andrea, como desde la distancia que una lectura requiere, sin objetividad, pero rehuyendo a la tentación de la fusión.
Espero haber tenido suerte.
Con todo, para mí hoy en día Andrea Franulic Depix es la mayor feminista latinoamericana viva, y representa lo mejor del feminismo a secas, una mujer cuyas palabras invitan a hablar, despejan el camino y abren el campo de lo decible en femenino.
Finalmente, lo único que me queda por hacer es invitarlas a leer a Andrea, porque se trata de un venturoso descubrimiento, o a releerla si ya lo han hecho, porque encontraran siempre un nuevo eco.