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Escritos de Feministas Lúcidas

El hilo de la vida, hilando las relaciones con la raíz materna, Jessica Gamboa Valdés

A Dorila, Zoila Amada, Zoila Rosa Amada y Cecilia del Rosario

El hilo de la vida, hilando las relaciones con la raíz materna, es un proyecto creativo y artístico femenino realizado, a cuatro manos, para el trabajo final del primer año del máster de Duoda, aunque, en el trasfondo, estaba la necesidad de restituir el simbólico de la madre con las palabras de la lengua materna y darles existencia simbólica. Traerlas de vuelta  significó reconectarme con las relaciones vitales –sin fin– que hicieron posible mi permanencia en el mundo: mi madre y mi abuela, relaciones que han sido medida y mediación de Amor.

Ciertamente, fue mi abuela Zoila la que me incentivó a Hilar y Tejer como lo han hecho siempre las mujeres: con la palabra, con los gestos de amor, con las prácticas de recreación de la vida que, silenciosamente, humanizan y civilizan, sin guerra. Me recuerda lo que me escribió Ana Mañeru, el día 7 de marzo, mostrándome a una pintora Ucraniana que comenzó a pintar a los 70 años e hizo de su casa su obra. Me escribe: «Me he acordado de Zoila Rosa y sus bordados. Cuanta creación femenina, siempre bella y pacífica».

Quiero mencionar especialmente a la profesora Donatella Franchi que acogió mi propuesta invitándome a re-mirar y re-significar el concepto de “arte” y de “artista”, para saber que las prácticas artísticas femeninas no dejan fuera el sentir en la creación como tampoco las relaciones que conllevan el proceso creativo. Me ha inspirado su propia obra dedicada a su madre Clotilde y que, de pura coincidencia, la misma Ana me la había enseñado cuando le comenté del proyecto que iniciaríamos con mi abuela.

El arte de la relación. Creación enraizada

Las creaciones que componen el proyecto son  “Lienzo”  y  “libro de las artistas”. Cada cual tiene una apuesta que las hace singular, una como texto/tejido  y, la otra, como imagen. Ambas expresan lo genuino de la lengua materna al visibilizar, por un lado, la relación originaria que es ser nacidas y nacidos de una mujer y, por otro, la genealogía femenina materna que, al ser sustraída de la mirada de la miseria patriarcal, da un vuelco hacia lo trascendental como lo es la huella de la madre.

Lienzo

Bordado en tela cruda o tela rústica de 1,67 mts. Compuesto por 40 retazos. Cada retazo nombra una experiencia o a una persona significativa en la vida de mi abuela.

Los materiales que usamos fueron hilo de costura color blanco para hilvanar, hilos de colores para bordar, aguja y perlas sintéticas de color blanco para adornar.

Los trazos hallaron un lugar sin orden alguno, mejor dicho, se hallaron mezclándose con el sentido de las relaciones.

Libro de las artistas

Creado artesanalmente con papel opalina de 200 gramos, utilizando la técnica de acordeón. Se compone de fotografías de las manos de mi abuela en distintos tiempos, momentos y creaciones de la vida, con especial dedicación a la genealogía materna femenina (hija, nietas y bisnietas) y acompañadas por los símbolos femeninos que son la Rosa y la Perla.

El proceso creativo  

Lo llevamos a cabo en plena pandemia, el año 2021, año que nos benefició para pasar bastante tiempo juntas, aunque llevábamos  casi más de un año compartiendo la vida junto con Andrea en nuestra casa.

En un principio nos reuníamos los domingos en las tardes para conversar sobre su vida o de lo que quisiera contarme, sin reglas ni métodos. La guía eran las relaciones y, a veces, sus nudos. Mandaba el movimiento de las entrañas. Caminamos juntas por donde me quisiera mostrar,  yo fiada de su mano como cuando era niña. Nos entusiasmamos tanto que hilábamos cada día. Así fue como comenzamos el trabajo de las palabras  título de un libro precioso que hizo su trabajo en mí.

