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Escritos de Amigas de Feministas Lúcidas

Palabras para Zoila Rosa Amada, Ana Mañeru Méndez

Conocí a Zoila hace un año de calendario y a mucha distancia en los mapas, pero siento que la conozco desde siempre y que nos hemos abrazado en algún momento. Esto sucede porque las mujeres tenemos  medidas vivas que tienen que ver con la experiencia, con nuestro Ser-siendo y con nuestras relaciones. Medidas que no obedecen a la abstracción de las ciencias que matan lo que estudian para controlarlo, objetivándolo para que se ajuste a los moldes y a la pretendida exactitud de sus leyes. Por eso puedo decir que Zoila y yo nos conocemos desde la eternidad y para siempre, que es justo lo que dura cada destello de amor genuino. 

Nunca imaginé que iba a vivir una experiencia como la de ser Coabuela con una mujer tan delicada como Zoila Rosa Amada. Ella y yo, para frecuentarnos y apreciarnos, hemos atravesado, como escribió Emily Dickinson , “Una Montaña – en mi mente –  / Más Montañas – luego un Mar – / Más Mares – …”[1] , después Zoila y yo  hemos cruzado los cielos y ahora también ese tiempo infinito que existe más allá de la limitada razón.

Este ha sido nuestro camino de relación compartiendo la sabiduría y el cariño de Jessica, Jeka, y también otras creaciones propias de las Hilanderas que somos, las que vamos tejiendo redes de palabras, bordados, voces, músicas, imágenes, comidas, oraciones a nuestras diosas y, sobre todo, creaciones de dulzura en nuestro Mundo Grande escrito con mayúscula, el que muchos hombres escriben con minúscula porque lo quieren volver áspero, vil y pequeño.

Jessica, Jeka, nos presentó a Zoila y a mí  de la manera más sencilla y eficaz, hablándonos bien a la una de la otra. Entre las tres iniciamos esta relación que no tenía nombre conocido hasta ahora, al menos que yo sepa, pero que seguro ha existido antes, como tantas relaciones entre mujeres que no están nombradas en los parentescos de los diccionarios patriarcales.  Esos que están redactados con tanta violencia como atrevimiento “cientrífico”, un atrevimiento que no limpia sus dientes ni su boca aunque se la laven cien veces. El atrevimiento patriarcal de los academentes de la academencia, como los llama Mary Daly. Los “caterráticos de lo suyo”, como los llamo yo, orgullosos y soberbios porque en su día obtuvieron un “sobresaliente cum fraude” cuando leyeron sus tesis de “doctorado horroris causa”, gracias a que tenían un “cutriculum vitae” “a-sombrosamente cutre” y que han dedicado muchos años a la “in-docencia”.

Pues bien, diccionarios aparte, Jeka desde entonces es nuestra Conieta, porque así lo hemos decidido y nombrado. Es nieta de Zoila por genealogía de vida y palabra, y lo es mía también gracias a la política de las mujeres que se ocupa de crear, cultivar y nombrar las relaciones, el amor sin porqué, y la libertad femenina.

En las paredes de mi Cuarto propio, ese que recomienda Virginia Woolf que tengamos todas las mujeres, están colgados los primorosos bordados con poemas de Emily Dickinson que hizo Zoila con Jeka y que ellas me regalaron. Yo las saludo cada día y me hacen sonreír, porque “traen al mundo el mundo” como han escrito las filósofas de Diótima. Me confirman que existe lo femenino libre, con su grandeza y su capacidad de cambiar el mundo hostil de la falocracia y la necrofilia, que siendo solo superficial pretende ocuparlo todo. Pero no es así, ellas lo muestran con sus creaciones, acompañándome para que haga cada día lo que esté en mi mano, es decir, para que Sea-siendo, como escribió Mary Daly; para que Hable con voz propia, como deseaba la Casandra de Christa Wolf,  y para que Vea, porque ver es cambiar, como he aprendido de Adrienne Rich.

“Fracasar es imposible”, dijo la sufragista Susan B. Anthony en el siglo XIX y eso lo sabemos las Coabuelas, como Zoila y yo, y todas las Conietas  del mundo, que como Jeka y Andrea saben decir basta y continúan la obra de creación de las Madres las Comadres, las Abuelas y las Coabuelas.

Hace unos días, Violeta, de seis años, hija de una amiga, le contó a su madre que dos chicos de su clase eran muy patriarcales, porque les habían dicho a ella y a su compañera Eli que querían que fueran sus esclavas. Les contestaron que no, porque ellas son feministas y no van a hacer lo que ellos digan, va a hacer lo que ellas quieran. Me alegra mucho saber que Violeta y su amiga, además de querer inventar un modelo nuevo de avión cuando sean mayores, como también le han contado a su madre, ya saben reconocer y poner en palabras el desorden y la violencia masculina en el mundo y saben responder a ese desorden.

Cuando mucha gente dice que “las cosas”, refiriéndose a las vidas de las mujeres, van a peor yo digo que estas dos niñas y muchas otras son el signo de que eso no es cierto y estoy segura de que Zoila estará de acuerdo conmigo.

Claro que “las cosas” no se mueven solas y somos las mujeres quienes las estamos moviendo aprendiendo unas de otras, nombrándonos, contándonos sin miedo la violencia de tantos hombres contra las mujeres para que no quede impune ni en silencio. Estamos viendo y cambiando, recuperando las conexiones y las relaciones rotas que nos impedían entender, decir y hacer.

Este homenaje a Zoila, lo vivo también como homenaje a su hija Cecilia del Rosario, la madre de Jeka, pues gracias a ellas Jeka está en el mundo con inteligencia y gracia y puedo relacionarme con ella. Además me parece también un homenaje a todas nuestras Ancestras, a la Genealogía femenina y materna que ordena el mundo. Un homenaje que, tomando las palabras de la filósofa feminista radical y lesbiana Mary Daly, y deudora de su lucidez, nos ayuda a salir de la amnesia que nos lleva a olvidar, de la afasia que nos vuelve mudas y de la apraxia que nos impide actuar[2].

Les pido a Zoila y todas las Antepasadas que nos han traído hasta aquí, que nos guíen y nos amparen siempre con su sabiduría, su amor y su ejemplo. Ojalá sepamos ser dignas de Ellas siendo fieles a nosotras mismas y a las otras mujeres.


[1] Emily Dickinson, Poemas 601-1200. Soldar un Abismo con Aire –, Madrid, Sabina editorial, 2013.

[2] Mary Daly, ExÓrbita. Un Viaje Deslumbrante, Traducción de Carmen Martín Rojas, Madrid, Sabina editorial, 2022.

30 abril 2022


[1] Emily Dickinson, Poemas 601-1200. Soldar un Abismo con Aire –, Madrid, Sabina editorial, 2013.

[2] Mary Daly, ExÓrbita. Un Viaje Deslumbrante, Traducción de Carmen Martín Rojas, Madrid, Sabina editorial, 2022.