Desmistificar el coito para la libertad de las mujeres , Jessica Gamboa Valdés

Estas breves reflexiones surgen a partir de visualizar las tensiones que se producen a propósito de la aprobación de la ley de aborto en Argentina*

Es cierto que el aborto resulta ser una ganancia de libertad civil para una mujer en una civilización sostenida por el contrato sexual-social y, al mismo tiempo, una cuestión de sobrevivencia para todas las niñas y mujeres que, a diario, experimentan la violencia sexual por parte de los hombres en sus hogares, en las calles, en el trabajo, escuelas y universidades … el sistema prostituyente.

Sin embargo, cuando se habla o discute sobre el aborto se omite el hecho concreto que hay un hombre tras esa necesidad de abortar. Me molesta aún más que algunos o muchos hombres hagan una discusión sobre los cuerpos de las mujeres, autoexcluyéndose del problema, cuando están completamente implicados, es más, son la causa del problema.


Mientras se apele solamente al derecho de decisión de las mujeres en el discurso del aborto, sin decir quién (te)embaraza y por qué (te)embaraza si puede evitarlo – cuidado que acá no se trata de píldoras, condones o responsabilidad afectiva- se trata de contrato sexual y heterosexualidad obligatoria, se trata de COITO, práctica sexual penetrativa/reproductiva con los hombres, fundamento de su política sexual, seguirá existiendo el problema, por eso me/nos molesta.

¿Por el placer de quién he quedado embarazada y por el placer de quién estoy abortando? (Revuelta Femenina, julio de 1970).

La política sexual vigente ha sido, precisamente, el uso desmesurado de nuestra vagina para el placer masculino. Ha sido un abuso sistemático de nuestros cuerpos y que se nos ha incrustado como placer – colonización psíquica y sexual – como adoctrinamiento anclado a la visión falocrática que ha impregnado las relaciones entre los sexos, sobre todo, en el último tercio del siglo XX, con la aparente “revolución sexual” que condujo a nuevas formas de sometimiento, disfrazado de libertad sexual o “consentimiento”.

Para este nuevo siglo de fin de patriarcado, es decir, de desnaturalización del contrato sexual y descrédito de la institucionalidad patriarcal, la política sexual es una discusión ineludible para transformar las relaciones entre los sexos y de los sexos. En palabras claras y simples LA PRÁCTICA NATURALIZADA DEL COITO, aunque moleste a las mujeres feministas [que lo viven así tal cual].

Sabemos la necesidad real de abortar para muchas mujeres por embarazos no deseados o previstos o como resultado de una violación, y sabemos que las instituciones no lo cuestionarán, porque es el fundamento para su poder; las leyes no protegen nuestros cuerpos y sus frutos, ni el gobierno, las policías, los tribunales… ninguna lo hará. Nunca lo han hecho, menos aún, con las mujeres que han sido violentadas sexualmente.

Han sido y somos las mujeres y las mujeres lesbianas feministas, en cualquier contexto y condición, quienes sacamos a la luz las violencias de tantos hombres.

Hablar del COITO/PENETRACIÓN, acto sexual que da placer a los hombres, cuyo efecto de eyaculación- ORGASMO MASCULINO- resulta depositado en el interior de la vagina y el cuello uterino, con amplias probabilidades de embarazo para las mujeres, es central en el debate sobre el aborto. Además de ser profundamente esclarecedor para las niñas y mujeres jóvenes que están observando el proceso.

No podemos seguir condescendientes con un “modelo sexual universalizado” -tanto como el sujeto moderno- apoyado por mitologías, rituales y teoremas misóginos que han cancelado y desplazado el placer propio de las mujeres, de TODAS -EL ORGASMO FEMENINO CLITÓRICO- sin necesidad de coito.

DESMISTIFICAR EL COITO es vital para la libertad de las mujeres [no solo el amor romántico que, por cierto, va de mucho coito].

No se trata de apabullar a las mujeres y desalentar la lucha feminista, al contrario, es muy importante contar con las condiciones mínimas de protección y atención ante tanta violencia masculina. Lo importante es no confundirnos entre las reivindicaciones y lo que resulta de las leyes, con el debate de fondo.

Gracias a los análisis de nuestras predecesoras es que hemos aprendido a nombrar esta realidad para reconocer cómo se nos ha impuesto la política sexual masculina, al colocar el coito en el centro de las relaciones entre los sexos. Por ello, creo que quedarnos con “el viejo problema del aborto” (Revuelta Femenina) no da más ancho. La propuesta consiste en la apertura de cada una, en su singularidad, a nuestra única y verdadera revolución femenina: la revolución clitórica.

Quiero mencionar, especialmente, a estas autoras que me inspiran y dan auge:

Carla Lonzi (1970) La mujer clitórica y la mujer vaginal.

Adrienne Rich (1980) La Heterosexualidad obligatoria y existencia lesbiana.

Carole Pateman (1988) El Contrato sexual.

María-Milagros Rivera Garretas (2019) Los manifiestos de Rivolta Femminile. La revolución clitórica.

Andrea Franulic Depix (2019) La revolución será clitórica o no será.

María-Milagros Rivera Garretas (2020) El placer femenino es clitórico.

* que incluye la figura de persona gestante.