El viaje partió en la calle Nueva de Matte, comuna de Independencia, a fines de los años 30 del siglo XX, en la casa de su abuela materna Dorila. Paseamos por lavaderos de ropa y saludábamos a su abuela y a su madre, las lavanderas. Esta casa fue su lugar de la infancia al que recordaba con mucho amor. Asimismo, su paso por la escuela 111 de Vivaceta y la relación con la profesora Delfina del Piano.

Zoila Rosa, mi abuela, aprendió la práctica del Hilar en la relación femenina con su genealogía materna. Nunca la olvidó, ni la desplazó. Por eso, una vez que he caído en la cuenta de la ausencia del simbólico de la madre en mi vida, debido al desorden que me produjo la emancipación, pude sentir el deseo de restituirlo.

También aprendió el oficio de Coser mirando a su madre y a sus hermanas mayores Elena y María Rebeca. A los 13 años dejó la escuela para trabajar en una camisería en el sector de Mapocho «Camisería Barcelona” haciendo ojales, cuellos y bastas.

A sus hijas e hijos les confeccionaba la ropa, también a nosotras, sus nietas. Mi madre, a su vez, lo aprendió de ella… jamás dejó de Hilar, Coser, Tejer…

Quería ser profesora, le encantaba la lectura. Y, por supuesto, lo fue. Fue la Maestra de sus hijas e hijos, les enseñó a hablar con la lengua materna de la que fue depositaria, lengua que aprendió de su madre Zoila Amada en compañía de su abuela Dorila. Así es la lengua materna, un infinito hilado de palabras enraizadas y encarnadas.

A nosotras, sus nietas (también algunos nietos) que tuvimos la fortuna de criarnos con ella, nos educó con infinito Amor. Tenía el Don de la maestra, tenía Gracia y Humildad.

Cada recuerdo me toca profundamente porque en cada Encuentro se desveló algo nuevo e imprevisto… la Hondura y el Misterio de origen femenino. Misterio que está siempre en una misma.

Sin saberlo este trabajo de hilar en relación nos llevó a hallarnos  a cada una. Desamarrando  aquellos nudos que nos afligían el alma para seguir nuestro camino de vida siendo otras. Otras porque algo se ha movido y desplazado adentro.

En este andar profundo[1] conocí a mi bisabuela Zoila Amada y a Dorila, mi tataraabuela, genealogía materna que me enraíza y que corre por mis venas. Zoila Rosa Amada, mi abuela, me enseñó de Presencia/Ausencia que siempre es Amor.

Los misterios de la Virgen

Supe ver -con la visión-  su devoción al Rosario  y de la Virgen, hilo inmaculado de los misterios de la virgen, Madre sin coito. No fue casualidad que llamara Cecilia del Rosario a mi madre. O la medallita de la virgen con una cinta de color rojo, adorno femenino como protección del cuerpo y del espíritu de la criatura recién nacida, decía ella. Ahora sé que es más que un adorno, es fiarse en la raíz femenina, sabiduría de la lengua materna que sabe que el cuerpo es obra de la madre.

Desde que era niña vi la figura de yeso de la virgen en su habitación. La traía consigo su abuela Dorila, virgen que había estado al cuidado de las madres anteriores. Ahora está al mío, me la encomendó para cuando partiera de este mundo.

Zoila viene de Zoé, vida, vital o llena de vida. Carmen Martín Rojas me hacía ver lo biofílica que era mi abuela Zoila, ¡Es tan cierto!

Bordó y tejió para las nietas, nietos e hijas, hilando con sus manos el hilo femenino de su descendencia… el hilo de la vida.

Leíamos poesía o extractos de libros de mujeres y elegíamos qué bordar. Algunos bordados fueron dedicados a las mujeres con las que estoy en relación. Así lo convenimos.

Hicimos del hilar una práctica.

Las telas bordadas estarán a mi cuidado y otras con las Amigas que le darán un lugar y espacio en sus vidas para mantener vivo el tejido de la relación.  

