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Escritos de Feministas Lúcidas

Notas sobre Feminismo Radical de la Diferencia, Jessica Gamboa Valdés

Texto presentado en un foro sobre corrientes del feminismo. Organizado por la Universidad Mayor, noviembre de 2016. En esa oportunidad asistimos con Camila Antonia Sandivari.

“La radicalidad aporta la agudeza del análisis, cuestionando la institucionalidad patriarcal desde sus fundamentos; y la diferencia, el desprendimiento necesario para no quedarnos enganchadas en la guerra contra el patriarcado y, así, ser libres para significar el sentido de ser mujeres, abandonando como punto de referencia a los hombres y su cultura. Cada feminismo es un contrapeso para el otro con el fin de lograr el equilibrio”. Andrea Franulic

El feminismo en occidente ha sido comúnmente interpretado como un movimiento social y político vinculado, principalmente, a demandas por condiciones sociales de igualdad entre hombres y mujeres. Sin embargo, una de las tensiones importantes en  la política feminista –dentro y fuera- es, precisamente, qué queremos las mujeres.

El Feminismo Radical de la Diferencia me ha invitado, por un lado, al cuestionamiento profundo del sistema social patriarcal, que con ello implica develar todo lo que constriñe a las mujeres y, por otro, que ha sido lo más importante, recuperar un sentido libre para ser (mujeres y mujeres lesbianas). En ese sentido, ha significado poder encontrar una genealogía de pensamiento de las mujeres que se ha ido gestando desde hace siglos y, que hoy, podemos reconocer como pensamiento feminista que, desde el último tercio del siglo XX, se fue articulando como un proceso de construcción de conocimiento y actuancia política desde espacios autónomos entre mujeres o los llamados grupos de autoconciencia, como por ejemplo, en Italia y Francia[1] DEMAU, Rivolta Femminile, Librería de Mujeres de Milán o en los EE.UU el grupo Radicales de Nueva York o Redstockings [2]. En Chile, las feministas del Movimiento Autónomo y los  talleres de Margarita Pisano.

El término feminismo radical de la diferencia es acuñado, por la feminista chilena Andrea Franulic, en la biografía política de Margarita Pisano, desde donde se nos invita, precisamente, a recuperar una genealogía y pensamiento propio de las mujeres,  a partir de su experiencia sexuada, y que, la política masculina ha querido borrar, sobre todo, con la idea de emancipación femenina. Por ello, resulta tan relevante sacar a la luz a las mujeres rebeldes que nunca se acomodaron a las imposiciones de los hombres y sus poderes.

Una de las grandes dificultades que, como mujeres, hemos tenido que sortear es, justamente, la de no contar con referentes visibles y con valor en la cultura patriarcal, pues, todas las mujeres, las de antes y hoy nosotras, independiente de nuestra clase social o de nuestra raza, hemos vivido como extranjeras de la civilización construida por el hombre y para su dominio.


Carla Lonzi, nos dijo que aprovechásemos esa ajenidad para construir una cultura y política otra, la de las mujeres[3], porque el sistema social y cultural patriarcal se sostiene a condición de que, no solo los varones, sino que también las mujeres nos reflejemos en lo masculino y sus valores , es decir, la forma de entender la vida y las relaciones. En efecto, la mediación masculina y sus codificaciones es internalizada a través de una serie de instituciones e ideologías que se imponen en el orden social, fundamentalmente, la sexualidad masculina mediante la política sexual basada en la heterosexualidad obligatoria, al igual que, la razón androcéntrica dotada de un poder institucionalizado. A esto último, Virginia Woolf, le ha llamado “falsas lealtades o libertades irreales”, representadas en la idea de patria y bandera, el orgullo del apellido y la familia, la institución de la escuela con su sistema de grados y  condecoraciones. Todas invenciones patriarcales para justificar su dominio y superioridad.

La ensayista y poeta Adrienne Rich en su ensayo ¿Qué necesita saber una mujer? analiza cómo el patriarcado ha coaptado la energía creativa de las mujeres, creando divisiones entre ellas, a las que Rich llama “mujeres excepcionales” o “mujeres especiales” (Margarita Pisano les llama “regalona del patriarcado”), de esto resulta el  destacar a unas de otras, de modo que, las mujeres asuman una distancia hacia sus semejantas, adoptando para sí los valores de la masculinidad, aunque, se tenga que pagar un alto precio por ello. Solo pensemos en Michelle Bachelet o Dilma Rousseff que, al perder funcionalidad para las instituciones patriarcales, fueron apabulladas o bien desechadas.

“Ninguna mujer es verdaderamente una privilegiada en las instituciones apadrinadas por la conciencia masculina. Cuando nos permitimos creer que lo somos, perdemos el contacto con esa parte de nosotras que aquella conciencia define como inaceptable” (A. Rich)

Desde mi punto de vista, el feminismo radical de la diferencia, rompe con el esquema de pensamiento utilitarista y monolítico porque apuesta por un cambio profundo en el modo de relacionarnos en el mundo y, sobre todo, entre las mujeres. Fuerza creadora cuya potencialidad es la construcción de lazos próximos y confiados entre semejantas, basados en el intercambio genuino y con reconocimiento íntimo y público, de este modo, acercarnos a una cultura diferente que alguna vez Carla Lonzi nos quiso convidar – la autenticidad– es decir, relaciones que ya no recurran a la fuerza y la instrumentalización, menos aún, a la crueldad y la destrucción de todo lo vivo.


[1] En Francia se conformaron los grupos de política y psicoanálisis que utilizaron la  herramienta de psicoanalítica para dar comprensión y resignificación al orden simbólico femenino. En Italia Carla Lonzi con Rivolta Femminile, profundizan en cuestiones como el aborto y la dialéctica de lucha, cuya propuesta es la desculturización y la autenticidad. También la “Librería de Mujeres de Milán” elaboran conceptos como autoridad, affidamento, el hablar a partir de sí, entre otros. Esto lo podemos encontrar en su libro “No creas tener derechos” y las revistas Sottosopra.

[2] En este contexto surge el documento “lo personal es político” escrito por Carol Hanisch (1969) integrante del grupo de Mujeres Radicales de Nueva York. El texto es una respuesta a los juicios que se les hacían a las mujeres que se reunían a conversar en el pequeño grupo. Otras y otros veían en esta práctica algo “poco político”, ya que se reunían a conversar de sus «problemas personales». En este sentido, fueron  descalificadas por no estar en la actividad de masas del movimiento de liberación.

[3] Para profundizar recomiendo los textos de Andrea Franulic. Consultar en www.andreafranulic.cl

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