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Declaración de Feministas Lúcidas ante los acontecimientos en Chile. Octubre, 2019.

Las Feministas Lúcidas apoyamos y participamos de esta Revuelta, porque, como mujeres y mujeres lesbianas que hacemos «política de las mujeres», siempre hemos rechazado la fuerza y el poder de los patriarcas. Hemos repudiado la guerra, los uniformes, la patria y la bandera. Nos reconocemos, además, en la historia de las Feministas Autónomas chilenas y latinoamericanas que se negaron a negociar con los poderes militarizados y los partidos vendidos de la Concertación u otros conglomerados políticos, a fines de los años ochenta e inicios de los noventa. ¿Cuánto tiempo se denunció la institucionalización del feminismo y los movimientos sociales? Nunca hemos estado de acuerdo con negociar con el poder, ni lo estaremos. Esta revuelta es respuesta a los abusos de la política con poder de este país, del estado criminal de este país y de la complicidad de todas y todos que decidieron negociar lo innegociable. Tampoco la separamos de lo que está pasando en todo el mundo, que es un cambio de civilización.

Esta revuelta tiene mucho de «orden simbólico de la madre». ¿No lo ven? ¿No lo vieron antes? Sospechamos que ese fue el problema. Pues, ¿qué es, sino, querer que desmilitaricen el territorio, que devuelvan el agua, que dejen de torturar y hacer desaparecer gente, que dejen de matar y violar a mujeres y niñas? ¿Qué es, sino, desear una vida digna, basada en relaciones humanas, «no instrumentales»? ¿Qué es, sino, pretender expandir el sentido de la vida que venimos simbolizando e intentando practicar las mujeres desde el último tercio del siglo XX y, si miramos el pasado, milenariamente? ¿Qué es, sino, cacerolear, sacar las cucharas de palo, el rallador y mostrar la paradoja del poder de los fascistas que hablan de guerra y sacan sus tanques y armas, manchadas históricamente de sangre, también en la memoria? ¿Qué es, sino, protestar en las calles y sacar a la luz del sol la masacre que nos están y han estado haciendo, la manipulación de las consciencias y el montaje que realizan los medios de comunicación oficiales, vendidos, hasta la saciedad, a los capitales de los patriarcas?

Unido a lo anterior, queremos enfatizar que denunciamos la violencia sexual que, una vez más, estamos sufriendo las mujeres durante esta represión militar del gobierno chileno. Denunciamos las torturas, asesinatos y desaparecimientos de mujeres, hombres, jóvenes, niñas, niños, también de animales, en manos de los milicos y las fuerzas especiales. Aplaudimos la fortaleza de las y los estudiantes. Esperamos la desintegración de la clase política y empresarial de este país. Apoyamos la acusación constitucional a Piñera y Chadwick. Y luego escupimos contra la constitución (y «contra Hegel», como siempre). Apoyaremos una nueva, siempre y cuando se realice con «el mínimo de poder y el máximo de augere», y se inscriba el «pensamiento de la diferencia sexual», porque, de no ser así, ¡será más de lo mismo: la lengua muerta del pensamiento androcéntrico! Por último, repudiamos la estigmatización que el gobierno, los medios de comunicación y sus repetidores hacen de quienes resisten en las calles y poblaciones de todo el territorio: ¡la única violencia que rechazamos en este contexto es la del Estado patriarcal asesino! Tampoco nos sumamos al coro hipócrita contra los saqueos y la delincuencia, pues los únicos saqueadores y delincuentes son quienes sostienen las AFP y toda la mafia del modelo de libre mercado.

¿Qué es, sino, desear que caigan todas las máscaras?

Las Feministas Lúcidas apoyamos y participamos de esta Revuelta, porque, como mujeres y mujeres lesbianas que hacemos «política de las mujeres», siempre hemos rechazado la fuerza y el poder de los patriarcas. Hemos repudiado la guerra, los uniformes, la patria y la bandera. Nos reconocemos, además, en la historia de las Feministas Autónomas chilenas y latinoamericanas que se negaron a negociar con los poderes militarizados y los partidos vendidos de la Concertación u otros conglomerados políticos, a fines de los años ochenta e inicios de los noventa. ¿Cuánto tiempo se denunció la institucionalización del feminismo y los movimientos sociales? Nunca hemos estado de acuerdo con negociar con el poder, ni lo estaremos. Esta revuelta es respuesta a los abusos de la política con poder de este país, del estado criminal de este país y de la complicidad de todas y todos que decidieron negociar lo innegociable. Tampoco la separamos de lo que está pasando en todo el mundo, que es un cambio de civilización.

Esta revuelta tiene mucho de «orden simbólico de la madre». ¿No lo ven? ¿No lo vieron antes? Sospechamos que ese fue el problema. Pues, ¿qué es, sino, querer que desmilitaricen el territorio, que devuelvan el agua, que dejen de torturar y hacer desaparecer gente, que dejen de matar y violar a mujeres y niñas? ¿Qué es, sino, desear una vida digna, basada en relaciones humanas, «no instrumentales»? ¿Qué es, sino, pretender expandir el sentido de la vida que venimos simbolizando e intentando practicar las mujeres desde el último tercio del siglo XX y, si miramos el pasado, milenariamente? ¿Qué es, sino, cacerolear, sacar las cucharas de palo, el rallador y mostrar la paradoja del poder de los fascistas que hablan de guerra y sacan sus tanques y armas, manchadas históricamente de sangre, también en la memoria? ¿Qué es, sino, protestar en las calles y sacar a la luz del sol la masacre que nos están y han estado haciendo, la manipulación de las consciencias y el montaje que realizan los medios de comunicación oficiales, vendidos, hasta la saciedad, a los capitales de los patriarcas?

Unido a lo anterior, queremos enfatizar que denunciamos la violencia sexual que, una vez más, estamos sufriendo las mujeres durante esta represión militar del gobierno chileno. Denunciamos las torturas, asesinatos y desaparecimientos de mujeres, hombres, jóvenes, niñas, niños, también de animales, en manos de los milicos y las fuerzas especiales. Aplaudimos la fortaleza de las y los estudiantes. Esperamos la desintegración de la clase política y empresarial de este país. Apoyamos la acusación constitucional a Piñera y Chadwick. Y luego escupimos contra la constitución (y «contra Hegel», como siempre). Apoyaremos una nueva, siempre y cuando se realice con «el mínimo de poder y el máximo de augere», y se inscriba el «pensamiento de la diferencia sexual», porque, de no ser así, ¡será más de lo mismo: la lengua muerta del pensamiento androcéntrico! Por último, repudiamos la estigmatización que el gobierno, los medios de comunicación y sus repetidores hacen de quienes resisten en las calles y poblaciones de todo el territorio: ¡la única violencia que rechazamos en este contexto es la del Estado patriarcal asesino! Tampoco nos sumamos al coro hipócrita contra los saqueos y la delincuencia, pues los únicos saqueadores y delincuentes son quienes sostienen las AFP y toda la mafia del modelo de libre mercado.

¿Qué es, sino, desear que caigan todas las máscaras?

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