¡Qué bella manera de trascender!

Diana Carla, una amiga de la Patagonia Argentina, acogió mi deseo para crear un blog que contiene el hilado realizado con Zoila, allí habrá un lugar/refugio para visitar sus creaciones.

Un Poema de Ana Mañeru Méndez dice:

“Detrás de una palabra,

Tan solo de una sola,

Renace el mundo entero.”

Mi abuela Zoila dejó su palabra bordada para quien quiera y sepa reconocerla Con su Grandeza.

Santiago, junta de vecinas del barrio Yungay, 30 de abril, 2020.


[1] Antonietta Potente. Mística.Experiencia del caminar profundo.

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Hilar fino, Andrea Franulic Depix

Palabras para la exposición: Hilando las relaciones con la raíz materna, de Zoila Rosa Amada y Jessica Alejandra

Zoila me declaró su nieta por la sencilla razón de que yo la llamaba “abuela”. Fue durante esos meses, también, que ella puso en palabras su experiencia del incesto, infringido por su padre, rompiendo, por vez primera, el tabú del silencio. Y fue, en ese tiempo, además, que nos dijo, con plena seguridad y absoluta certeza, que la mar es una mujer, porque su madre se lo había confesado, como quien reconoce un secreto de cientos de miles de años[1].

Zoila entendía, pues sentía, el misterio de la lengua materna, como Hilandera ancestral que era. Y este fue un descubrimiento maravilloso, que vivimos junto a ella. Fue una verdad revelada, la que, sabemos, siempre está ahí con nosotras, pero permanece cubierta hasta que logramos esfumar, soplando fuerte como viento del desierto de Atacama, todos los espejismos fálicos que empañan la mirada y embotan los sentidos, confundiendo lo verdadero con lo verosímil[2]. Este viento fresco, lleno de vida, que despeja las fantasmagorías machistas y que, con sus remolinos de arena y rebeldes tornados, arrasa con las mentiras, acrecentó la relación abuela-nieta, de Zoila y Jeka, lo que permitió el hallazgo. Alrededor, algunas nietas, nietos e hijas supieron acoger la gran noticia; a otras y a otros, en cambio, el viento no las tocó, no los tocó, quedándose agazapadas y agazapados bajo las sombras del Falo.

Las hijas, tocadas por el viento, son Ana y Cecilia; Cecilia, madre de Jeka e hija de Zoila, falleció tempranamente, sin embargo, Zoila y Jeka han restituido su presencia en ausencia. Así, las Tres Madres de toda genealogía femenina en singular hilvanan la exposición de hoy con un hilo firme e infinito, abriendo una dimensión en el espacio-tiempo, más acá de la muerte. Es el misterio de la Lengua Materna y el Tiempo femenino. ¿Qué es ese concepto pequeño y mediocre de la edad en el logos androcéntrico? ¿Qué es esa línea recta y aburrida que intenta medir el insondable tiempo nuestro con marcas en el calendario? Con Zoila, aprendí que la edad patriarcal no existe. Es verosímil, pero no es verdadera.

Jeka llegaba con las trazas en las telas y su abuela las bordaba con precisión y belleza, con divina concentración, mientras le preguntaba y Jeka le contaba quién era cada autora, qué significaba cada palabra, qué resonancia traía cada texto, qué era qué, quién era quién. O bien, Jeka le preguntaba qué calles contuvieron su alegría, qué rincones guardaron sus tesoros, qué mujeres la sostuvieron día a día, a quiénes amó, de quiénes recibió amor, cuáles dolores, ausencias o pérdidas, cuáles sorpresas, sueños o presagios, y Zoila le contaba, con hilos de colores, la vida, su vida, que también es la vida de Jeka.

Entonces, el milagro acontecía: Zoila Rosa florecía y podría haber tenido 12, 20 o cientos de miles de años. Acontecía por ese estar en relación de verdad y en profundidad donde la nieta autoriza a la abuela y la abuela autoriza a la nieta, reconociendo esta la excelencia y precedencia de aquella. Eran tardes enteras hasta que caía la sol y alumbraba la luna. Con un té caliente, conversaban e hilaban. Soy testiga afortunada de esta práctica artística femenina, libre de todo canon masculino y académico, mediada  por Dama Amor, en la que se encontraron Zoila y Jeka.

Esta práctica artística femenina libre nos trae el simbólico de la madre, por eso, es una apuesta política, de la política primera, bella, trascendente, enraizada y encarnada. Y lo trae hecho textura, hebra, surco; lo trae hecho perla, pétalo, tubérculo; lo trae hecho palabras y voces, las voces que escuchamos en esta sala, que la inundan ahora, la colman, con susurros, murmurando, arrullando; voces de mujeres del presente y el pasado que se plasman en la fibra, que viajan por el aire, que vuelven por los siglos para sustraernos de la banalidad, y que las sensuales manos de Jeka y Zoila, con sus ondulados movimientos, adornan en delicadas bordaduras y suaves puntadas.

Bienvenidas a esta aquelarre de libertad femenina y ligamen materno[3], presidida por abuela y nieta, a la que hemos sido convidadas para hilar fino y no olvidar que la diferencia sexuada solo puede ser radical.

Santiago, Barrio Yungay, 30 de abril de 2022


[1]      En nuestras conversaciones, Adriana Alonso Sámano me ha enseñado la existencia originaria de las diosas, sus cientos de miles de años ante los seis mil de la ficción del dios padre.

[2]      Tomo esta distinción de Laura Minguzzi de la comunidad de Historia Viviente.

[3]      Diana Sartori, de la comunidad filosófica Diótima, habla de ligamen y no de legado.

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Tejidas de carne, bordadas de rosas y perlas, Adriana Alonso Sámano

El hilo de la vida, hilando las relaciones con la raíz materna

Los tejidos de Doña Zoila Rosa Amada y su amada nieta Jessica, son tejidos vivos de encarnación materna, bordados con las entrañas, las manos, los dedos y los hilos de la abuela y su nieta; manos profundas y generosas de Doña Zoila Rosa Amada, fibra y mística de sus entrañas, encarnadas y bordadas en su nieta Jessica, en su cuerpo, en sus manos y en su Lengua Materna. Tejidas de carne, bordadas de rosas y perlas.

Sus tejidos originales son joyas bordadas en lengua materna, nacidas de su tejido de carne y alma infinitas de abuela y nieta. Tejidas de carne, bordadas de palabras en lengua materna. Carne tejida con los hilos originales y trascendentes de las raíces maternas.

Antes de las palabras y la carne, del hilo y la tela, están Ellas, está Doña Zoila Rosa y su nieta Jessica, hiladas y bordadas juntas sus entrañas y manos, manos que bordan juntas su infinita red de rosas y perlas.

Potencia y dones de las mujeres hilanderas, de encarnar, hilar y bordar el cuerpo y la palabra.

La madre borda y encarna, con los hilos de sus entrañas, el cuerpo, la palabra y el verdadero nombre de sus criaturas.

Jessica Alejandra Cecilia del Rosario Zoila Rosa Amada

Bordadas las entrañas de mujer en las entrañas de mujer.

Bordada en las entrañas de la madre y la abuela, cuerpo y nombre, en un collar encarnado e infinito de rosas y perlas.

Bordada con sus entrañas y manos generosas, sabias manos hilanderas, tejedoras del tejido de carne y lengua, la red infinita de la vida, tejido vivo de carne y estrellas.

Ellas están tejidas y bordadas en carne y lengua, en un tejido infinito de carne y palabras maternas.

La abuela y la nieta nacieron tejidas y bordadas juntas, con los hilos de sus entrañas, bordadas de rosa en rosa, unidas por un hilo infinito de rosas y perlas, hiladas y tejidas juntas de nacimiento, bordada su carne y sus palabras, bordada la abuela en la nieta y la nieta en la abuela.